Día Mundial del Microbioma – La leche materna “siembra y abona”: El microbioma intestinal del bebé

La lactancia materna favorece la implantación de una microbiota intestinal saludable en el bebé

Todos sabemos de la importancia de la leche materna en la salud de los bebés y de los adultos que serán. En muchas publicaciones y libros encontraréis información sobre los nutrientes de la leche materna (azúcares, grasas, proteínas, vitaminas…). Sin duda los componentes nutritivos de la leche materna son de excelente calidad, pero hoy vamos a hablar de cómo la leche materna favorece el microbioma del bebé.

La lactancia favorece el microbioma intestinal del bebé

Hay ciertos componentes no nutritivos de la leche materna que son extraordinariamente importantes para el sistema inmune del bebé: los microorganismos intestinales.

Los bebés amamantados reciben diariamente entre 10.000 y un millón de microorganismos. Es sin duda una cifra impresionante. Se han publicado diversos estudios en los que se trataba de identificar la flora microbiana presente en la leche materna, y de ellos hemos sacado en claro la preciosa y enorme variabilidad que existe entre diferentes mujeres, incluso en la misma mujer en distintos momentos.

 

 

Aún queda mucho por estudiar en este campo, pero poco a poco estamos comenzando a entender la importancia que tiene para el bebé, ya que el microbioma intestinal dependerá en gran medida de los microorganismos que reciba a través de la leche de su madre.

Hablábamos al principio de los componentes nutritivos de la leche materna y nos vamos a detener en los azúcares. El más abundante es la lactosa, nuestra leche contiene nada menos que 70 gramos por litro y se trata de una fuente fundamental de energía. Pero además de la lactosa, la leche materna contiene otros azúcares muy interesantes: los oligosacáridos de la leche materna (OLM), presentes entre 5 y 15 gramos por litro de leche, más cantidad incluso que proteínas (que normalmente son unos 10 gramos por litro). Y ahora viene lo mejor, estos oligosacáridos no son nutritivos para nuestros bebés sino que son alimento para sus microorganismos intestinales.

Los oligosacáridos de la leche materna

Se trata de un componente de la leche materna sumamente fascinante. A día de hoy se han identificado más de 200 tipos diferentes de oligosacáridos de la leche materna y sabemos que no todas las mujeres producen los mismos OLM, lo que hace que la leche materna sea aún más específica y única de cada madre para cada bebé. Aún queda mucho por investigar en torno a los oligosacáridos de la leche materna, pero sabemos por ejemplo que varían en cantidad estando más presentes en el calostro que en la leche madura.

 

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Aunque no se trata de algo lineal, algunos tipos de OLM están más presentes en determinados momentos del desarrollo del bebé, lo que nos hace preguntarnos si tendrán un papel crucial en ese momento concreto. También sabemos que los humanos fabricamos más cantidad y variedad que el resto de los mamíferos. De hecho comenzamos a fabricarlos ¡en el primer trimestre de embarazo!

¿Por qué son importantes los oligosacáridos de la leche materna?

La primera gran llegada de microrganismos al bebé se produce en el parto y después llega la lactancia materna a completar la siembra. No se trata de una siembra a la ligera, sino de aquellas bacterias que son beneficiosas para el bebé y que le van a ayudar a digerir la leche materna y a enfrentarse al mundo que le rodea.

Solamente por esta siembra, el microbioma intestinal del bebé ya sería fuerte y estupendo, pero como todo buen agricultor sabe, la siembra no lo es todo, es necesario abonar para asegurar una buena cosecha y ahí es cuando entran en acción los OLM: son la comida de las bacterias intestinales del bebé. Y no se trata de un abonado cualquiera, los OLM son un alimento selectivo, nutren y refuerzan a las mejores bacterias, aquellas que van a entrenar al sistema inmune del bebé: le enseñan a diferenciar los amigos de los enemigos.

 

 

El sistema inmune del bebé es muy inmaduro y dado que el 80% del sistema inmune reside en nuestro intestino, la interacción con el microbioma que reside en el mismo puede ser clave para dicho desarrollo. El sistema inmune del bebé está deseoso por aprender. El microbioma intestinal, los oligosacáridos de la leche materna y el resto de componentes inmunológicos de la misma son críticos para dicho aprendizaje. Un sistema inmune óptimamente entrenado tiene como consecuencia una mejor salud a largo plazo.

Así que fijaos, no solo tenemos una leche completa y nutritiva sino que además se ocupa de que la salud de nuestro bebé se base en un sistema inmune fuerte que ha sido entrenado por microorganismos que la propia leche se ha encargado de sembrar, cultivar selectivamente y abonar. ¡Impresionante!

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