Este post se publicó originalmente el 11/01/2023 y ha sido actualizado en fecha 30/10/2024
El estreñimiento es una de las afecciones más habituales durante el embarazo y el postparto. Y, en muchas ocasiones, lleva irremediablemente a que la mujer sufra hemorroides en el embarazo y postparto o, en caso de tenerlas ya de antes, que estas empeoren.
Las hemorroides en el embarazo y el postparto
Las hemorroides son una hinchazón y dilatación de las venas producida en la región anal. Están muy vinculadas al estreñimiento, además de al sedentarismo y a la herencia, aunque en el embarazo y el parto suelen aparecer también. También es habitual que mujeres que no hayan tenido nunca hemorroides, las sufran tras el esfuerzo realizado durante el trabajo de parto y expulsivo.
Se estima que el 40% de las mujeres embarazadas las sufren. Y aunque no se considera una enfermedad, sí son muy molestas. En caso de aparecer además sangrado, dolor, ardor o prolapsos, sí se considera una patología hemorroidal.
Entre los síntomas, se encuentra el picor, dolor, ardor, ganas constantes de ir al baño y, en ocasiones, sangrado. Pero la señal más evidente es la aparición de un bulto por el aumento del volumen de la vena alrededor del ano (en el caso de las hemorroides externas).
En caso de que la hemorroide tenga un color azul o pálido y provoque un fuerte dolor, es fundamental ir al médico ya que se podría tratarse de una hemorroide trombosada.
¿Por qué aparecen las almorranas en el embarazo?
Las hemorroides o almorranas suelen aparecer en el embarazo, especialmente en el tercer trimestre de gestación, debido a la presión que ejerce el feto en los vasos sanguíneos de la pelvis. A ello se suma el estreñimiento y el esfuerzo que la mujer realiza durante los pujos en el expulsivo.
Por supuesto las hormonas también tienen un papel clave: la progesterona (presente desde el inicio del embarazo) tiene una función clara: inhibir las contracciones de la musculatura del útero y, en ocasiones, se extiende al aparato digestivo y al intestino, provocando la reducción de las contracciones de la musculatura intestinal y favoreciendo el estreñimiento. Además, dilata los vasos sanguíneos del cuerpo, incluidas las venas del ano y, cuando estas se inflaman, provocan almorranas. Todo ello dificulta el flujo venoso, lo que favorece la dilatación de las venas rectales.
Pueden ser internas y externas, y se clasifican en 4 grados en función de su gravedad:
- Las internas están ubicadas en el canal anal y no suelen ser dolorosas, aunque sí pueden conllevar restos de sangre en las heces cuando se rompen las venas dilatadas.
- Las externas suelen están localizadas en el orificio anal y suelen ser muy dolorosas.
Tratamiento de las hemorroides
El mejor tratamiento para las hemorroides es la prevención. Así, seguir una alimentación rica en fibra y beber mucha agua, además de realizar ejercicio físico ayuda a reducir el riesgo de que aparezcan.
Por supuesto, no hay métodos infalibles, especialmente si la mujer ya tenía hemorroides antes de quedarse embarazada. En estos casos, el tratamiento depende de la severidad y del estado de la mujer y, por ello, es importante acudir al médico para que valore la situación y paute el mejor tratamiento, especialmente si pasados unos días el dolor es persistente o si aparece un sangrado rectal abundante o aturdimiento. También deberías consultar con el especialista para asegurarte de que la medicación es compatible con el embarazo y la lactancia materna, en caso de que optes por ella; y para descartar otras patologías como úlceras o lesiones rectales.
En caso de sufrir molestias leves tras el parto se pueden usar cremas con cortisona durante 7-10 días. También se pueden usar cremas o supositorios con lidocaína para reducir el dolor y el picor en la zona. En caso de que la mujer tenga almorranas recurrentes, grandes o graves, sí puede ser necesario recurrir a una intervención para extraerlas.
Además, es importante seguir las siguientes recomendaciones para aliviar las hemorroides:
- Aplicar frío en la zona varias veces al día y dejar actuar durante unos 10 minutos.
- Usar toallitas humedecidas medicadas para limpiar la zona, evitando el papel higiénico seco.
- Realizar baños de asiento con agua fría.
- No permanecer sentada durante un tiempo prolongado («sobre todo que no usen los típicos cojines en forma de donut», nos indica la matrona de CSC Sara Caamaño, a quien podéis consultar online en la Tribu CSC).
- Evitar los esfuerzos a la hora de ir al baño, además de intentar usar un taburete para apoyar los pies y tener las piernas algo elevadas. Tampoco es aconsejable pasar más tiempo del necesario sentadas en el wáter.
- No reprimir el momento de ir al baño ya que puede empeorar la situación.
- Mantener una buena higiene.
- Eludir la ropa interior ajustada.
- Evitar frotar la zona para aliviar el escozor.
- Secar la zona con pequeños golpes de toalla.
Además, existen remedios caseros como usar aloe vera o infusiones de manzanilla o cola de caballo ya que tienen propiedades antiinflamatorias, y pueden ayudar a desinflamar las hemorroides rápidamente. Bastaría con hacer la infusión y dejar que se enfríe, para, a continuación, empapar una gasa o paño y aplicar en la zona. «Mucho mejor si la ponen en una botella de pitorro y la usan fresquita», nos indica nuestra especialista.
La importancia de una buena hidratación y una alimentación rica en fibra
Si seguir una alimentación saludable es importante en cualquier momento de la vida, lo es más aún durante el embarazo. Así, se recomienda seguir una dieta rica en verduras, hortalizas y frutas para reducir el estreñimiento y, por extensión, el riesgo de que aparezcan hemorroides.
Puedes incorporar a tu día a día alimentos ricos en fibra como los cereales integrales, el pan o el arroz integral. Por su parte, la leche, los yogures y los derivados lácteos ayudan a mantener la flora intestinal, lo que puede ser útil para aliviar el estreñimiento, aunque a algunas mujeres un exceso de leche puede generarle o agravarle la situación.
Por supuesto, mantener una hidratación adecuada es fundamental para favorecer el tránsito intestinal. Durante la gestación, el cuerpo de la mujer requiere más líquidos y absorbe y retiene gran parte del que llevan los alimentos. Esto provoca que las heces se endurezcan, por lo que es importante beber suficiente agua a lo largo del día.
Asimismo, «es importante recordar que la alimentación es esencial, pero el ejercicio, el buen estado del suelo pélvico y la correcta gestión de presiones abdominales, también», finaliza Caamaño.
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