¿Es positivo obligar a los niños a leer cuando están aprendiendo?

Más que obligar, debemos ofrecer oportunidades atractivas, despertar su curiosidad y acompañar en el proceso

A muchos peques no les gusta leer, pero aún así es necesario que adquieran la habilidad de la lectoescritura a partir de primero de Primaria. Los docentes advierten de que leer no debería ser un castigo para ellos, pero ¿qué hacemos si nuestros hijos no quieren ni acercarse a un cuento? ¿Es recomendable obligar a los niños a leer cuando están aprendiendo?

Por qué no debemos obligar a los niños a leer

Visualiza. Tarde de domingo. Quizá haga frío o llueva o, simplemente, no apetece salir. La familia en el salón. Los mayores con un libro en las manos. Los peques juguetean con cuentos… Idílico, ¿verdad?

Lo cierto es que existen tantos perfiles lectores como familias así que podemos encontrar ávidos lectores entre los hijos de grandes lectores, peques a los que no les atrae la lectura aunque sus padres devoren libros, y papás y mamás a los que no les guste leer con niños que siempre piden cuentos como regalo de cumpleaños.

Sin embargo, a casi todos nosotros nos gustaría que a nuestros hijos les gustara leer desde el comienzo. Pero esto no siempre es así. ¿Qué podemos hacer?

 

¿Es positivo obligar a leer a los niños cuando están aprendiendo?

 

En primer lugar, debemos tener en cuenta que aprender a leer es un proceso cognitivo que necesita su tiempo y su esfuerzo. Por tanto, es preciso que conozcamos si nuestros peques están preparados para comenzar a leer y si muestran interés.

El currículo de Educación Infantil contempla únicamente un primer acercamiento a la lectoescritura, pero es frecuente que, en el último curso de esta etapa, los niños comiencen a leer. Es en primero de Primaria donde la lectura se convierte en un objetivo prioritario.

¿Qué ocurre cuando los peques no muestran interés o, aún más, muestran rechazo a la lectura? ¿Debemos obligarles a que lean? Como siempre, la respuesta tiene matices.

En principio, más que obligar, debemos ofrecer oportunidades atractivas, despertar su curiosidad y acompañar en el proceso llevando el peso nosotros al comienzo para, poco a poco, transferírselo a ellos. ¿Cómo podemos llevar a cabo esto con éxito? Actuando con picardía. Sí, con picardía. 

 

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A lo largo del día encontramos múltiples situaciones en las que interviene la lectura. Quizá no seamos conscientes de ellas porque nuestro cerebro adulto las ha automatizado y no nos damos cuenta de que estamos leyendo. De hecho, una de las cuestiones que me parece más fascinante del aprendizaje de la lectura es que, una vez que se completa, no puedes no leer. Incluso si piensas conscientemente “no voy a leer ese cartel”, si lo miras, lo lees.

Pero hasta llegar a ese nivel de automatización, el proceso es costoso así que, merece la pena aprovechar cada oportunidad que encontremos.

Juegos para motivar a los niños a leer

Con los más pequeños podemos: 

  • Jugar a encontrar una letra concreta en los rótulos que veamos por la calle.
  • Leer una palabra de un cartel (por ejemplo el nombre de una tienda) y decir otra que empiece por la misma letra o que rime con la anterior.
  • Leer instrucciones sencillas (saber que leer sirve para algo aumenta la motivación).
  • Recortar letras de los folletos del supermercado y formar palabras.
  • Construir letras de plastilina u otros materiales.
  • Pedirles ayuda para encontrar un cuento concreto (de manera que tengan que ir leyendo los lomos de cuantos libros haya en la estantería).
  • Aprovechar los envases para leer alguna palabra que aparezca en ellos.
  • Proponerles que lean un cuento a sus hermanos pequeños, a una mascota o incluso a los peluches (el hecho de leer para alguien que sabe menos, hace que se relajen).

 

¿Es positivo obligar a leer a los niños cuando están aprendiendo?

 

Igualmente importante es que elijamos momentos relajados para leer. Debemos tener en cuenta que necesitaremos unos minutos, que a veces se hacen eternos, para escoger cuento, otro ratito para acomodarse, algún comentario inicial y… ¡a leer! Si no vamos a disponer de ese tiempo, quizá sea mejor jugar con letras o hacer otra actividad.

Una vez que estamos listos, vamos a compartir la lectura con ellos. No pasa nada por leer nosotros casi todo el texto al comienzo. No en vano, la narración oral también es una forma de literatura. Si teatralizamos, si paramos cada cierto tiempo para hacer alguna pregunta que les pueda sorprender y querer continuar o si aportamos misterio a la lectura, será más sencillo que puedan subirse al tren del hábito lector.

En este punto quiero ser realista y, a veces, ocurre que los niños te ven leer, les ofreces oportunidades, les propones elegir y leerles el cuento y participar en la medida que quieran y… nada funciona: no les gusta. A muchos adultos no les gusta leer. No pasa nada porque la lectura no esté entre sus aficiones, pero sabemos que, a lo largo de la escolarización la lectura tiene un gran peso.

 

 

Y es entonces cuando sopesamos si hay que obligarles puesto que, tarde o temprano, van a tener que leer (el libro de texto, lecturas obligatorias del colegio…)

Por qué no es bueno obligar a leer a los niños

Mi recomendación en este sentido pasa por explicarles por qué es importante que lean y para qué les va a servir. Además, debemos hacerles conscientes de que, igual que cuanto más entrenan en un deporte, mejor lo hacen y más fácil les parece, con la lectura ocurre igual. Se trata de que sepan que cuanto más lean, más fácil será.

Un truco que puede funcionar es cambiar el “¿quieres que leamos un cuento?” por “¡vamos a leer un cuento!”, es decir, dar por hecho a través de nuestras palabras que vamos a hacerlo y además será divertido.

 

¿Es positivo obligar a leer a los niños cuando están aprendiendo?

 

Y, a partir de ahí, llegan las negociaciones. Empezaremos por pactar la lectura de unas pocas palabras o párrafos dependiendo de la edad para poco a poco ir aumentando. Fragmentar la lectura en partes más pequeñas suele ser una buena idea porque dejan de percibirlo como inabarcable. Se trata de que los peques tengan sensación de éxito y no tensar la cuerda tanto como para que se rompa.

En resumen, más que obligar debemos ofrecer oportunidades, promover que les resulte atractiva la lectura y, si no funciona, explicar y negociar. Y, por supuesto, si se detecta que la falta de interés o el rechazo pueden ser consecuencia de una dificultad de aprendizaje, consultar a un profesional. En la Tribu CSC puedes contactar online conmigo o con el resto de profesionales del equipo de Criar con Sentido Común.

 

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