Las sesiones fotográficas de recién nacidos en estudios profesionales se ha convertido en todo un reclamo. Esta nueva moda está impulsada, sobre todo, por la necesidad de compartir la mejor imagen posible de nuestro retoño…
El 14 de marzo es el Día Internacional de las Matemáticas. El cerebro del ser humano es fascinante y aún conocemos poco de él. Tanto es así que en la actualidad hay en marcha infinidad de investigaciones en la que es el protagonista. Destaca el Proyecto Brain que puso en marcha en el Gobierno de Estados Unidos en 2013 y que en la actualidad trabaja en una decena de proyectos que pretenden mapearlo y descubrir las causas de enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson. Otros estudios se centran en las matemáticas y bebés.
Existen también muchas líneas investigadoras sobre el cerebro de los bebés y su capacidad desde que nacen. Y entre esas investigaciones destacan las que tratan de averiguar si el pensamiento matemático se aprende o hay una parte de nuestro cerebro que lo trae de serie, de manera innata. Y parece que sí, porque en Italia han determinado que los recién nacidos son capaces de establecer una línea numérica de forma espontánea.
Investigación sobre la formación mental de líneas numéricas
Cuando pensamos en los números estos suelen aparecer en nuestra cabeza en una línea espacial de menor a mayor y de izquierda a derecha (en la cultura occidental, en el sentido contrario en países árabes o en Israel). Es la línea númerica mental que ubica las cifras más pequeñas a la izquierda y las más grandes a la derecha.
Existe un debate científico sobre si nacemos con esa capacidad o no. Algunos teóricos apuntan a que esta orientación es el resultado de los hábitos de lectura y escritura tanto para palabras como para números. Sin embargo, hay evidencias de que tanto animales como bebés en los primeros meses de vida ya establecen esa asociación espacial-numérica, aunque no se ha descartado que la hayan aprendido de sus cuidadores en sus primeros contactos. En el caso de los bebés, ¡su capacidad de adquirir conocimiento es espectacular!
Investigadores de las universidades italiana de Padua y de Trento en Italia han indagado sobre si esas líneas númericas son innatas o no y para ello las han buscado en bebés recién nacidos de entre 12 y 117 horas (la edad promedio era de solo 55 horas). Se trata de un estudio publicado en 2017 y cuyo procedimiento fue sencillo: se mostró a los recién nacidos (un total de 24) durante un tiempo concreto, una tarjeta en la que se veían dos cuadros blancos dentro de los cuales había cuatro cuadrados negros.
Luego se les mostró otra tarjeta similar, durante el mismo periodo temporal, pero con más cuadrados negros en los blancos (36). Un rastreo ocular permitió determinar que cuando se les mostraba los cuadros con menos figuras negras, los bebés miraban a la izquierda. Y que cuando se les enseñaba las fichas con más cantidad de cuadros negros, su mirada se dirigía a la derecha.
Para los investigadores italianos su investigación demuestra que «existe una predisposición a ubicar los números en el espacio», lo cual formaría parte de los «sistemas neuronales humanos». No obstante, en el mismo documento reconocen que es solo un «punto de partida» para seguir investigando sobre el peso biológico y el cultural en la creación mental de esa línea numérica. Su estudio puede ser también un paso para comprender por qué se produce la dicalculia (la dificultad para el aprendizaje de las matemáticas -equivalente a la dislexia-).
Matemáticas y bebés: ¿pueden contar los pequeños?
Contar, medir y ordenar son las operaciones matemáticas más básicas. Y el de las universidades italianas no es el primer estudio que indaga en si la capacidad matemática es innata o no. Hay algunas investigaciones que han demostrado que los bebés tiene algo así como «detectores numéricos» y pueden distinguir entre números pequeños, como el dos, el tres o el cuatro.
Se han realizado diversos experimentos en los que los bebés de apenas días reaccionaban cuando, tras una serie de palabras distintas de tres sílabas, se le enseñaban palabras de cuatro sílabas. No reaccionaron por las palabras diferentes, pero sí por el tamaño de esas palabras. Lo mismo ocurrió en otro experimento en el que solo reaccionaban cuando quitaban cantidades de un grupo de figuras geométricas de colores. Esto viene a apuntar que los bebés de meses comprenden el concepto de cantidad.
En este sentido, en Estados Unidos, en el año 2013 (Instituto de las Ciencias Cerebrales de Duke), se comprobó como algunos bebés de 6 meses son capaces de distinguir las diferencias entre grupos numerosos de objetos y otros con menos. También en este caso se analizó la mirada de los pequeños. Se les mostraba dos pantallas con figuras. En una de las pantallas el número siempre era el mismo y en la otra, la cantidad de objetos iba cambiando. Algunos pequeños preferían observar durante más tiempo esta última. Otros observaban ambas durante los mismos minutos.
Tres años después sometieron a los mismos pequeños a una serie de pruebas matemáticas. Los que siendo bebés habían mostrado más interés por las pantallas en las que cambiaba el número de objetos, obtuvieron mejores resultados que los otros. Otro estudio apunta que los bebés que tienen mejor capacidad espacial luego son mejores en matemáticas.
Ejercitar el pensamiento matemático
¿Hasta qué punto lo innato es determinante en el pensamiento matemático? No hay una respuesta clara a esta pregunta, aunque sí está claro que el cerebro del bebé aprende desde muy pronto y que lo hace muy rápidamente. Así que es recomendable estimular el desarrollo cognitivo y emocional del niño desde las primeras horas.
De hecho, hay muchos expertos que están en contra de hablar de «genes matemáticos» e insisten en que lo importante es el aprendizaje y la práctica. La Teoría de las Inteligencias Múltiples (Howard Gadner, 1983) va precisamente en ese sentido: los seres humanos no tienen una inteligencia global que puedan aplicar a todas las esferas de su vida, sino que tienen distintos tipos de inteligencias (inteligencias múltiples) que dependen de factores biológicos, culturales y personales.
Esas inteligencias (lógico-matemática; lingüística; musical; interpersonal…) son capacidades que se pueden desarrollar. La filosofía Montessori, por ejemplo, cuenta con material que precisamente va en ese camino, en el de potenciar y estimular aquellas en las que destacan y en las que no; consiguiendo que mejoren su pensamiento matemático pero también lingüístico, las capacidades artísticas o las corporales.
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