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La crítica nunca es un buen correctivo ya que puede dañar la autoestima del adolescente, ponerlo a la defensiva, despertar resistencia, reducir su confianza y romper la seguridad de la relación con sus padres. Tanto más si el adolescente está deprimido. Por tanto, los expertos recomiendan poner en marcha alternativas menos dañinas y más productivas.
¿Cómo afectan los comentarios de los padres a los hijos?
Escuchar críticas nunca es agradable escuchar, pero a algunos adolescentes les afecta más que a otros, según una investigación Lisanne van Houtum, psicobióloga, neurocientífica e investigadora en el proyecto RE-PAIR de la Unidad de Psicología Clínica de la Universidad de Leiden, un estudio que examina la relación bidireccional entre las interacciones entre padres y adolescentes y los síntomas depresivos en los adolescentes.
Su investigación demuestra que los adolescentes con depresión parecen ser más sensibles a las críticas de sus padres que sus compañeros sanos.
«Los jóvenes sanos reaccionan principalmente a las críticas de sus padres que consideran injustificadas, como ‘eres egoísta’, cuando sienten que siempre están dispuestos a ayudar a los demás.
Les resulta más fácil no permitir críticas justificadas, por lo que solo aceptan las críticas con las que están de acuerdo. Esto es diferente para los adolescentes con depresión: se toman en serio todas las críticas«, sostiene Van Houtum.
Resonancia magnética del cerebro adolescente: Respuestas afectivas y neuronales a las críticas y elogios de los padres en adolescentes con depresión
Van Houtum y otros investigadores de la Universidad de Leiden investigaron la relación entre padres e hijos de 12 a 18 años. Se utilizaron resonancias magnéticas para observar la actividad cerebral de los jóvenes mientras recibían críticas y elogios de sus padres. Posteriormente, los jóvenes tuvieron que responder preguntas sobre su estado de ánimo y sus sentimientos.
De padres a hijos: ¿Qué provocan los malos comentarios?
Los investigadores descubrieron que la crítica de los progenitores activa regiones del cerebro en jóvenes sanos que están involucradas en el procesamiento de las emociones y el dolor. En otras palabras: la crítica duele. Los hallazgos fueron en gran medida los mismos para los jóvenes que padecían sentimientos de depresión, pero en estos últimos el daño era mayor.
«Pero sí vimos más actividad, entre otros, en el hipocampo, la región del cerebro que es importante para nuestra memoria. Esto podría significar que los jóvenes con depresión eran almacenaban más en su memoria las críticas de los padres. Aunque todavía no podemos decirlo con certeza», dice Van Houtum.
Esto significa que los adolescentes deprimidos son más sensibles a los efectos de las críticas y las consecuencias de las mismas permanecen durante más tiempo en su memoria.
Los adolescentes con depresión enumeraron más comentarios negativos que positivos después de la resonancia magnética, mientras que el grupo sin depresión no mostró diferencias en esto. «Parece que los adolescentes sanos tienen mucha más afinación a la hora de procesar las emociones«, dice Van Houtum.
«Son mejores para filtrar las críticas que consideran justificadas o injustificadas. En el caso de los adolescentes con depresión, todas las críticas les hacen sentir peor.
Al mismo tiempo, podemos ver que el estado de ánimo, tanto de los adolescentes deprimidos como de los sanos, recibe un impulso adicional cuando reciben un cumplido que coincida con su propia imagen», añade la experta.
¿Cómo afectan las críticas a los adolescentes?
¿Cómo nos afectan los comentarios negativos? ¿Cómo pueden llegar a afectar las críticas a una persona? ¿Qué es lo que más afecta a los adolescentes? Basta conocer los principios generales del Efecto Pigmalión para saber que las palabras tienen un peso mayor del que a menudo imaginamos. Sobre todo si provienen de nuestro círculo más íntimo, de personas a las que queremos y en las que confiamos.
Aunque sea muy común que un adolescente aparente descartar la crítica de sus padres y reaccione a ella con resistencia y reactividad («¡No me importa lo que pienses de mí!»), fingen. Están mintiendo: en realidad, les importa demasiado como para manifestarlo.
Todavía necesitan sentir que brillan a los ojos de los padres porque atraviesan un momento de inseguridad y transición a la vida adulta (la adolescencia) en el que aún les resulta difícil brillar por sí mismos y confiar por completo en su autosuficiencia y valía personal.
La adolescencia es una edad crítica en la que la persona joven se vuelve más consciente de sí misma y se compara más con sus pares, en tanto se vuelve más crítico con sus padres, sintiéndose fácilmente herido u ofendido, todo lo cual perjudica la relación.
Es una etapa en la que el cambio en el desarrollo está en marcha y gran parte de las fricciones que se originan se desarrollan en el marco del propio proceso interno del adolescente, no tanto por causas externas o por terceras personas.
¿Cómo se «regaña» a un adolescente?
Los padres que quieran ayudar a sus hijos harían bien en seguir hablando con ellos, afirma Van Houtum. Pero cuidado, porque la experta alerta del riesgo de una mala comunicación. Por ejemplo, con relativa frecuencia los padres describían a sus hijos deprimidos como perezosos.
