Por qué la primera visita al dentista debe ser antes del primer cumpleaños

Incluso el la revisión de un bebé sin dientes, los odontopediatras pueden prever la aparición de patologías, prevenirlas y evitarlas

Las recomendaciones de las diferentes sociedades científicas que aglutinan a miles de odontopediatras, españolas, americanas e internacionales en general, señalan que la primera visita al dentista sea como muy tarde antes de cumplir el primer año.

Cada vez más “un año” es demasiado tarde, y se va introduciendo la idea de que sea a los 6 meses. Esto sorprende en primer lugar a los padres, que no se explican la razón para llevar al crío al dentista “si no tiene nada”, habiendo además un cierto porcentaje de niños a los que no les ha salido ni siquiera un solo diente ni a los 6 ni a los 12 meses.

También esto sorprende a otros dentistas que no están especializados en niños; y a pediatras, que sí están especializados en niños pero no en sus enfermedades bucodentales.

Qué es lo que un dentista especializado en bebés busca en la primera revisión de su pequeño paciente

Primero, una historia clínica en la que se va a incidir “buscando” los factores de riesgo que, sin haber abierto la boca al paciente, sabemos que aumentan las probabilidades de padecer ciertas enfermedades bucodentales, entre ellas la caries.

 

 

Recordemos que la caries es la enfermedad NO TRANSMISIBLE (ojo, la OMS ya no la considera “infecciosa”) más frecuente en las personas de todas las edades, en todos los países, y que está directamente relacionada con la alimentación y con la higiene.

Así que saber si ya se le cepillan o no los dientes, cómo, quién, cuándo, con qué; o qué desayuna, qué toma entre horas, si los padres van a sus revisiones habitualmente o “solo cuando le duele”, nos dará muchas pistas. Hay muchísimas variables que actúan incluso desde el nacimiento (¡¡y antes, durante el embarazo!!) y que, por supuesto, al año de vida tienen una relevancia importante: niños con procesos infecciosos recurrentes, niños que usan medicación como la utilizada para el asma, prematuridad, enfermedades congénitas que afectan a la forma, tamaño o secuencia de la erupción dental, etc.

 

 

Segundo, en la exploración clínica no solo nos vamos a fijar en qué dientes están erupcionados sino si están limpios, si están muy juntos, si los de arriba encajan con los de abajo o, sin haber dientes, si ya se aprecia una retrognacia excesiva.

Veremos la forma, tamaño y disposición de los labios, que avisan de si hay alteraciones que puedan afectar al crecimiento y desarrollo de la cara: si dividimos la cara en tres tercios, el tercio superior (la frente) crece a expensas sobre todo del crecimiento del propio encéfalo (por eso miden en las revisiones el perímetro craneal a los bebés), pero el tercio medio, donde están los ojos, la nariz y los senos maxilares crece gracias a la respiración nasal; y el tercio inferior (donde está la boca) crece y se desarrolla y arrastra al tercio medio si la masticación se da con normalidad.

 

 

Es importante por tanto saber si el niño ya tiene muelas o no, y qué consistencia tiene la comida que come. Desde luego, no nos sirve con que los padres digan “come lo mismo que nosotros”.

Prevenir es mucho mejor que curar

Es mucho más fácil y agradecido para los padres el recibir recomendaciones ANTES de que aparezca la patología, que después. No sabéis lo doloroso que es como profesional escuchar en clínica lo de “si lo hubiera sabido, si alguien me lo hubiera dicho antes…”. Y no imagino lo doloroso a la enésima potencia que será para los padres saber que sí, que se podía haber evitado la aparición de alguna anomalía.

 

 

Es mejor decirle a los padres “retira el chupete antes de que salgan los primeros molares de leche” a decirles “tiene una mordida cruzada ya bien establecida que requiere tratamiento, pero hace 6 meses lo podríamos haber evitado”. Porque oye, los padres SIEMPRE van a tener la libertad de quitar o no el chupete, pero sabiendo por qué sí y por qué no, y qué ventajas e inconvenientes puede tener el tomar una actitud u otra.

Por tanto, en una visita a los 6 o a los 12 meses vamos a poder explicar qué actitudes favorecen la aparición de enfermedades. Vamos a poder mostrar in situ, en persona, CÓMO CEPILLAR los dientes. Cómo colocar al niño, cómo levantar el labio, en qué hay que fijarse, cómo aprovechar el hueco del colmillo que aún no ha salido para apoyarnos ahí con el dedo para que descanse la boca del niño mientras le cepillamos…

 

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Cosas prácticas que son muy complicadas de entender si no se ven. Vamos a enseñar a VER dónde salen las primeras manchas, vamos a poder hacer conscientes a los padres de que este bebé tiene algún problema porque no cierra la boca en reposo (eso se ve según entra el niño en brazos de la madre), vamos a explicar por qué no es normal que duerma siempre en la misma posición o en el mismo pecho.

En fin, que en la visita del primer año o, mejor aún, 6 meses; vamos a poder hacer verdadera PREVENCIÓN, que es sin lugar a dudas la medida más barata, eficaz y con menos efectos secundarios que un profesional sanitario puede hacer.

Si quieres más información o necesitas asesoramiento profesional, estraé encantada de atender tus dudas en la Tribu CSC, donde además puedes consultar a nuestro equipo de expertos en salud materno-infantil y crianza respetuosa. 

 

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