Venga, recoged, daos prisa, vamos a llegar tarde… todo el día jugando, ¡si es que no puede ser! Nos pueden las prisas y el estrés del mundo adulto pero, en realidad, no solo es que…
¿Por qué es importante jugar con tus hijos? Jugar con nuestros hijos y dejar que ellos dirijan el juego es importante para su desarrollo cognitivo y emocional. Jugar con nuestros hijos les ayuda a crear «significados compartidos», pero el juego es mucho más enriquecedor para ellos si les dejamos liderarlo.
A los niños les encanta jugar con sus padres, pero a menudo el estrés del trabajo, la casa y, en general, de nuestras obligaciones, no nos deja mucho tiempo libre para disfrutar con ellos.
Asimismo, muchas veces cometemos el error de pensar que compartir el juego no es tan importante como hacer otras cosas con ellos u ocuparnos de su alimentación, salud, los deberes del cole, etc. Pero esto es un error, tal y como explica Victoria Whitton, Profesora asociada de Futuros de la Educación, de la Universidad de Australia del Sur:
«A los niños pequeños les encanta jugar con sus padres. Pero para los padres ocupados, a menudo es lo último que les apetece hacer. Dirigir un hogar y una familia, realizar un trabajo remunerado y tratar de dedicar algo de tiempo personal significa que los padres no tienen mucho tiempo ni energía para jugar a princesas y dragones mágicos o a ninjas de fútbol. Pero jugar con tus hijos y dejar que ellos dirijan el juego es realmente importante.»
¿Por qué es tan importante el juego?
A los niños les encanta jugar, pero el juego en la infancia es mucho más que una forma de divertirse. Las investigaciones en neurociencia nos indican que el juego ayuda a desarrollar el cerebro infantil y, según Whitton, el juego es también el principal medio de aprendizaje de los niños, gracias al cual pueden conocer el mundo que les rodea.
Además, las vicisitudes a las que se enfrentan durante el juego les enseñan a adoptar un papel de liderazgo que difícilmente pueden ocupar en la vida real por ser aún pequeños, todo lo cual les prepara para la vida.
«Mantener un tema imaginario en mente y crear una secuencia de acciones y un lenguaje apropiado para representarlo requiere un esfuerzo intelectual considerable. Esto hace que los niños se desempeñen a un nivel más alto que cuando participan en otras actividades en las que no son líderes.
El juego enseña a los niños a probar sus hipótesis y resolver los problemas que encuentran. Los padres notarán que los niños suelen jugar con el mundo en el que viven. Por eso desempeñan papeles de familia, mascotas y otros roles familiares como comerciantes, médicos o enfermeras.
Estos temas pueden parecer mundanos a los padres (incluso aburridos). Sin embargo, para los niños son oportunidades emocionantes para explorar su mundo, descubrir los diversos roles que ven a su alrededor y poner en juego ideas aprendidas en una variedad de contextos«, señala la experta.
El juego desarrolla la concentración y las habilidades emocionales
A menudo se considera que los niños tienen períodos de atención cortos. Sin embargo, según Whitton, se ha demostrado que «durante el juego pueden seguir un tema o una idea que hayan elegido durante más tiempo que cuando participan en actividades dirigidas por adultos».
Las investigaciones revelan que desarrollar la capacidad de mantener la atención en una idea durante el juego e ignorar otros estímulos desarrolla la capacidad de autorregulación de los niños. Es decir, la capacidad de controlar las emociones y las acciones, lo cual «es importante en el aprendizaje, en la escuela y social y emocionalmente», destaca la especialista.
Asimismo, la literatura científica destaca que el juego es también vital para el desarrollo del lenguaje y el vocabulario.
«El juego permite a los niños utilizar las palabras y las ideas que escuchan en su vida cotidiana y experimentar con ellas en entornos imaginarios. Mientras juegan, pueden hablar solos para guiar su pensamiento», dice Whitton.
¿Por qué mis hijos quieren jugar conmigo?
La respuesta es sencilla: porque somos el centro de su mundo.
«Los niños desde aproximadamente 18 meses hasta 8 años quieren jugar con sus padres. Sus padres son el centro de sus mundos, hasta que su atención se desplaza cada vez más hacia sus compañeros.
Quieren hacerlo porque les ayuda a su aprendizaje y desarrollo. Los padres pueden anticipar el pensamiento de sus hijos y crear significados compartidos de una manera que otros niños de la misma edad no pueden hacerlo.
El significado compartido permite que el juego continúe y lo hace más interesante«, explica Whitton.
¿Por qué es importante jugar con tus hijos?
