Según la Guía de Práctica Clínica sobre la Depresión Mayor en la Infancia y la Adolescencia del Ministerio de Sanidad, se calcula que hasta un 20% de los niños y jóvenes de hasta 18 años…
La insatisfacción con la imagen corporal en la infancia afecta gravemente al autoconcepto y la autoestima de niñas y niños, y puede aumentar las probabilidades de padecer depresión en la adolescencia, una etapa en la que la imagen que proyectamos cobra un gran protagonismo.
Así lo concluye un nuevo estudio longitudinal, publicado en The Lancet Psychiatry, que muestra que las preocupaciones sobre la imagen corporal explican en gran medida la asociación entre el índice de masa corporal (IMC) y la depresión en los niños, particularmente en las niñas.
¿Qué es la insatisfacción corporal?
Estudios anteriores sobre insatisfacción con la imagen corporal en niños y adolescentes señalan que la insatisfacción corporal supone la «presencia de juicios valorativos sobre el [propio] cuerpo», de carácter negativo, que por lo general «no coinciden con las características reales del individuo».
Ahora, el estudio llevado a cabo por investigadores del University College de Londres ha revelado que, en la segunda infancia y la adolescencia, este sentimiento es más frecuente de lo que creemos y está muy relacionado con el índice de masa corporal.
La importancia de la imagen en la adolescencia
Las investigaciones realizadas con adultos jóvenes nos señalan que la imagen corporal en la etapa de la adolescencia es de vital importancia por los cambios que tienen lugar en este periodo pudiendo reflejarse de manera positiva o negativa, de allí que pueden presentarse alteraciones psicológicas como la insatisfacción o distorsión corporal.
¿Por qué es tan importante la imagen para los adolescentes?
La adolescencia es una etapa de cambios. El/la adolescente, que hace nada era un niño o una niña, comienza a transformarse, y no solo a nivel físico.
Es un periodo emocionante pero también confuso y las preferencias y metas son ahora diferentes. Ya no quieren jugar y pasarlo bien, sino que encajar socialmente, o tener un aspecto similar al de los cánones del momento, pasan a estar en su lista de objetivos inmediatos.
Y es que la imagen que proyectan al mundo se vuelve muy importante en estas edades de construcción de la identidad y reivindicación de la propia personalidad.
Relación entre insatisfacción corporal, peso y bienestar psicoemocional
Una autopercepción positiva es fundamental en el proceso a través del cual la persona forma su identidad, autoestima y seguridad, la confianza en uno mismo y en el mundo que nos rodea. Se realiza por medio de la interacción con otros semejantes, reconociéndose como una persona única y distinta.
En la reciente investigación participaron 13.135 niños y adolescentes del Millennium Cohort Study, un estudio de cohorte de nacimiento representativo a nivel nacional dirigido por la UCL de personas nacidas entre 2000 y 2002.
Los investigadores encontraron que un IMC alto a los 7 años estaba relacionado con una mayor insatisfacción corporal a los 11 años y con un aumento de los síntomas depresivos a los 14 (que pueden incluir mal humor, pérdida de placer y falta de concentración).
Es decir, los investigadores descubrieron que la insatisfacción corporal era un importante contribuyente al vínculo entre el peso a los 7 años y los síntomas depresivos posteriores, lo que explica, según ellos, el 43% de la asociación. Y además, estas 3 asociaciones eran dos veces más frecuentes en las niñas que en los niños.
El sobrepeso, la insatisfacción corporal y la depresión: reducir el peso sin estigmatizarlo
«La depresión se ha vuelto más común entre los jóvenes al igual que tener un IMC con sobrepeso y la insatisfacción corporal», explica la Dra. Francesca Solmi, psiquiatra de la UCL y autora del estudio.
«Aquí hemos encontrado evidencia longitudinal sólida de que un IMC alto en la infancia está relacionado con un mayor riesgo de síntomas depresivos varios años después.
