Entre un 70 y un 80% de las mujeres embarazadas sufre náuseas en el embarazo. En muchas ocasiones provocan incluso vómitos. Pero hasta ahora sus causas no estaban del todo claras y se achacaban a…
Las verduras y frutas crudas pueden ser una fuente de patógenos que pueden dar lugar a una intoxicación alimentaria. Pero ¿qué ocurre con las ensaladas lavadas y listas para comer? ¿Las embarazadas tienen que lavar la lechuga envasada o no es necesario?
Con la llegada del verano y las altas temperaturas, cambiamos la alimentación y las ensaladas pasan a ser una de las protagonistas de la mesas. Son platos frescos, fáciles de preparar y muy versátiles. En el caso de las mujeres embarazadas, se recomienda limpiar muy bien las frutas y las verduras que se van a consumir crudas, pero, ¿qué ocurre en el caso de las embarazadas con la lechuga lavada y envasada en bolsas lista para consumir? ¿Hay que lavarla también?
La importancia de lavar bien frutas y verduras
Las mujeres embarazadas tienen que seguir ciertas recomendaciones para evitar contraer enfermedades que pueden causar graves daños al feto. Así, además de evitar ciertos alimentos o sustancias, deben limpiar muy bien las frutas y las verduras. ¿El motivo? El riesgo de contraer toxoplasmosis y listeriosis.
¿Qué pasa si como la lechuga sin lavar? ¿Cuándo hay que lavar la lechuga? ¿Tienen que lavar la lechuga envasada las embarazadas? Cualquier verdura o fruta que no se ha lavado ni desinfectado correctamente puede contener microorganismos patógenos que pueden provocar infecciones o intoxicaciones. Además, si la temperatura ambiente supera los 37ºC, se favorece el crecimiento de las bacterias patógenas.
Pero esto no significa que haya que eliminarlas de la alimentación de la mujer embarazada. Simplemente es necesario limpiar correctamente esas verduras antes de consumirlas crudas. Así, lo ideal sería lavarlas y desinfectarlas con lejía de uso alimentario. Lo recomendable sería dejarlas en remojo durante unos 10-20 minutos y después lavar bien para quitar restos de desinfectante.
La listeriosis es provocada por la bacteria Listeria monocytogenes que crece en el suelo y tiene la peculiaridad de crecer a temperaturas de refrigeración. Se suele encontrar en productos refrigerados listos para comer, leche no pasteurizada y productos cosechados en tierras contaminadas.
No suele dar síntomas hasta pasados unos días de la infección, y entre ellos, destacan la fiebre, diarrea, malestar estomacal, escalofrío o dolor muscular. Lo realmente grave es cuando se transmite al feto ya que puede provocar parto prematuro, bajo peso al nacer, malformaciones y abortos espontáneos.
Por su parte, la toxoplasmosis se puede contraer por consumir vegetales crudos que no se han lavado adecuadamente, carnes crudas o sin hacer, agua contaminada, contaminación cruzada de alimentos o contacto con las heces de gato o tierra de las plantas.
Aunque el consumo de frutas y verduras contaminadas con el parásito Toxoplasma gondii puede pasar desapercibido para la mujer o como mucho sufrir síntomas leves como si fuera un resfriado, no ocurre lo mismo en el caso del feto, ya que puede producir problemas graves en su desarrollo.
Así, la toxoplasmosis puede provocar abortos espontáneos y afectar al desarrollo cerebral y de otros órganos, además de ceguera, problemas de audición, cardíacos y a nivel mental o motor.
Las lechugas lavadas y envasadas son sometidas a una exhaustiva higienización y limpieza
Es cierto que las ensaladas que se venden lavadas, envasadas en bolsas, lavadas y listas para consumir son seguras. Y como prueba de ello está el hecho de que su consumo ha aumentado de forma considerable en los últimos años, mientras que el índice de intoxicaciones alimentarias no lo ha hecho.
Por supuesto, hay que tener en cuenta que el riesgo cero no existe. Las principales bacterias que pueden contener este tipo de productos dando lugar a una intoxicación son salmonela, listeria, Campylobacter y Escherichia coli, además de algunos virus y parásitos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que lo que favorece su desarrollo es el exudado, es decir, el líquido que proviene del propio alimento o de ser generado por condensación.
Pero para que esto ocurra es necesario que la bacteria esté previamente presente dentro de la bolsa. Y aunque el riesgo de que ocurra es realmente bajo, sí puede suceder y, por tanto hay que tenerlo en cuenta. Por su parte, el riesgo de consumir sustancias químicas tóxicas, como pesticidas o metales pesados, es prácticamente inexistente.
Sin embargo, precisamente por sus características, estos alimentos son sometidos a un exhaustivo proceso de higienización y limpieza que incluyen lavado en agua acompañado de hipoclorito sódico; proceso de secado; y envasado en atmósfera protectora. En este último paso, se modifica el ambiente interior de la bolsa para inhibir la presencia o crecimiento de microorganismos no deseados.
