Se descubre que los niños activos son más resilientes

La resiliencia es la capacidad para adaptarse bien tras sufrir reveses o atravesar situaciones desconocidas, complejas o estresantes

Los niños que hacen más de una hora de ejercicio al día, como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), producen menos cortisol que los niños que son menos activos. Por tanto, los peques activos son niños resilientes, que se frustran menos y padecen menos estrés.

¿Qué es la resiliencia?

La resiliencia es la capacidad de adaptarse bien a la adversidad (un trauma, una tragedia, una amenaza, una fuente de tensión significativa –como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes de cualquier tipo: económicas, financieras, etc.–).

¿Qué nos enseña la resiliencia?

La resiliencia es la habilidad emocional y cognitiva para enfrentar y transformar constructivamente situaciones que pueden causar daño o sufrimiento, o pueden suponer una cierta amenaza para el desarrollo personal o profesional.

¿Qué causa la falta de resiliencia?

El bienestar de las personas con baja resiliencia depende de factores externos que a menudo la persona no puede controlar, se sienten abrumados con facilidad, se estresan, se estancan en los problemas y sienten angustia frecuentemente.

 

Trauma infantil y dolor crónico en la edad adulta

 

Si se carece de resiliencia, los problemas se pueden convertir en obsesiones o se recurren a mecanismos de afrontamiento poco saludables, como el abuso de sustancias, los trastornos alimentarios y los comportamientos riesgosos.

¿Cómo son los niños resilientes?

¿Cómo podemos saber si una persona es resiliente? ¿Los niños resilientes son aquellos capaces de aprender de los contratiempos y seguir adelante. Conciben el error como una oportunidad de aprendizaje.

Pero entonces, ¿cuáles son las cualidades de una persona resiliente? Las niñas y los niños resilientes no necesitan «triunfar», ser los mejores, alcanzar una meta, ser fuertes ni optimistas. Sencillamente, tienen una enorme capacidad de adaptación que les permite mantener un cierto nivel de bienestar ante cualquier circunstancia.

No es que sean insensibles, sino que son capaces de enfrentarse a las vicisitudes de la vida con mayor entereza y menor tensión emocional.

Cómo desarrollar la resiliencia en los niños

 

Los niños activos son niños resilientes

 

¿Qué necesita un niño para desarrollar resiliencia? ¿Cómo se puede educar la resiliencia? Es importante destacar que algunos niños son por naturaleza más resilientes que otros. Sin embargo, la resiliencia es una capacidad que se puede enseñar en la casa y en la escuela.

De hecho, muchos docentes utilizan estrategias para ayudar a los niños y niñas a gestionar la frustración en el aula, ayudándoles a reconocer sus errores y animándoles a superarse a sí mismos aprendiendo de sus equivocaciones.

Estas son algunas maneras de ayudar a los niños y niñas a afrontar la adversidad y desarrollar resiliencia:

  • Enseñarles a reconocer y gestionar sus sentimientos. Lidiar con dificultades o desilusiones no es agradable, pero decir a los niños que no es tan malo como parece o que no deberían sentirse mal no los hace más fuertes ni los ayuda a sobrellevar la situación. Es mejor ayudarlos a reconocer y hablar de sus sentimientos, incluso los negativos, porque tendrán que lidiar con ellos muchas veces a lo largo de su vida.
  • Dejar que se enfrenten a contratiempos y desafíos. La capacidad de resolver situaciones por sí mismos, sin que los padres traten de evitarles disgustos, fortalece la autoestima de los niños y los entrena para la vida. No siempre es posible conseguir lo que uno quiere, por más que lo deseemos. La frustración se supera cuando nos familiarizamos con ella, encarándonos a ella muchas veces. Evitar los desafíos no desarrolla resiliencia, pero solucionarlos sí.

 

Los niños activos son niños resilientes

 

  • Ayudar a reconocer abiertamente sus debilidades y fortalezas. Podemos hablar de sus habilidades y defectos para que las vean y las entiendan, pero sin exagerar. Si insistimos demasiado podemos caer en el riesgo de etiquetar al niño, lo cual podría condicionar su autoconcepto. Sencillamente, podemos recordarle cómo sus fortalezas los han ayudado en situaciones difíciles en el pasado o transmitirle la idea de que no pasa nada si no es bueno en mates porque se le da genial lengua y no se puede ser «bueno» o «malo» en todo.
  • Fomentar su autonomía. Los padres a menudo caemos en la tentación de hacer las cosas por ellos, cuando lo saludable es ofrecer a los niños apoyo sin llegar a intervenir. La autonomía personal es un factor clave para la autoestima. Los niños resilientes se sobreponen, vuelven a intentarlo y buscan soluciones. Propiciar ese comportamiento solo es posible ofreciendo ayuda, pero sin intervenir para arreglar las cosas directamente por ellos.
  • Hablar de las lecciones aprendidas para valorar los logros. Los niños que piensan y aprenden de manera diferente necesitan encontrar enseñanzas de las situaciones. Un sencillo ejercicio de refuerzo positivo consiste en ayudarles a valorar las cosas positivas, las metas alcanzadas, etc. y cómo el aprendizaje de los pequeños errores les ha ayudado a alcanzar grandes logros.
  • Enseñarles a pedir ayuda. Los niños necesitan saber que tener dificultades o equivocarse no es un signo de debilidad, y que saber pedir ayuda es una fortaleza.
  • Pensamiento positivo. Podemos ayudar a nuestros hijos e hijas a ser positivos. Considerar que, generalmente, las cosas pueden mejorar con esfuerzo y que no estamos atrapados en el lugar en el que estamos ahora mismo juega un papel importante en la resiliencia.