«Si ve a su hijo pasar todo el día en el sofá o en la cama, como padre puede pensar que su hijo no quiere hacer nada, pero son los sentimientos de tristeza y apatía los que significan que simplemente no puede», sostiene la autora.
No todas las críticas son iguales
Los psicólogos explican que la crítica puede ser útil cuando informa, fomenta la comprensión y mejora el funcionamiento. Es decir, cuando es una crítica constructiva, y se enfoca de forma positiva en compartir la sabiduría de una experiencia de vida más larga.
En cambio, puede ser dañina cuando ataca la imagen y daña la autoestima. Es decir, cuando juzga negativamente en función de las preferencias personales.
En el primer caso, uno puede sentirse mejorado porque está siendo aconsejado; en el segundo caso, uno puede sentirse menospreciado porque está siendo atacado. Los padres deben ser siempre conscientes de esta diferencia.
¿Cómo puedo hablar con mi hijo adolescente?
Los investigadores del estudio recomiendan la escucha activa y la comunicación empática y asertiva. También recomienda alentar a los adolescentes deprimidos preguntándoles en qué creen que son buenos, lo que creen que les conviene y de qué características o logros personales se sienten orgullosos, con el objetivo de hacerles reflexionar sobre su valía y mejorar su autoestima y autoconocimiento.
Asimismo, es interesante tratar de encontrar puntos en común para que, como padres, podamos apoyar activamente la autoimagen positiva de nuestros hijos.
Esto no significa que no debamos criticarlos en absoluto. Las críticas pueden ser muy valiosas e informativas. Pero debemos ser conscientes de que nuestras palabras pueden golpear más fuerte de lo que pretendíamos.
Así, por ejemplo, en lugar de decirles «¡Eres muy desordenado!» o «¡Pero qué vago eres!», podemos comentar lo importante que es el orden del espacio personal para nuestro bienestar y predicar con el ejemplo. Asimismo, es recomendable calificar la conducta, no a la persona. Por ejemplo, podemos hacerles ver lo poco productiva que es una actitud concreta que está adoptando, en lugar de etiquetarles como desordenados o vagos.
La familia ha de ser un espacio seguro
Es importante recordar que durante los años vulnerables de la escuela secundaria los actos de crueldad social (burlas, bullying, exclusión, rumores…) se vuelven más comunes. Las humillaciones se convierten entonces en la crítica más dolorosa.
Con el inicio de la pubertad, sintiéndose fuera de control de los cambios corporales y a menudo desbordado por las emociones, la autoconciencia a menudo puede ser un compañero cruel. El adolescente puede compararse con los demás y autojuzgarse con excesiva crueldad.
Por todo ello, en la adolescencia es importante que los progenitores mantengan a sus hijos libres de crítica evaluativa y burlas. Esto implica que los padres solo deben criticar para instruir; no para castigar o menospreciar.
La disciplina no es sinónimo de lastimar. El dolor de sentirse juzgado negativamente por los adultos más importantes de tu vida se interpone en el camino de cualquier enseñanza. Las agresiones personales disminuyen la seguridad que ha de proporcionar un hogar y deteriora la confianza y el vínculo con los padres.
Cómo hacer crítica constructiva
La crítica, para que sea constructiva, nunca ha de realizarse desde la ira, ni para tomar represalias, ni para corregir o castigar. En su lugar, la crítica instructiva proporciona una perspectiva personal, aumenta el conocimiento y la comprensión, ofrece la información que aporta una opinión más experimentada y puede llegar incluso a proporcionar consuelo y orientación.
Asimismo, deben evitarse las manifestaciones de frustración o exasperación extrema de los padres ya que pueden llegar a ser comentarios destructivos para los hijos («¿Pero a ti qué te pasa?», «Estás mal de la cabeza», «Te va a ir fatal en la vida como no cambies de actitud», «¿Pero es que eres estúpido o qué?», «¡Nunca aprenderás!», «¡No haces nada bien!», «¡Eres un inútil!», etc.).
Alternativas a la crítica
La crítica no es un buen correctivo para los padres porque puede dañar la autoestima del adolescente, ponerlo a la defensiva, despertar resistencia, reducir la confianza en los padres y dañar la relación.
Además, la crítica hace que sea más difícil escuchar y suscita, a su vez, nuevas críticas. Por lo tanto, en lugar de expresar críticas a nuestros hijos adolescentes, podemos aplicar otras alternativas menos dañinas y más productivas:
- Hacer una observación: «Mira, así es como lo veo yo».
- Expresar preocupación: «¿Estás bien?», «¿Te preocupa algo?».
- Hacer sugerencias: «Podrías intentar hacer esto en vez de…».
- Declarar desacuerdo: «No veo las cosas igual que tú» u «Opino diferente».
- Invitar a a la comunicación: «¿Podemos hablar de lo que acaba de pasar?».
- Ofrecer ayuda. «¿Puedo hacer algo por ti?», «¿Cómo puedo ayudarte?», etc.
La relación con nuestros hijos e hijas adolescentes se beneficiará de estos pequeños cambios y conseguiremos que nuestros hijos e hijas acudan a nosotros cuando lo necesiten.
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