"Maríaaaa, Maríaaaaa, Maríaaaaaaaaa… Es que le digo las cosas ochenta veces y como quien oye llover. No me hace caso. Parece que no me escucha cuando le hablo". Esta situación u otras similares se repiten…
La crianza puede ser un reto agotador. Un bebé requiere atención continua y, cuando va creciendo, aunque las necesidades básicas van siendo más sencillas de cubrir, la atención que implica la crianza sigue siendo muy grande; y las medidas de conciliación brillan por su ausencia, lo cual tampoco ayuda a sobrellevar esta compleja tarea. A pesar de ello, hoy hablamos de por qué no debemos dejarnos llevar por el desbordamiento emocional y llamar pesados a los hijos.
Mi hijo es muy pesado
Las madres y los padres no somos las únicas personas que sufrimos esta falta de tiempo y de medidas para conciliar. Los niños y las niñas también sufren por esta falta de atención. En la mayoría de los hogares hay que hacer malabarismos para conseguir atender a niños y niñas mientras los dos miembros de la pareja, cuando la hay, mantienen su actividad laboral.
Mamáááááá, quiero agua. Pamáááááá, tengo miedo. Mamáááááá, el hermano me ha pegado. Pamáááááá, quiero estar contigo. Mamáááááá, mamáááááá, Mamáááááá. Pamáááááá, pamáááááá, pamáááááá.
Puede resultar abrumador. Lo sé. No es fácil conectar con tanta demanda de atención mientras se nos exige que sigamos rindiendo en el resto de facetas de nuestras vidas como si no estuviéramos criando; como si no conviviéramos con personitas que requieren nuestra atención de manera continua.
Y, ante esta situación, es fácil que nos sintamos desbordadas/os y caigamos en el error de llamarles “pesado” o “pesada”. Y digo error, porque aunque puede que lo hagamos de manera inconsciente, cada una de las palabras que les dirigimos tienen un peso en sus vidas.
También es cierto que cada niño o niña vive las situaciones y expresa las emociones de distinta forma y que, puede haber casos, en los que la intensidad o la insistencia nos desborden. Pero debemos tomar conciencia de que su demanda y su insistencia surgen de esa necesidad de atención y de ser visibles para nosotros/as, que para ellos/as es una necesidad básica y esencial para su supervivencia. Lo que en Disciplina Positiva llamamos la necesidad de pertenencia y significancia.
Por qué no llamar pesados a los hijos
Es fácil escuchar a una mamá decir frases como “Mi hijo es muy pesado”. O a un papá decir algo así como “Mi hija es muy pesada con otros niños”. Sin embargo, como ya hemos comentado, cada palabra que decimos sobre nuestros hijos y nuestras hijas se convierte en una etiqueta que les lastra y les condiciona; y más aún, si se les dice con frecuencia.
Pero es que además de los perjuicios que conlleva cualquier calificativo peyorativo que se asigne a los niños o las niñas, cuando les decimos que son pesados les estamos transmitiendo un mensaje muy negativo. Cuando le decimos a un niño que es muy pesado, le estamos haciendo sentir poco querido y poco valorado. Cuando le decimos a una niña que es muy pesada le estamos transmitiendo la idea de que no es importante para nosotros/as, de que sus asuntos y sus emociones no nos interesan. Justamente lo contrario de lo que necesitan y de lo que están reclamando con esa conducta que tanto nos exaspera.
Además, es injusto. Esa conducta que tanto desasosiego nos produce es exactamente la misma conducta que otra persona gestiona y acompaña con calma, así que ese desasosiego es nuestro y no es justo que responsabilicemos a nuestros hijos e hijas por ello.
Es más productivo y más respetuoso que aprendamos a tomar distancia, aislarnos de la situación y tomar conciencia de que nos estamos dejando llevar por el piloto automático. Si somos capaces de frenar y acompañar desde la conexión y el respeto es más probable que solventemos la situación de forma satisfactoria para todas las partes y que, de paso, nos ahorremos el daño gratuito que les hacemos cuando les llamamos “pesado” o “pesada”.
En la Tribu CSC acompañamos a muchas familias en esta apasionante y compleja aventura de la crianza apostando siempre por un modelo respetuoso.
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