Gracias a este proceso, se mantiene la frescura, el sabor, el olor y la textura del producto, sin que los microorganismos penetren en el interior. Todo ello, hace que sean incluso más seguras que si las compramos frescas y las lavamos nosotros mismos bajo el grifo de casa.
¿Las embarazadas tienen que lavar la lechuga envasada?
Pero no toda la responsabilidad está en la mano de las empresas alimentarias, ya que el consumidor también tiene que seguir una serie de pautas para evitar o reducir el riesgo de intoxicación alimentaria. Y, además, siempre hay grupos de riesgo que deberían extremar las precauciones.
Es el caso de las personas mayores de 65 años, los niños menores de 5 años, las personas con el sistema inmunitario comprometido y las mujeres embarazadas. Entre las recomendaciones, destacan:
- No romper la cadena de frío.
- Mantener una higiene adecuada en su manipulación.
- Respetar la fecha de caducidad.
Así, si se cumplen esas 3 recomendaciones, y en el envase se indica claramente que no es necesario lavar la verdura, no es necesario volver a hacerlo en casa. De hecho, según los expertos puede llegar a ser incluso contraproducente ya que añadiremos bacterias a unas verduras que ya están limpias a través de las manos, de los utensilios que usemos o del mismo grifo o fregadero donde la depositemos. Por tanto, lo más seguro si consumimos lechuga ya limpia y envasada en bolsas es depositarla directamente en el plato.
Eso sí, no es recomendable sacar la lechuga de la bolsa y pasarla a otro recipiente para conservarla en la nevera. En este caso, lo ideal sería abrir el producto, consumir lo que queramos y volver a guardarlo en la nevera cerrado con una pinza en su envase original. ¿Y si sacas más de la que vas a consumir? En este caso, no es recomendable volver a meterla en la bolsa ya que ha entrado en contacto con bacterias de nuestras manos, otros utensilios o recipientes.
Además, no es aconsejable en ningún caso es abrir la bolsa y dejar la lechuga preparada en el plato a temperatura ambiente durante mucho rato. ¿El motivo? La contaminación cruzada, ya que cualquier otro microbio de la cocina lo puede contaminar.
¿Qué ocurriría por ejemplo si, en el caso muy poco probable, de que la lechuga envasada en bolsas lavada y lista para consumir llega al mercado con alguna bacteria como la E.coli? Pues la realidad es que si la lavas debajo del grifo de casa, la bacteria sobreviviría.
Por tanto, aunque la probabilidad de que la lechuga llegue contaminada tras un lavado a escala comercial es ínfima, lavarla en casa bajo el grifo no te asegura que la lechuga sea completamente segura para el consumo. Así, para que fuera completamente segura habría que lavarla con lejía apta para uso alimenticio, como la Amukina.
Por ello, la matrona de CSC, Sara Caamaño, apuesta porque «las mujeres embarazadas laven la lechuga envasada en bolsas o fresca con Amukina antes de consumirla».
No, las lechugas lavadas y envasadas no tienen mayor riesgo de tener salmonela
Un informe del departamento de Infección e Inmunidad de la Universidad de Leicester (Inglaterra) publicado en Applied and Environmental Microbiology sembró la alarma en 2016 al asegurar que las bolsas de ensalada lavadas y preparadas podían estar contaminadas por salmonela. Sin embargo, la investigación analizaba la posibilidad de que la bacteria creciera en el exudado que se libera a partir de las hojas de la verdura en refrigeración.
Vieron que sí, que la salmonela se podía reproducir en esas condiciones, pero esto no significa que la lechuga lavada, envasada y lista para consumir este contaminada, ni sea un peligro para la salud, tal y como aclaró el Servicio Nacional de Salud Británico (NHS).
Otros organismos internacionales siguen esa misma línea, como es el caso de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA). Este indica que si las ensaladas son aptas para consumir directamente, el lavado casero bajo el grifo de agua podría incluso incrementar la carga microbiana por contaminación cruzada. Además, una revisión de 2007 ya concluyó que estos alimentos no necesitaban un lavado previo, a menos que así lo indica el etiquetado. Y es más, ese lavado no mejoraría la seguridad alimentaria.
En cualquier caso, ante la duda sobre si las mujeres embarazadas deben lavar la lechuga envasada, lo fundamental es asegurarse de que el producto indica claramente que no necesita lavado antes de su consumo. De hecho, algunas hierbas aromáticas pueden presentarse en envases similares, pero no han sido sometidos a los procesos de higienización y limpieza.
¿Cómo lavar la lechuga antes de consumirla? ¿Cuánto dura la lechuga envasada? Si tienes dudas sobre si las embarazadas deben lavar la lechuga envasada en bolsas o sobre cualquier otro aspecto relacionado con la alimentación durante la gestación, en la Tribu CSC cuentas con un equipo de expertos/as que pueden ayudarte a resolverlas. Entre ellos, se encuentra la matrona Sara Caamaño.
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