Cada día recibo en consulta adolescentes y preadolescentes que, aquejados de alguna lesión, generalmente deportiva, acuden a nosotros para recuperarse lo antes posible y volver a su actividad diaria normal. No le sobreprotejas y deja…
Cuando estamos embarazadas y comenzamos a imaginarnos a nuestro bebé ¡pensamos en tantas cosas! ¿Niño o niña? ¿Tendrá mis ojos o los de mi pareja? ¿Rubio o morena? ¿Heredará mi lunar? ¿Cuándo podré saber si mi niño es zurdo o diestro?
Algunas de ellas las sabremos en el nacimiento o a las pocas semanas, otras como la lateralidad, tardarán un poquito más. Concretamente, es algo que no se define hasta aproximadamente los seis añitos, aunque como en casi todos los aspectos del desarrollo infantil, varía de unos peques a otros.
Qué es la lateralidad y para qué sirve
La lateralidad es la preferencia que tenemos por una u otra parte de nuestro cuerpo. La mayoría de las personas se definen por una preferencia hacia su parte derecha. Por ejemplo, para mirar por el objetivo de una cámara, coger un cubierto, dar una patada a un balón o chocar la mano. Pero como bien sabemos, también hay personas que utilizan su parte izquierda e incluso, que son ambidiestras y se manejan con su parte derecha como con su parte izquierda.
¿Cuándo se sabe si un niño es zurdo o diestro? A los tres años, los niños y las niñas comienzan a utilizar la manita con la que se sienten más cómodos. Ahora bien, esto no es definitivo, y puede ocurrir que utilicen las dos manos indistintamente hasta que se decidan por una. Esto ocurrirá a partir de los seis o siete años de edad, que es cuando se define la lateralidad.
Es fundamental, no obstante, tener claro que el hecho de que tu hijo sea zurdo, diestro o ambidiestro no tiene relevancia ni está relacionado con su inteligencia ni su personalidad ni con otros tantos otros mitos que se creían antiguamente y que no tienen ninguna base real.
Niños con lateralidad cruzada
En un 25% de la población, por causas que tienen un origen genético, la lateralización no se define correctamente y sufren lo que se denomina lateralización cruzada. En este caso, no existe una predominancia homogénea de la parte derecha del cuerpo ni de la izquierda.
La lateralización cruzada ocurre porque la función del pie, el ojo y las manos no está en la misma parte del cerebro, como sí ocurre en las personas diestras o zurdas. Se considera un trastorno neurofisiológico leve que hay que trabajar para evitar problemas de aprendizaje.
Cuando un especialista confirme que nuestro hijo efectivamente tiene lateralidad cruzada, cosa que no se debe valorar hasta pasados los seis años, nos proporcionará una serie de pautas y ejercicios para practicar con él. El objetivo es ayudarle a «decidirse» por una u otra parte del cuerpo.
Jessica Romero, Terapeuta Ocupacional Pediátrica y una de las expertas de Criar con Sentido Común, explica que «muchas veces, el hecho de que los niños no establezcan una lateralidad es por inmadurez. Por ejemplo, a veces en el colegio, comienzan a utilizar muy pronto el lápiz y todavía no han tenido tiempo para ver qué mano prefieren o con cuál de ellas son más hábiles». Es imprescindible que, en caso de dudas, siempre consultemos con un especialista que valore si realmente existe un problema y cómo abordarlo en su caso.
Cómo saber si un niño es diestro o zurdo: El test de Harris
Un 10% de las personas es zurda y, curiosamente, es un porcentaje que prácticamente no ha variado a lo largo de la historia. El 89% son diestras y tan solo un 1% de la población es ambidiestra. Para saber si nuestro niño es zurdo o diestro hay algunas pruebas que podemos poner en práctica para saberlo, como es el Test de Harris o test de dominancia lateral.
La prueba consta de varias partes cortas y de aspecto atractivo para los peques. En ellas se evalúan posibles problemas de lectoescritura, ortografía, desórdenes en el habla (como la dislexia), problemas neurológicos, etc. Aunque puede hacerlo cualquier persona en el ámbito doméstico, es recomendable que sea un profesional capacitado el que lo lleve a cabo para interpretar correctamente los resultados:
- Primera Parte – Dominancia de la mano. Primero, pediremos al niño que lance una pelota imaginaria. Segundo, que realice diversas acciones cotidianas que requiera la utilización de sus manos. Por ejemplo: descalzarse, lavarse los dientes, abrir una puerta o recortar con una tijera.
- Segunda parte – Dominancia del pie. Comenzaremos esta segunda parte pidiendo al niño que, esta vez, chute un balón imaginario. A continuación, le propondremos un juego. El niño debe descalzarse y escribir en el suelo con el dedo pulgar del pie. También son útiles otros ejercicios como saltar con una pierna, girar sobre un solo pie…
- Tercera parte – Dominancia del ojo. En el caso del ojo, podemos pedirles que miren por un telescopio, que guiñen un ojo para mirar a lo lejos o que observe a través de una cámara de fotos.
- Cuarta parte – Dominancia del oído. Podemos ofrecer una concha al niño y preguntarle si es capaz de escuchar el mar o pedirle que escuche a través de las paredes.
Todas las pruebas del test de Harris se deben realizar tanto con el lado derecho como con el izquierdo. Cuando se administra, se repite cada ítem dos veces para comprobar ver si el niño utiliza siempre la misma mano/ojo/pie para hacer esa actividad en concreto.
Estas pruebas sirven para evaluar cuál de los dos lados es predominante. Hay que tener en cuenta que ninguna persona somos 100% zurdos o diestros y podemos tener pequeños grados de lateralidad cruzada. Por ejemplo, ser zurdo de una mano pero utilizar el ojo derecho preferentemente.
Para evaluar los resultados se marcará con una «D» cuando el niño efectúa todas las pruebas con la mano o pie derecho. Con «I» en el caso de la mano o pie izquierdo. Con una «d» o «i» si realiza la mayor parte de ellas con la parte derecha o izquierda. Y con «A», de ambidiestro en todos los demás casos. Los resultados para un diestro completo son D.D.D.D. Para un zurdo completo, son I.I.I.I. Para una lateralidad cruzada D.I.D.I y para una lateralidad mal afirmada d.d.D.d.
Nunca forzar
Nunca debemos forzar a nuestro hijo a que utilice una u otra mano. Tenemos que dejar que sea él o ella quien de forma natural establezca la preferencia. Si obligamos a un niño zurdo, por ejemplo, a usar su mano derecha, no solo le estaremos imponiendo que utilice su mano más «débil», es que además realizará las tareas con mucha menos habilidad lo que probablemente le provocará frustración y problemas de aprendizaje.
Un niño es zurdo o diestro no por elección, sino que es una condición de su genética, por lo que aunque se le impusiera utilizar la otra mano, de forma refleja seguiría utilizando su mano hábil. Forzar es contraproducente. Si tu hijo o tu hija es zurdo o ambidiestro, hoy en día no le supondrá ningún problema. Existen numerosas herramientas que le harán tan sencillo el aprendizaje como a un diestro. De hecho, ya existen tijeras, bolígrafos, cuadernos y todo tipo de material escolar específico para zurdos.
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