Pero estábamos particularmente interesados en saber hasta qué punto la insatisfacción corporal podría ser el factor determinante de este vínculo. Encontramos pruebas sólidas de que estar infeliz con la propia apariencia está relacionado con un aumento de los síntomas depresivos años después.
Nuestros hallazgos sugieren que cualquier esfuerzo para reducir el peso en la niñez necesita considerar sus posibles impactos en la salud mental, para que podamos evitar estigmatizar el peso y, en cambio, apoyar la salud mental y el bienestar de los niños», añade la experta.
Por su parte, Emma Blundell, también autora del estudio y psicóloga clínica en prácticas en Psicología y Ciencias del Lenguaje de la UCL, incide en que si bien muchas estrategias de salud pública buscan reducir el peso en la infancia, el enfoque y la técnica no siempre es el adecuado:
«A los niños de la escuela primaria se les enseña la importancia de las calorías y el ejercicio, y a todos los jóvenes de Inglaterra se les enseña a pesarse en la escuela para determinar si es necesario realizar esfuerzos para perder peso.
Si bien es importante promover una dieta saludable y el ejercicio, es posible que algunos mensajes de salud pública puedan estar fomentando sentimientos de culpa o vergüenza.
Es importante garantizar que cualquier intervención para reducir el IMC en la infancia no aumentan inadvertidamente la insatisfacción corporal ni dañan la salud mental de los niños«, manifiesta Blundell.
Otros factores que afectan a la imagen corporal en la infancia y adolescencia: la salud y el entorno
La investigación no cubrió otros factores que, además de la insatisfacción corporal, podrían explicar por qué los niños con un IMC alto tienen más probabilidades de desarrollar síntomas depresivos, como las vías biológicas (por ejemplo, la inflamación o una enfermedad) o ambientales (como el acoso o un divorcio conflictivo) que también podrían explicar parte de la asociación.
Reducir la insatisfacción corporal para prevenir la depresión
Los investigadores subrayan la importancia de estrategias para abordar las preocupaciones sobre la imagen corporal en la adolescencia temprana, como intervenciones psicológicas o capacitación en alfabetización mediática que podrían abordar la autoestima, las comparaciones sociales y las influencias de las redes sociales, pero que se necesita más investigación para abordar de manera más efectiva abordar los problemas de imagen corporal de los jóvenes.
«Reducir la insatisfacción corporal en los jóvenes podría ser una forma importante de prevenir la depresión, particularmente en las niñas, en edades en las que los entornos sociales y las relaciones con los pares se vuelven cada vez más impactantes», incide Solmi.
Imagen corporal: Conocer y valorar el propio cuerpo
Si bien es saludable que los niños y niñas conozcan cómo funciona su cuerpo, sin tabúes, falsos prejuicios o estereotipos, es igualmente importante que les eduquemos desde pequeños en el respeto al mismo y al de los demás, evitando hacer comentarios o juicios sobre su aspecto físico (o el de los demás), ya que esto puede llegar a imponerles la imagen corporal por encima de otros valores, además de deteriorar su autoimagen y afectar a su autoestima.
En este sentido, debemos tener también tener en cuenta el papel de las redes sociales en la visión corporal, y de la imagen en general, de los preadolescentes y adolescentes e, incluso antes, de los juguetes que escogemos (muñecos y muñecas) para nuestros hijos e hijas.
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¿Cómo trabajar la imagen corporal en niños?
En la actualidad, los niños y niñas de todas las edades están expuestos a ideas sobre la delgadez y el sobrepeso proporcionadas por todo su entorno: la familia, la escuela, los amigos y otras fuentes (como la televisión o las redes sociales).
A partir de primaria, los niños y niñas se vuelven más conscientes sobre la imagen corporal y también comienzan a compararse con los demás. Ya en la adolescencia, a menudo se inquietan extremadamente sobre su cuerpo, su peso y su imagen física.
Todo esto es comprensible, ya que les están sucediendo cambios físicos considerables. Las imágenes poco realistas que en este momento los medios, redes sociales e Internet les transmiten sobre el «cuerpo ideal» no hacen sino sumar aún más dudas a sus inquietudes.
