Mi hijo tiene rabietas a todas horas. Mi hija no me hace caso. Mis hijos se pelean todo el tiempo. Mi hija hace justo lo contrario de lo que le digo. Mi hijo me pega.…
Se conoce como padres tigres a aquellos progenitores que se muestran autoritarios en su relación con sus hijos para que estos alcancen el éxito bajo cualquier circunstancia. Es un modelo de crianza que tiene consecuencias para los hijos al limitar la capacidad de decisión de estos, que pueden llegar a desarrollar problemas psicológicos.
¿Qué son los padres tigres?
El término de madre o padre tigres se vincula con un modelo de crianza oriental. De hecho, el término se popularizó por el libro «Madre Tigre: Hijos Leones» de Amy Chua de 2011. Una obra en la que la autora, hija de emigrantes chinos-filipinos, explica cómo cría a sus dos hijas bajo un método inflexible de crianza de origen chino. En el libro se pone en cuestión la permisividad y la, según ella, «escasa exigencia» del modelo educativo occidental.
La idea es que los padres orientales creen que la mejor manera de criar a sus hijos es preparándoles para el futuro, y lo hacen centrando la atención y anhelo en ámbitos concretos de la educación y prohibiendo otros. Por ejemplo, practicar con un instrumento horas y horas, sacrificando horas de juego, descanso y diversión. En su caso, sus hijas no pueden dormir fuera de casa, deben sacar siempre sobresaliente en la escuela y ensayar al menos dos horas diarias de piano y violín.
De este modo, los padres y madres son exigentes, autoritarios y quieren que sus hijos sean perfectos en todos los aspectos. Son padres tigres. No quieren que sus hijos vean la televisión, no toleran las quejas o protestas, el tiempo que no están en el colegio es para hacer deberes, estudiar o practicar con un instrumento, un deporte o cualquier actividad en la que sus padres desean que destaquen.
No suelen ser cariñosos, quizás por la idea de que el afecto puede debilitar a sus hijos, pero exigen respeto y obediencia de sus hijos. La meta final es el éxito.
El perfeccionismo de los padres limita a los hijos
Mamen Bueno, psicóloga de Criar Con Sentido Común, afirma que ese «perfeccionismo y exigencia hacia los hijos habla más de la inflexibilidad de los padres que de la incapacidad de los hijos». Nuestra psicóloga atiende a diario a cientos de familias a través de la Tribu CSC y, según ella, el hecho de «anteponer» objetivos muy exigentes para los hijos e hijas provoca que padres e hijos se distancien.
Además, un tipo de crianza de este tipo «limita la capacidad de decisión de los hijos y les desconecta de sus potencialidades reales». Al no cumplir con las expectativas de los progenitores, los menores pueden acabar siendo personas presas de la «insatisfacción» e incluso pueden acabar desarrollando «diversos problemas psicológicos».
En este sentido, tomar conciencia sobre lo que exigimos a nuestros hijos pueden marcar un antes y un después. No hay que ser padres puramente tigres. A veces exigir ciertas cosas a nuestros hijos -sobre todo aquellas que están fuera de su alcance- puede tener un impacto en ellos.
¿Qué deberías hacer si entras en el modelo de padres tigres? Según Mamen Bueno, habría que hacer «un poco de autocrítica». Reflexionar sobre cómo nos sentimos ante determinadas situaciones: «¿Qué pasa si las cosas no salen como habías pensado? ¿Puedes improvisar? ¿Te angustia? ¿Respetas a tu hijo o hija aunque no logre los objetivos?», esas son preguntas que debería hacerse una persona que encaja con este modelo de crianza. Si es así, nuestra experta recomienda hacer terapia.
¿Cómo son los hijos de unos padres tigres?
Es posible que unos padres tigres puedan lograr que sus hijos sean más productivos y responsables y, por supuesto, que destaquen frente a otros. Pero también puede tener consecuencias negativas.
Es posible que esos niños repriman sus sentimientos y deseos, puesto que sus padres no admiten quejas o que protesten. Pueden sentirse no vistos o aceptados, no sentirse seguros. Además, al tener muy limitada la vida social también les puede afectar en sus relaciones sociales con otros iguales. La presión y el perfeccionismo de los progenitores pueden derivar en una baja autoestima y en que el miedo controle sus vidas.
E incluso es posible que sean inconstantes a la hora de abordar diversas tareas si sienten la frustración de no poder concluirlas de manera perfecta, o no cumplir las expectativas que les han depositado sus padres. Por otro lado, esas altas expectativas pueden provocar depresión y ansiedad en los niños, aunque depende también de cada menor.
¿Cuál es el mejor modelo de crianza?
Los padres tigres parten de la idea de que hay que esforzarse para alcanzar el éxito y la perfección a toda costa. Pero, ¿qué es el éxito? ¿Quién decide lo que es el éxito? Un niño que saca sobresaliente en todo, pero que no tiene amigos y se siente infeliz por ello no parece ser un modelo saludable a seguir.
El autoritarismo de los padres tiene consecuencias. De hecho, provoca una de las cinco heridas emocionales de la infancia analizadas por la psicología: la herida de la injusticia. Esta se origina cuando los progenitores son fríos y rígidos, e imponen una educación autoritaria y no respetuosa con los hijos. Esa exigencia constante genera sensación de ineficacia, inutilidad e injusticia, que luego convierte a estos niños y niñas en personas incapaces de negociar o dialogar.
Como defiende la experta en disciplina positiva, Silvia Guijarro, la crianza es cosa de cada familia. No nacemos sabiendo cómo criar, pero sí podemos tomar decisiones sobre qué nos gustaría y que no. Es posible que repitamos algunos patrones de nuestros padres consciente o inconscientemente, pero al final somos nosotros los que debemos elegir cómo hacerlo.
En Criar Con Sentido Común defendemos el amor y respeto con los niños. Y aplicar disciplina, sí, pero de manera positiva y teniendo en cuenta que nuestros hijos son personas, tan dignas de ser escuchadas y tenidas en cuenta como los adultos.
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