Las resistencias bacterianas suponen un grave problema de salud a nivel mundial. Se produce cuando las bacterias que causan infecciones mutan y se vuelven resistentes a los antibióticos. Se calcula que las bacterias multirresistentes causan…
Las infecciones bacterianas que sufren los bebés prematuros podrían originarse en sus microbiomas intestinales, según han descubierto un grupo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis.
Estas infecciones de la sangre (sepsis) son frecuentes en los bebés prematuros. No en vano, aproximadamente la mitad de los extremadamente prematuros o con bajo peso al nacer tienen al menos un episodio de infección potencialmente mortal después de 72 horas de vida.
Consecuencias del uso de antibióticos en el microbioma en los bebés prematuros
Los bebés prematuros tienen un alto riesgo de sufrir infecciones debido a que sus órganos aún no están completamente desarrollados, además de estar sometidos a una exposición antimicrobiana mayor. Y para evitar estas infecciones, hasta hace relativamente poco tiempo, se les suministraba antibióticos de forma preventiva.
Sin embargo, estos antibióticos no solo atacaban a los patógenos que causaban las enfermedades, sino que también alteraban el microbioma intestinal, de forma que podrían aumentar las cepas virulentas de bacterias resistentes a los antibióticos.
Según el autor principal del estudio, publicado en la revista ‘Science Translational Medicine’, Gautam Dantas, profesor de Laboratorio y Medicina Genómica de Conan y profesor de Patología e Inmunología:
«Se trata de una población vulnerable en la que la composición del microbioma del intestino se está desarrollando. Las exposiciones tempranas a las bacterias dan forma al microbioma intestinal de manera que probablemente permanecerán con estos bebés el resto de sus vidas.
Por ello, nuestro estudio sugiere que una mirada temprana al microbioma intestinal en los bebés prematuros puede ayudar a identificar a aquellos con alto riesgo de infecciones peligrosas del torrente sanguíneo».
¿Se deben usar antibióticos de forma preventiva para tratar la infección del bebé prematuro?
Las bacterias más comunes en las infecciones del torrente sanguíneo suelen colonizar el intestino sin causar inicialmente la enfermedad. Uno de los objetivos del estudio era averiguar si estas infecciones del torrente sanguíneo provienen del interior del intestino o de una transmisión externa.
Para ello, los investigadores realizaron una secuenciación del genoma completo de la cepa bacteriana causante de la infección del torrente sanguíneo y rastrearon con precisión la cepa idéntica dentro de las heces para identificar las cepas de las bacterias que habían colonizado los intestinos de los bebés antes de la infección del torrente sanguíneo.
En el 58% de los casos, encontraron una cepa bacteriana causante de enfermedades casi idéntica en los intestinos justo antes de que se diagnosticara una infección en el torrente sanguíneo. Por su parte, en casi el 79% de los casos, encontraron la cepa que causa la enfermedad en el intestino después de que se diagnosticara una infección en el torrente sanguíneo.
La investigación también demostró que algunas de las cepas de las bacterias que causaron infección bacteriana en el bebé se compartieron entre los recién nacidos ingresados en la UCI neonatal, lo que indica que incluso en ambientes controlados, podría haber intercambio de microbios entre bebés, compartidos por el personal del hospital o transferidos desde las superficies de la propia UCIN.
Antibióticos: sólo cuando sean realmente necesarios
El estudio además da las pautas para actuar en el futuro. Según Dantas, los antibióticos no deben administrarse como medida preventiva, si no existe causa que justifique su uso: «el uso responsable de los antibióticos es clave, lo que significa que solo deben administrarse a bebés que tengan infecciones bacterianas confirmadas«.
Además, el estudio sugiere la posibilidad de desarrollar una herramienta de evaluación de riesgo que sirva a los médicos para cuantificar el riesgo de futuras infecciones del torrente sanguíneo al identificar si las bacterias que causan enfermedades ya han colonizado el intestino del bebé y en qué medida.
En la actualidad, hay estudios en curso que podrían agregar nuevos datos para demostrar qué bebés recibieron antimicrobianos y cuál fue su impacto sobre los patógenos potenciales que acechan en el microbioma intestinal. Esto podría ayudar a los médicos a realizar una secuenciación rápida del microbioma para determinar el mejor tratamiento.
Para Dantas, la conclusión más importante del estudio es que los médicos deben administrar los antibióticos para las infecciones de la sangre en prematuros solo cuando sea necesario:
«Los antibióticos son críticos; los vamos a necesitar para tratar infecciones, pero debemos sopesar cuidadosamente si usar antimicrobianos y cuándo usarlos en situaciones específicas. Necesitamos asegurarnos de que cuando se administren, tengamos una muy buena razón para ello».
La pediatra Gloria Colli , a la que podéis consultar online en la Tribu CSC opina en este artículo que los antibióticos «se utilizan con más frecuencia de la necesaria para tratar infecciones que no los necesitan«. Es el caso, por ejemplo, de las infecciones víricas:
«Las infecciones pueden estar causadas por virus o por bacterias. Los síntomas que producen unos y otras pueden ser muy parecidos, por eso es el médico el que tiene que valorar de qué tipo de infección se trata. Porque únicamente las bacterias son sensibles a los antibióticos. Los antibióticos no hacen ningún efecto sobre los virus.
Si tratamos con antibióticos una infección vírica, la infección también curará -porque los virus se curan solos, con la única intervención de nuestras defensas-, pero estaremos alterando el equilibrio de las bacterias que tenemos normalmente en nuestro organismo (mucha gente acaba creyendo que su hijo sí necesitaba antibiótico, porque la enfermedad remite al mismo tiempo que se le da el jarabe, cuando eso habría sucedido igualmente).»