Hay muchas maneras en que las personas adultas podemos ayudar a nuestros hijos/s, niños/as y adolescentes, a desarrollar una visión saludable de sí mismos y a reducir su riesgo de tener un trastorno de alimentación o síntomas depresivos:
- Elogiarles por las cosas que hacen, no por su aspecto. eso no significa que no podamos decirles lo guapos que están, sino que, en general, al comentar sobre su aspecto es mejor centrarse en sus ojos, el cabello o la sonrisa, y no en su estatura, peso, talla o forma de su cuerpo. Hablarles desde pequeños en términos de salud, personalidad, logros, etc. les ayuda a abrazar los valores adecuados y desarrollar un estilo saludable de vida y de pensamiento.
- Evitar hacer comentarios que vinculen ser delgado con ser popular, atractivo o sano.
- No compararles. Cada ser humano es único y valioso por sí mismo, con sus propias virtudes y defectos, puntos fuertes y debilidades. Enseñarles abrazar y celebrar la personalidad y la estética de cada uno es enseñarles a valorarse a sí mismos y a no preocuparse por cuestiones superficiales que, en realidad, no conforman a la persona ni les hacen ser ni más ni menos valiosos.
- Enseñarles a respetar y cuidar su cuerpo con hábitos saludables, como la dieta, el descanso y el ejercicio.
- Reflexionar sobre nuestras propias creencias y actitudes sobre la dieta, el peso y la imagen corporal: ¿Qué ejemplo les estamos dando a los más pequeños de la casa? ¿Estamos siempre a dieta? ¿Hacemos muchos comentarios sobre nuestro propio aspecto físico o el de los demás? ¿Hacemos ejercicio y comemos de forma saludable? Debemos recordar que somos el modelo más poderoso para nuestros hijos e hijas. Es importante no decir cosas negativas sobre nuestro propio cuerpo o el de los demás, ni comparar nuestro cuerpo o aspecto físico con el de otras personas.
- No criticar el aspecto de los niños ni el de otras personas, incluyendo familiares, especialmente delante de niños y adolescentes.
- Evitar sobreexigir a niños y adolescentes para destacarse más allá de sus límites y capacidades en la escuela, los deportes u otras actividades.
- Dar a los niños y adolescentes libertad para tomar decisiones que sean adecuadas para su edad y madurez. Por ejemplo, les podemos dejar elegir su ropa. Dejar que los niños y adolescentes tomen sus propias decisiones para los asuntos para los que ya están capacitados es entrenarles para la vida, enseñarles a tomar buenas decisiones, a ser autónomos, responsables y consecuentes con sus aciones.
- Hablar con los niños pequeños y adolescentes todos los días para saber lo que está pasando en la escuela y con sus amigos.
- Escuchar sus inquietudes y tomarnos la molestia de conocer cómo son en realidad, las cosas que les importan y necesitan para estar bien.
- Darles apoyo. Apoyarles para conseguir sus objetivos
- Aconsejarles y darles ayuda para que sean ellos quienes resuelvan sus propios problemas, evitando sermonearles o tratar de resolvérselos.
- Interesarse por sus héroes y adultos favoritos. Así como alentarles a tener muchas y diversas clases de modelos y ejemplos a imitar y seguir. Por ejemplo, está genial que nuestros hijos e hijas sean fans de un grupo de música o un equipo deportivo, pero hay grandes figuras en el mundo de las ciencias, las humanidades o los derechos sociales que son grandes ejemplos de éxito y/o superación de adversidades.
- Elogiar sus diferencias. Significa hacerlas conscientes y celebrarlas porque, al fin y al cabo, las características que diferencias a los niños y niñas pequeños y a los adolescentes de otras personas son también las que les hacen únicos y especiales.
Los trastornos de salud mental están asociados no sólo están relacionados con la insatisfacción con el aspecto corporal, también con tener baja autoestima y escasa confianza en nosotros mismo, nuestra valía y nuestras capacidades.
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