Los niños tienen una especial tendencia a "perder" los zapatos siempre que pueden (y siempre que les dejamos hacerlo). Y hacen muy bien. Porque inconscientemente están haciendo lo que la naturaleza les pide para conseguir…

Los pies planos en niños son una de las preocupaciones más frecuentes entre madres y padres. Pero, ¿cuándo son realmente un problema y hay que acudir al especialista?
¿Qué son los pies planos y cuándo es normal?
El pie plano es una afección de la planta del pie en la que el arco plantar (en la cara interna del pie) no se ha formado. Los pies planos pueden ser hereditarios o desarrollarse a lo largo del tiempo por diferentes factores, como lesiones, condiciones médicas subyacentes o envejecimiento.
De forma general, los bebés nacen sin arco plantar, es decir, con el pie plano. Así, al nacer tienen una gran cantidad de tejido graso en la cara interna del pie para protegerse del frío. Es cuando empiezan a caminar entre los 12 y los 18 meses cuando comienza a formarse el arco plantar. Por ello, es importante que en cuando comienzan a dar sus primeros pasos, los peques vayan descalzos. Solo así, todas las estructuras del pie y la pierna (músculos, tendones, ligamentos…) seguirán desarrollándose y recibiendo estímulos del exterior.
Al no poder zapatos, podremos observar la forma natural del pie y la postura que tiene. Así, cuando empiezan a andar el pie suele ser plano porque aún no se ha desarrollado ni fortalecido por completo. Poco a poco, se irá creando una forma de arco en la cara interna del pie. Este es clave porque va a permitir que se distribuya la carga de todo el cuerpo de manera óptima.
Si este arco es muy marcado o inexistente provocará un exceso de carga en una parte del pie y de la pierna, provocando, en ocasiones, dolor y lesiones a medio o largo plazo. Es el caso del pie plano, que suele crear un aumento de la tensión en la parte interna de la pierna.
Señales de alerta de un pie plano
Cuando los peques comienzan a dar sus primeros pasos no hay que hacer nada más allá de observar: ver cómo es la marcha, la forma del pie y de la pierna o cómo apoyan. Sobre los 3 años, la pisada se empieza a establecer como definitiva, aunque hasta los 7 años el pie es muy flexible y tiene mucha capacidad de desarrollo. De hecho, los peques pueden cambiar la forma de pisar en apenas unas semanas.
Entre los señales de alerta que nos indicarían que nuestro peque tiene los pies planos, se encuentran:
- Alteración en la forma de caminar. En ocasiones, el pie puede girar hacia dentro.
- Deforma los zapatos rápidamente con mayor desgaste en la zona interna o en la zona posterior.
- Dolor en el pie, el talón o la parte baja de la pierna. Especialmente después de caminar o tras estar de pie mucho tiempo.
- Hinchazón en la parte interna del pie.
- Problemas de postura ya que los pies planos pueden afectar la alineación del cuerpo, causando molestias en las rodillas, las caderas o la espalda.
- Fatiga muscular con cansancio en los pies y las piernas.

¿Cuándo acudir al especialista?
Pero más allá de las señales de alerta, podemos detectar un pie plano en casa mirando al peque de espaldas o de frente y fijándonos en si se eleva la cara interna del pie. Es decir, si no hay contacto con el suelo o, por el contrario, toda la extensión de la planta del pie se apoya por completo en la superficie.
De espaldas, podemos fijarnos en si los tobillos se meten hacia dentro formando una especie de X. Y si la afección es muy significativa, es probable que las rodillas también tiendan a juntarse.
Además, se ha visto cierta relación entre trastornos en el apoyo del pie y problemas a nivel de oclusión mandibular. Esto puede deberse a la relación que hay entre la pisada y el desequilibrio muscular que se produce en columna, llevando a una compensación en la zona alta del cuerpo.
Por tanto, si observamos cualquiera de estas cosas en nuestro peque es importante consultar con un podólogo. ¿Qué ocurre entonces? ¿Se puede corregir? Antes de elegir un tratamiento, es importante realizar un estudio previo e individualizado con las características de cada niño.
Así, es probable que el podólogo realice diferentes pruebas para detectar si se trata de pies planos o no. Entre ellas, observará el arco en reposo y bajo carga, y es probable que realice una prueba de la huella plantar o estudios de imagen como radiografías o resonancias magnéticas. La detección precoz es clave para prevenir los problemas asociados. Hay que tener en cuenta que hay dos tipos de pie plano:
- Flexible: Cuando pedimos al peque que se ponga de puntillas y aparece el arco o no.
- Rígido: Si hay dolor o sensación de rigidez en el pie. Es poco frecuente.
La mayoría de pies planos flexibles se resuelve durante la infancia con ejercicios para fortalecer la musculatura del pie y la pierna. Si no acaba de aparecer el arco, habría que valorar el origen de esa pisada plana ya que puede haber tensiones musculares en el resto del cuerpo que provocan ese pie plano. En estos casos, sería necesario acudir a un un fisioterapeuta especializado en terapia infantil y cadenas miofasciales para valorarlo y tratarlo.
Si el dolor persiste y el pie plano no mejora, podría valorarse el uso de plantillas en edades algo superiores. La última opción, además de poco frecuente (y solo tras haber agotado todas las vías anteriores), es tratarlo vía quirúrgica.
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