Además, con el uso de antibióticos también mueren bacterias «buenas» que nos estaban ayudando. Si tenemos en cuenta que tenemos en nuestro cuerpo tantas bacterias como células propias, «cuando tomamos un medicamento que puede matar a una buena parte de esa enorme cantidad de bacterias, el resultado final es impredecible», explica Colli.
«Podemos haber destruido bacterias peligrosas, pero también caerán en la redada muchas bacterias que son necesarias y beneficiosas para nuestra salud.
Pero ojo, el verdadero problema no es ese, sino que muchas de ellas se verán afectadas por el antibiótico, pero sin llegar a morir. Entonces tendrá la oportunidad de adoptar mecanismos que la hagan resistente al antibiótico. Así, la próxima vez que tengamos que tomarlo, ya no le hará el mismo efecto y podrá seguir replicándose y enfermándonos sin control.»
La resistencia bacteriana es un problema de carácter mundial. Otros estudios recientes revelan cómo abundan los genes de resistencia antibiótica en la microbiota de los bebés. Así, en la actualidad, el resistoma intestinal infantil se asocia con E. coli, exposiciones ambientales, madurez del microbioma intestinal y composición bacteriana asociada con el asma.
El resultado, según los autores del actual estudio, son cepas más peligrosas y potencialmente más resistentes a los antibióticos que tienen mayor oportunidad de multiplicarse y causar más enfermedades.
¿Qué es el microbioma de un bebé y cómo se forma?
El microbioma de un bebé se forma después del nacimiento con la adquisición de microbios del medio ambiente y de los cuidadores principales. Son los microorganismos que viven en una zona concreta del cuerpo, como la piel o el intestino, y ayudan en un gran número de funciones, como la digestión o la absorción de nutrientes.
Estos microorganismos cambian en respuesta a diferentes factores ambientales como el ejercicio, la dieta o la medicación, entre otras. En el caso de los recién nacidos, el microbioma infantil se produce por varios canales, siendo el primero de ellos el del parto, cuando el bebé recibe las bacterias procedentes del canal vaginal de la madre. Otro importante canal de transferencia es la lactancia materna.
Por regla general, en un bebé sano los microbios beneficiosos superan siempre a los microbios causantes de enfermedades, lo que permite proteger al bebé de la enfermedad.
La leche materna, el mejor medicamento
La leche materna juega un papel fundamental en la salud de los bebés. Y entre sus innumerables beneficios destaca que favorece el microbioma del bebé.
Así, la leche materna cuenta con componentes no nutritivos que son claves para el sistema inmune del bebé: los microorganismos intestinales. Los bebés amamantados reciben diariamente entre 10.000 y un millón de microorganismos.
Según explica la consultora de lactancia materna e IBCLC de la Tribu CSC, Inma Mellado, en este artículo, el sistema inmune del bebé es muy inmaduro y dado que el 80% del sistema inmune reside en nuestro intestino, la interacción con el microbioma que reside en el mismo puede ser clave para dicho desarrollo.
“El sistema inmune del bebé está deseoso por aprender. El microbioma intestinal, los oligosacáridos de la leche materna y el resto de componentes inmunológicos de la misma son críticos para dicho aprendizaje. Un sistema inmune óptimamente entrenado tiene como consecuencia una mejor salud a largo plazo.”
Y por ello, Mellado incide en la importancia de la lactancia materna en un periodo crítico del desarrollo infantil:
“Los bebés amamantados reciben diariamente entre 10.000 y un millón de microorganismos. Es sin duda una cifra impresionante. Se han publicado diversos estudios en los que se trataba de identificar la flora microbiana presente en la leche materna, y de ellos hemos sacado en claro la preciosa y enorme variabilidad que existe entre diferentes mujeres, incluso en la misma mujer en distintos momentos.
Aún queda mucho por estudiar en este campo, pero poco a poco estamos comenzando a entender la importancia que tiene para el bebé, ya que el microbioma intestinal dependerá en gran medida de los microorganismos que reciba a través de la leche de su madre.”
De hecho, un estudio publicado en la revista ‘Ceel’ sugiere que el microbioma materno puede moldear el microbioma intestinal del lactante mediante la transferencia horizontal de genes.
¿Qué tipo de infección puede tener un bebé prematuro?
La sepsis en bebés prematuros es una de las infecciones más frecuentes de morbilidad y mortalidad en estos recién nacidos. Así, la sepsis en niños tiene una incidencia a escala mundial de 28,24 casos por cada 1.000 bebés nacidos vivos. Y cuánto más prematuro sea el bebé, más riesgo de sufrir sepsis tiene.
Los síntomas de la infección en la sangre en niños son muy variados, especialmente en bebés. Es un cuadro grave en el que se produce una infección de la sangre debida a los microorganismos. Entre las secuelas de la sepsis neonatal se encuentra el fallo de algunos órganos e incluso la muerte. Y los bebés menores de 3 meses son especialmente vulnerables a sufrir una sepsis ya que su sistema inmune aún no es lo suficientemente maduro como para defenderse de una infección bacteriana.
¿Qué pasa cuando un bebé nace con infección (en la sangre)? ¿Cuáles son las infecciones del torrente sanguíneo? ¿Cómo se previenen infecciones en niños prematuros? Si tienes más dudas sobre la salud de los bebés prematuros y las posibles infecciones que pueden sufrir, en la Tribu CSC cuentas con un equipo de expertos a los que puedes consultar tus dudas online.
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