Hay estudios que revelan que el juego se vuelve más rico y complejo cuando los niños juegan con sus progenitores. Por lo tanto, los peques tienen mayores oportunidades de aprendizaje que cuando juegan solos.
Aunque, eso sí, el juego ha de estar basado en la interacción y la reciprocidad, y no en la intrusión o dirección p[m]arental, ya que las intrusiones y los cuestionamientos m[p]aternos se relacionaron negativamente con el juego simbólico. Es decir, los niños y niñas desarrollan menos su imaginación y otras habilidades si somos los padres quienes dirigimos el juego. Asimismo, la toma de turnos imposibilita el juego exploratorio gracias al cual los peques obtienen experiencia práctica de sus vivencias.
Por todo ello se deduce que, a la hora de jugar con nuestros hijos, lo mejor es dejar que ellos dirijan el juego y pongan las reglas.
El papel de los adultos en juego: Cuando juegues con tus hijos ¡deja que ellos pongan las reglas!
Según Whitton, el papel de los progenitores es ayudar a sus hijos en el juego.
«Esto significa que es importante que los adultos dejen que los niños sean los tomadores de decisiones. Los padres pueden iniciar la obra, hacer sugerencias o proporcionar accesorios. Pero para que la actividad sea considerada ‘juego’, los niños deben ser quienes tomen las decisiones y guíen su rumbo».
¿Qué pasa cuando juego con mis hijos? Según la experta, las investigaciones muestran cuando un adulto intenta controlar el juego, los niños se distraen y rápidamente pierden el interés.
«El juego no es instructivo (no se trata de enseñarle a su hijo cómo hacer algo). Todos hemos experimentado situaciones en las que nos han hablado, no discutido, y probablemente nos ha resultado mucho más difícil concentrarnos».
Estudios sobre el desarrollo de procesos psicológicos indican que «los niños necesitan tener este control porque en el juego operan exactamente en el nivel en el que son más capaces de aprender». Sin embargo, Whitton incide en que la participación del adulto enriquece la interacción:
«Sin embargo, las sugerencias de un adulto o de un niño mayor pueden llevar el juego del niño a un nivel superior. Esto lo hace intelectualmente más desafiante que si los niños jugaran solos o con sus compañeros».
Así pues, nuestro papel durante el juego con nuestros hijos es el de proponer actividades, hacer sugerencias, dar ideas o proporcionar materiales; pero nunca dirigir el juego o dar instrucciones al niño sobre cómo ha de desarrollarlo.
«A los niños se les instruye en casi todos los aspectos de su día: cuándo levantarse, cuándo ir a dormir, qué comer. Tener un tiempo de juego regular en el que lideren, tomen decisiones sobre una actividad y cómo progresa, les da poder y una sensación de control en sus vidas«, explica la docente.
Más de 30 minutos diarios de juego compartido hace que los niños sean más felices
¿Cuánto tiempo es recomendable jugar con los hijos? ¿Cuánto juego y con qué frecuencia debemos jugar con nuestros hijos? Whitton también tiene respuesta para estas preguntas:
«Mi trabajo como docente profesional y académica de la primera infancia me ha demostrado que cuando los padres, en particular aquellos preocupados por el comportamiento de sus hijos, dedican más de 30 minutos cada día (o cada dos días) al juego entre padres e hijos, descubren que su hijo es más feliz y se le puede guiar más fácilmente en otros aspectos de su vida. Esto también fortalece su relación«, explica.
Por otra parte, Whitton sabe que «no todos los padres pueden gestionar esto». Pero «encontrar tiempo para jugar con regularidad cuando puedas probablemente vale la pena», y así lo atestiguan los estudios.
El juego es una ventana al interior de nuestros hijos
«Los padres que juegan con sus hijos pueden descubrir que es una valiosa ventana al pensamiento, los intereses y el mundo de sus hijos«, declara la docente.
«Si vas a unirte al juego, hazlo completamente. Guarde su teléfono y siéntese en el suelo o siga a su hijo hasta donde esté jugando. Esto le muestra a su hijo que usted realmente participa«, aconseja Whitton.
Además, según la experta, dedicarles tiempo en exclusiva satisface las necesidades de apego de nuestros hijos, lo que ocasiona que los niños nos permitan disponer de más tiempo libre para nosotros mismos.
Con suerte, al dedicar este tiempo y priorizarlo, los padres también podrán descubrir que sus hijos se vuelven más receptivos a que los padres también dediquen tiempo a ellos mismos«.
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Entre ellos/as se encuentran la terapeuta ocupacional pediátrica experta en desarrollo infantil Jessica Romero y la docente, logopeda y psicóloga infantil Elena Mesonero.
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