Todos sabemos de la importancia de la leche materna en la salud de los bebés y de los adultos que serán. En muchas publicaciones y libros encontraréis información sobre los nutrientes de la leche materna…
La invaginación intestinal en bebés es una situación en la que una parte del intestino se introduce dentro de la parte de intestino que tiene a continuación, lo que produce dolor, inflamación y obstrucción al paso del contenido del intestino.
¿Qué es la invaginación intestinal en bebés?
Se llama invaginación o intususcepción al deslizamiento de una parte del intestino dentro de otra. Como consecuencia, se produce una obstrucción del intestino que puede ser grave si no se resuelve en poco tiempo.
La invaginación intestinal en bebés es la principal causa de obstrucción intestinal en lactantes y ocurre con mayor frecuencia en niños que en niñas. Es más frecuente entre los 4 y 12 meses de vida, siendo rara en recién nacidos y en niños mayores de un año.
¿Qué provoca la invaginación intestinal?
En la mayoría de los casos se produce en lactantes sanos, sin ninguna causa desencadenante. En otras ocasiones, sí existe algún factor desencadenante, entre los que destacan la existencia de un divertículo de Meckel, enfermedades de la coagulación de la sangre, algunas vasculitis como la enfermedad de Schonlein-Henoch, los linfomas y las leucemias o las cicatrices o adherencias producidas por una cirugía abdominal previa.
La mayoría de las veces las invaginación se produce sin que se pueda identificar una causa concreta. Se piensa que en muchos casos pueden estar favorecidas por infecciones víricas intestinales. A veces, sobre todo en niños mayores de un año, el origen es una estructura anómala del intestino, como un pólipo o un divertículo.
¿Cómo saber si mi bebé tiene invaginación intestinal?
El síntoma más característico es el dolor abdominal cólico intermitente (el niño o la niña llora con fuerza, sin consuelo, y encoge las piernas). A medida que progresa, las crisis de dolor son más fuertes y duraderas, y entre ellas el paciente se encuentra muy decaído y pálido. Esta es la principal manera de diferenciar la invaginación de los cólicos del lactante, ya que en estos últimos el peque se encuentra perfectamente bien entre las crisis.
También son frecuentes los vómitos. Otro síntoma muy característico, pero que no siempre se presenta, es la aparición de sangre en las deposiciones. Si la enfermedad progresa, la niña o el niño pequeño muestra muy mal aspecto: palidez, decaimiento, respiración muy rápida y pulso acelerado y débil.
En un niño menor de dos años es aconsejable consultar cuanto antes si se presentan estas situaciones:
- Presenta a lo largo del día episodios de dolor intenso de barriga y, cuando el dolor cede, se encuentra muy decaído.
- Aparición de sangre en las heces.
Además de estos signos, el médico puede encontrar una masa al palpar la barriga y localizar así la zona invaginada. En los casos sospechosos es necesario hacer pruebas de imagen para confirmar el diagnóstico. En la radiografía de abdomen pueden verse signos de obstrucción intestinal, pero si esta es reciente podría pasar desapercibida, por lo que una ecografía abdominal resultaría más útil, ya que si hay una invaginación suele mostrarse una imagen circular muy típica.
¿Cómo curar la invaginación intestinal?
Si la detección es temprana y se tienen los medios adecuados, la invaginación intestinal tiene un pronóstico bueno. De hecho, algunas invaginaciones se resuelven por sí solas sin necesidad de tratamiento y la mayoría de las que precisan tratamiento se solucionan con un enema.
Se trata de una técnica que consiste en introducir aire o líquido a presión a través del ano para que la presión empuje hacia atrás el trozo de intestino que se ha deslizado dentro, para eliminar la invaginación. Todo el procedimiento se controla mediante rayos X o ecografía y, puesto que hay un mínimo riesgo de que el intestino se perfore durante el procedimiento, se realiza con un equipo quirúrgico disponible.
Tras resolverse la invaginación, existe un cierto riesgo de recaídas posteriores, aproximadamente en un 10% de los casos resueltos con un enema.
No obstante, si el tratamiento se demora, sí pueden aparecer complicaciones, sobre todo la perforación del intestino (hecho que precisa cirugía urgente). Cuando la invaginación lleva mucho tiempo en marcha, el estado general del niño es malo o no es posible hacer un enema, se realiza tratamiento quirúrgico directamente.
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