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El 4 de marzo se celebra el Día Mundial contra la Obesidad Infantil. Según datos de 2019, en España el 23,3% de los niños de entre seis y nueve años tiene sobrepeso y un 17,3% sufre obesidad. Hoy nos centramos en los factores de riesgo de la obesidad infantil.
Cifras de la obesidad infantil
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el sobrepeso y la obesidad como «una acumulación anormal y excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud». Se calcula que, en el mundo, 41 millones de niños de menos de cinco años y 340 millones de menores hasta 19 años sufren alguna de estas dos circunstancias. Las cifras que cita la OMS son de 2016, pero el artículo es del año pasado.
En España los datos generales son del año 2017 y los recoge el Ministerio de Sanidad en su web. La prevalencia del sobrepeso es del 18,26% en menores de 18 años (sin prácticamente diferencias entre niños y niñas). La obesidad infantil afecta a un 10% de lo niños.
El último estudio Aladino (de 2019) realizó una muestra aleatoria con 16.665 escolares de entre seis y nueve años de 276 centros de educación primaria de España. De ellos, 23 de cada 100 tenía sobrepeso y un 17,3%, obesidad infantil. La alimentación infantil y la actividad física son muy importantes para luchar contra esta otra pandemia del siglo XXI. En la Tribu CSC podéis contactar online con nuestro equipo de profesionales en salud materno-infantil y crianza respetuosa.
El factor genético de la obesidad
Las principales causas de la obesidad infantil común están relacionadas con una nutrición hipercalórica y mal estructurada y el sedentarismo. Sin embargo, no a todos los niños les afecta igual. Según un artículo de la revista de Endocrinología Pediátrica, existe base «endógena» relacionada con la información genética de cada individuo que actúa como factor importante a la hora de desarrollar obesidad infantil.
Según los autores de este texto, esto explicaría la «gran heredabilidad familiar» de la obesidad. Existe, de hecho, un tipo de obesidad (obesidad monogénica) que es consecuencia de la alteración de un único gen, «que representa en torno al 5% de los casos de obesidad severa no sindrómica».
En líneas generales, la obesidad se considera una enfermedad multifactorial con una alta heredabilidad (50-75%).
Factores de riesgo de la obesidad infantil: Hábitos alimenticios
Los cambios en los hábitos alimentarios de los últimas décadas, junto a un estilo de vida menos activo, son fuente principal del aumento de la obesidad en la etapa infantil. Aunque la mayoría de niños y niñas desayunan, pocos realizan un desayuno completo y saludable (lácteos, cereales y fruta). Alrededor del 53,9% de los niños y niñas de la encuesta Aladino consumen algún producto de bollería, zumos o batidos en el desayuno.
También es llamativo que el consumo de frutas y verduras no cumpla la recomendación de cinco porciones de fruta y/o verdura a diario. Solo el 37,1% de los escolares de la encuesta Aladino toman fruta fresca a diario y un 13,4%, verduras.
El consumo de precocinados, de comida rápida y de dulces también influye en la dieta de niños y niñas y aboca a mucho de ellos al sobrepeso y la obesidad infantil. Entre nuestros cursos puedes encontrar un nutrido grupo dedicados a alimentación infantil.
La actividad física
La disminución de la actividad física en los niños y el aumento del sedentarismo se produce cada vez más pronto. Al menos así lo ha constatado un estudio que analizó los hábitos de 600 niños de 6, 8 y 11 años durante cinco años. La actividad física se mantuvo estable prácticamente hasta los ocho años (aunque algunos niños se volvieron sedentarios ya con seis) y empieza a disminuir principalmente a partir de los 11 años.
Y, sin embargo, la actividad física es fundamental para los niños. Contribuye al desarrollo físico, motor y cognitivo y al mantenimiento de la salud. La inactividad es uno de los factores de riesgo de obesidad infantil más importante (junto a la alimentación).
El estudio Aladino refleja que el sedentarismo es más acusado en las niñas (25% frente a 23% en los niños), mientras que hay un mayor porcentaje de niños que pueden considerarse físicamente activos (75,4% frente a 65,2% en las niñas).
Curiosamente, España se encuentra entre los países europeos con un mayor porcentaje de escolares que realizan al menos dos horas diarias de actividades deportivas.
Uso de pantallas y sueño infantil
El tiempo de exposición de pantallas es otro de los factores de riesgo de obesidad infantil. Según el estudio Aladino 2019, el 26,3% de los escolares dedican dos horas o más a ver la televisión o a usar dispositivos electrónicos entre semana y un 75,4% los fines de semana.
Además, hay muchos niños que tienen televisión en su propio cuarto e incluso consolas. Frente a un uso responsable de pantallas, la pandemia del coronavirus ha incidido negativamente en este aspecto y el acceso de los menores a móviles, tablets y otros dispositivos ha aumentado (y el riesgo de acoso por internet a menores). Estar muchas horas frente a una pantalla aparta a los niños de la actividad física y de la imaginación, además de afectar a su estado emocional.
Otro de los factores de riesgo de la obesidad infantil está relacionado con los hábitos de sueño. La mayoría de escolares (97,3%) duermen menos de nueve horas al día y el 61,8% lo hacen al menos 10 horas, según los datos de la Iniciativa Europea de Vigilancia de la Obesidad Infantil, a la que pertenece España. El informe Aladino constata que los escolares con sobrepeso dedican menos horas a dormir.
El uso inadecuado de pantallas afecta al sueño infantil, provocando trastornos del sueño en niños y adolescentes.
Otro factor de riesgo de la obesidad infantil: El entorno familiar
El entorno familiar del menor también influye en sus hábitos. El estudio Aladino 2019 relaciona el sobrepeso u obesidad infantil con el nivel socioeconómico familiar. Unos recursos económicos escasos inciden directamente en la cesta de la compra (con menos posibilidades de adquirir determinados alimentos y con la frecuencia necesaria), pero también en las actividades extraescolares que se le puede ofrecer a los hijos.
Las jornadas laborales maratonianas y la falta de conciliación también puede perjudicar las actividades en el exterior.
Pero, además, existe una falsa creencia de que un niño o niña regordete es sinónimo de salud. Hay personas que creen que los más pequeños necesitan ingerir muchas calorías o se ofrecen los alimentos de manera que se favorece esa ingesta innecesaria de energía (cuando, por ejemplo, el Baby Led Weaning (el BLW) se ha demostrado como una fórmula de alimentar a los bebés que también lucha contra la obesidad infantil).
En el post sobre lo inoportuno de hablar del peso delante de los niños, se hace referencia a un artículo publicado en Anales de Pediatría donde se constata precisamente esa falta de consciencia por parte de muchos adultos. En él, se refleja que el 78% de los padres con hijos con sobrepeso son conscientes de ello, pero lo banalizan o no le dan importancia. Es decir, que a muchos adultos les cuesta reconocerlo o se sienten culpables.
¿Cómo luchar contra la obesidad infantil?
Como vemos son muchos los factores que influyen en la obesidad infantil. Como padres lo primero que deberíamos hacer es tomar conciencia de ello. Los hábitos alimenticios y promover la actividad física de nuestros hijos está en nuestra mano. También ofrecer alternativas al uso de pantallas y procurar un adecuado descanso para favorecer el sueño infantil.
La sociedad en general también debe contribuir a favorecer el acceso a dietas más saludables (por ejemplo, en los comedores escolares) y en limitar los productos azucarados o al menos dar información clara sobre la composición de los alimentos, y promover estilos de vida más activos desde pequeños.
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