 

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En resumen, las resiliencia se puede inculcar y hay no pocos estudios para ayudar a desarrollar resiliencia en adolescentes y niños. El más reciente propone un recurso muy sencillo para saber cómo trabajar la resiliencia en niños: con una hora de ejercicio físico al día.

¿Cómo se puede fortalecer la resiliencia?: El deporte como fuente de resiliencia infantil

Estamos acostumbrados a escuchar que el deporte ayuda a aliviar el estrés, la ansiedad y la depresión en los adultos. ¿Pero esto también se aplica a los niños? ¿El ejercicio físico les ayuda a manejar las presiones para lograr mejores logros?

Un equipo de investigación dirigido por el Dr. Manuel Hanke y el Dr. Sebastian Ludyga del Departamento de Deporte, Ejercicio y Salud de la Universidad de Basilea en Suiza examinó recientemente el efecto de la actividad física en los niveles de estrés de los niños.

Para su estudio, publicado en el Journal of Science and Medicine in Sport, hicieron que 110 niños de entre 10 y 13 años usaran un sensor que rastreaba su movimiento diario durante el transcurso de una semana.

 

Los niños activos son niños resilientes

 

Posteriormente, llevaron a los participantes al laboratorio en 2 ocasiones para completar una tarea estresante y otra tarea no estresante. Los investigadores probaron la reacción física de los niños al estrés mediante la concentración de la hormona del estrés cortisol en su saliva.

«Queríamos determinar si la actividad física hace que los niños sean más resilientes en circunstancias controladas en laboratorio», explica el director del proyecto, Sebastian Ludyga.

Para su estudio, los investigadores utilizaron la prueba de estrés social para niños de Trier: los participantes tuvieron que leer una historia con un final abierto, luego tuvieron 5 minutos para prepararse antes de usar sus notas para contar el resto de la historia ante un jurado. Lo que no sabían de antemano era que el tiempo de preparación se mantuvo intencionalmente tan corto que no sería suficiente.

Esta tarea fue seguida por una tarea aritmética aparentemente simple en la que se pidió a los participantes que redujeran repetidamente un número de 3 dígitos altos en un valor determinado en el transcurso de cinco minutos. El estrés en esta tarea es causado principalmente por errores, que requieren que el participante reinicie la tarea desde el principio.

 

Los niños activos son niños resilientes

 

En la tarea de control, que se llevó a cabo en otra ocasión, los niños también tuvieron que leer una historia, pero luego discutieron preguntas generales sobre la historia con un investigador sin ninguna presión para realizarla. En ambas sesiones, los investigadores tomaron muestras de saliva a intervalos regulares antes y después de las tareas para medir los niveles de cortisol.

Menos cortisol y mayor resiliencia en niños activos

Los resultados mostraron que los niños que hacían más de una hora de ejercicio al día, como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), de hecho producían menos cortisol en las tareas estresantes que los niños que eran menos activos.

«Los niños regularmente activos parecen tener una reacción fisiológica reducida al estrés en general», señala Manuel Hanke, autor principal del estudio.

Incluso en la tarea de control, no estresante, que implicaba una situación desconocida, lo que la hacía aún algo inquietante para los niños participantes, hubo una diferencia en los niveles de cortisol entre los niños más y menos activos, aunque los niveles generales de cortisol eran más bajos que en la tarea de estrés.

El ejercicio genera una apreciación positiva del estrés que beneficia académicamente a los niños

 

Los niños activos son niños resilientes

 

Una posible explicación a este hallazgo podría ser que los niveles de cortisol también aumentan durante el ejercicio, afirma Sebastian Ludyga.

«Cuando los niños corren, nadan, trepan, etc. con regularidad, el cerebro aprende a asociar un aumento de cortisol con algo positivo. La reacción del cuerpo siempre tiene también un componente cognitivo: esta asociación positiva ayuda a evitar que la concentración de cortisol aumente a un nivel demasiado alto también en situaciones de exámenes«, explica.

«El estrés puede interferir con el pensamiento. Algunos de nosotros estamos familiarizados con esto en su forma más extrema: un apagón», explica Hanke.

Además del análisis de las muestras de saliva, los investigadores también examinaron las reacciones cognitivas a la tarea de estrés registrando las ondas cerebrales de los participantes mediante electroencefalograma (EEG).

 

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Precisamente, el equipo de investigadores pretende ahora determinar si la actividad física también influye en estos efectos cognitivos del estrés. Y es que en el deporte los niños y niñas se habituan a lidiar con el fracaso y a seguir entrenando para obtener futuros logros. Al fin y al cabo ¡no siempre se puede ganar!

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16 enero, 2024

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