El maltrato provoca alteraciones neurobiológicas en las etapas tempranas del desarrollo del cerebro de los menores que lo sufren. Es la principal conclusión de una investigación del Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona.…
Imagina estar en un escenario. El público espera que hables. Pero no eres capaz de hacerlo. El ritmo cardíaco se acelera, sudas… y las palabras no salen. Algo parecido es lo que sufren los niños con mutismo selectivo cada vez que se enfrentan a determinadas situaciones comunicativas.
Bien es cierto que los estudios revelan que la incidencia es de 0,1 y 1,9% entre los menores de 17 años y, por tanto, no sería un trastorno frecuente. Sin embargo, es posible que las cifras, en realidad, pudieran ser más altas ya que es difícil de detectar por estar subestimado.
A veces, los niños con mutismo selectivo son etiquetados de niños tímidos sin más y por ello no reciben la atención necesaria. Pero, ¿qué es el mutismo selectivo? Como ya habréis imaginado, el mutismo selectivo es la dificultad, e incluso la incapacidad, para comunicarse verbalmente (mutismo) en entornos poco familiares y/o con personas poco conocidas mientras que hablan con normalidad en ámbitos donde se sienten cómodos y seguros (selectivo).
¿Cuál es la causa del mutismo selectivo?
La causa es psicológica y está asociada a un trastorno de ansiedad como la fobia social. El DSM V establece como criterios diagnósticos los siguientes:
- Fracaso a la hora de hablar en situaciones sociales específicas en las que existe expectativa por hablar a pesar de hacerlo en otras situaciones.
- La alteración interfiere en los logros educativos y laborales o en la comunicación social.
- Duración de al menos un mes.
- No se explica mejor por un trastorno de la comunicación, ni se produce por trastorno del espectro del autismo, ni cualquier otro trastorno psicótico.
- No se puede atribuir a la falta de conocimiento del lenguaje hablado.
¿Cómo saber si un niño tiene mutismo selectivo?
Para entenderlo fácilmente, estaríamos hablando de niños con un trastorno de ansiedad que hace que sean incapaces de hablar en contextos como, por ejemplo, la escuela o reuniones sociales, aunque se comunican perfectamente en casa.
Aunque no existe una razón lógica para el miedo a hablar en dichos contextos, las sensaciones que el niño experimenta son reales. El niño experimenta ansiedad ante situaciones que percibe como amenazantes y se produce el bloqueo.
Suele tratarse de niños tímidos, con dificultad para separarse de sus padres, comportamientos dependientes e inflexibles y perfeccionistas.
Síntomas del mutismo selectivo infantil
Además de la incapacidad para hablar en determinados contextos, la sintomatología puede incluir:
- Síntomas físicos como dolor de estómago, náuseas, diarrea, dolor en el pecho o dificultad para respirar.
- Síntomas emocionales.
- Retrasos en el desarrollo.
- Síntomas comportamentales (cambios de humor, inflexibilidad, negación…).
- Hipersensibilidad.
Las dificultades de comunicación, en ocasiones, no se circunscriben solo al plano verbal, sino que pueden abarcar también la comunicación no verbal, es decir, los niños y niñas con mutismo selectivo pueden ser incapaces de comunicarse también a nivel no verbal paralizándose y mostrando rigidez en la interacción, falta de expresividad facial y escaso contacto visual.
En la escuela, la dificultad en la iniciativa comunicativa hace que demoren las respuestas y aparezca frustración por lo que los profesores pueden interpretar erróneamente la capacidad cognitiva de estos niños.
¿Cómo se cura el mutismo selectivo? Mutismo selectivo infantil: Tratamiento
Si sospechamos que nuestro hijo o hija padece mutismo selectivo es fundamental buscar la ayuda de un equipo profesional adecuado. Lo ideal sería poder trabajar con un psicólogo infantil y/o un logopeda especializado. Si lo deseas, en la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de expertos en crianza respetuosa, salud y desarrollo infantil.
En estos casos, el tratamiento va a consistir en desarrollar técnicas para reducir la ansiedad y exponer de manera gradual al niño a las situaciones que le dan miedo.
Este proceso debe hacerse de forma gradual y controlada para que el niño o la niña pueda afrontarlo de forma positiva. Asimismo, el profesional debe dar modelo al niño y proporcionarle estrategias y herramientas para entrenar cómo hacer en las situaciones que teme.
Aunque el trabajo de los profesionales es imprescindible, aquello que hacemos en casa también es importante a la hora de ayudarles, puesto que la mejoría va a depender también de las estrategias que nosotros utilicemos para afrontar el problema.
¿Qué podemos hacer entonces desde el ámbito familiar?
Es posible que penséis que desde casa poco podemos hacer ya que suele ser el entorno de seguridad en que se comunican normalmente. Nada más lejos de la realidad. En la vida diaria aparecen múltiples ocasiones en las que podemos hacer de puente entre los actos comunicativos en los que sienten seguros y los que les producen ansiedad. Salir a comprar a una tienda o encontrarnos con un vecino poco conocido pueden ser alguna de estas situaciones.
Ya hemos hablado en otra ocasión sobre cómo actuar cuando nuestros hijos no quieren hablar en público. Salvando las distancias, puesto que en este caso, en realidad no es que no quieran sino que no pueden porque hay detrás un trastorno de ansiedad, las pautas sobre cómo actuar serían muy similares. Las resumimos a continuación:
- Elegir al principio situaciones de corta duración.
- Visualizar y entrenar lo que vamos a hacer: por ejemplo, les anticiparemos que vamos a entrar en una tienda, donde saludaremos, pediremos lo que necesitamos, pagaremos y nos despediremos.
- Permanecer a su lado y compartir el peso de la conversación si se bloquea.
- No obligar a hablar: al comienzo puede valer con saludar con la mano o sonriendo.
- No hacer comentarios sobre la dificultad delante de él y evitar comentarios como “es muy tímido” o “se le ha comido la lengua el gato” que puedan evidenciarle o ridiculizarle.
Finalmente, dado que uno de los contextos en los que suele aparecer el mutismo es el escolar, debemos incidir en la idoneidad de establecer con el profesorado una vía de comunicación eficaz en la que se puedan ir marcando objetivos conjuntos que se puedan trabajar en casa. Para ello, además del profesorado, debe implicarse el equipo de orientación.
Vamos a suponer que una de las tareas es exponer un trabajo en clase. No se trata de evitar la tarea al niño o la niña con mutismo selectivo sino de proporcionarle estrategias para que pueda afrontarla con el menor nivel de ansiedad posible. Si el niño está ya en primaria se pueden pactar los objetivos con él. Por ejemplo, disminuir el tiempo de exposición, hacerlo desde su sitio, tener el apoyo de un compañero, exponerlo solo delante del profesor o de unos pocos compañeros, entrenarlo en casa, etc. son posibles opciones de debemos barajar para que, poco a poco, pueda ir participando activamente en clase.
Por tanto, como siempre, respeto y acompañamiento por parte de familia, maestros y profesionales implicados con el objetivo claro de disminuir el nivel de ansiedad, eliminar el sufrimiento que les produce y, en consecuencia, mejorar la calidad de vida de estos niños.
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