El borrador de una sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos ha provocado un auténtico terremoto en Norteamérica. A principios de mayo se filtró este documento que se inclina por revocar una sentencia de hace…

Después de casi medio siglo, el derecho al aborto deja de ser universal en Estados Unidos. El Tribunal Supremo, que en 1973 estableció la legalización de la interrupción del embarazo en todo el país, ha emitido ahora una sentencia en la que deja la decisión en manos de cada estado. Ahora se espera que millones de mujeres pierdan el acceso al aborto.
La interrupción voluntaria del embarazo ya no es un derecho constitucional en EEUU
Casi medio siglo después de la sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos que consagró el aborto como un derecho constitucional en todo el país, el alto tribunal ha revocado la histórica decisión Roe v. Wade (1973) y Casey v. Planned Parenthood (1992) con 5 votos a favor, 3 de ellos emitidos por jueces nombrados por Donald Trump.
A pesar de que las encuestas recientes señalaban que alrededor de dos tercios de la población estadounidense no quería que se eliminara el derecho constitucional al aborto, el fallo del Supremo señala que “es hora de hacer caso a la Constitución y devolver la cuestión del aborto a los representantes elegidos por el pueblo”, ya que la sentencia de «Roe era escandalosamente incorrecta y contraria con la Constitución desde el día que se decidió”.
“Consideramos que [las sentencias] Roe y Casey deben ser anuladas. La Constitución no hace ninguna referencia al aborto y tal derecho no está protegido implícitamente en ninguna provisión constitucional”, señala la sentencia, redactada por el juez conservador Samuel Alito, nominado en su día por George W. Bush.
Por el contrario, las sentencias de los casos de Roe y Casey sostenían que el aborto estaba implícito en el derecho a la privacidad. “Esta provisión se ha utilizado para garantizar algunos derechos que no se mencionan en la Constitución, pero estos deben estar ‘profundamente arraigados en la historia y tradición de la nación e implícitos en el concepto de libertad ordenada’”, señala el juez citando otra sentencia anterior del tribunal.
“El derecho al aborto no cae en esta categoría. Hasta la última parte del siglo XX, tal derecho era totalmente desconocido para la legislación estadounidense. De hecho, cuando se aprobó la enmienda número 14 de la Constitución, tres cuartas partes de los estados consideraban el aborto como un crimen en todas las fases del embarazo”, añade.
Qué decía Roe v. Wade
No hay ninguna ley en EEUU que legalice el aborto a nivel federal, lo que existe son dos sentencias fundamentales del Tribunal Supremo, Roe v. Wade (1973) y Planned Parenthood v. Casey (1992), que impedían hasta ahora prohibir el aborto en todo el país hasta la viabilidad del feto, es decir, cuando puede vivir fuera del útero, lo que, según el Supremo, sucedía entre las 23 y 24 semanas de embarazo.
Norma McCorvey, conocida por el pseudónimo Jane Roe, denunció a su fiscal de distrito, Henry Wade, porque quería abortar, pero la ley de Texas no se lo permitía. El juzgado le dio la razón y Texas recurrió al Supremo, que por una decisión de siete a dos, consideró que el aborto era un derecho. Entonces, cinco jueces nombrados por presidentes republicanos y dos nombrados por demócratas apoyaron la decisión.
El derecho constitucional a la privacidad “es lo suficientemente amplio como para incluir la decisión de una mujer de interrumpir o no su embarazo”, decía la sentencia de 1973.
¿Y ahora qué? Se espera que millones de mujeres pierdan el acceso al aborto
Ahora cada estado será libre de regular libremente el aborto y el Guttmacher Institute, especializado en este tema, calcula que hasta 26 estados, la mitad del país, podrían prohibir el aborto muy pronto.
De hecho, 13 estados ya tienen leyes aprobadas que prohíben el aborto y han señalado que entrarán en vigor una vez derogada Roe v. Wade. Otros nueve estados tienen leyes aprobadas desde antes de Roe v. Wade que prohíben el aborto y que habían quedado anuladas por la sentencia del Supremo. Otros 12 estados tienen leyes aprobadas que prohíben la interrupción del embarazo a partir del segundo mes o antes. Incluso hay cuatro estados que prohíben el derecho al aborto en su Constitución.
Muchas de estas leyes nunca han entrado en vigor gracias a la sentencia del Supremo, otras han sido recurridas en los tribunales y los expertos auguran un periodo de caos hasta que los estados implementen definitivamente sus prohibiciones.
Como en EEUU no existe legislación sobre el aborto, es el Supremo quien asume la competencia de decidir sobre este asunto. Hasta la fecha, el aborto era legal en todo el país, aunque cada estado tenía potestad para limitar su aplicación. A partir de ahora, los estados pueden prohibirlo. Y muchos ya lo han hecho.
Nueve estados prohíben el aborto, la mitad del país podría hacerlo pronto
Nueve de los 50 estados que componen EEUU prohibieron la interrupción del embarazo este mismo viernes, nada más conocerse la decisión de la Corte Suprema. Los nueve estados que ya han prohibido el aborto son: Alabama, Arkansas, Kentucky, Luisiana, Misuri, Oklahoma, Dakota del Sur, Utah y Wisconsin.
Tan solo minutos después de hacerse pública la sentencia, la fiscal general de Louisiana y el fiscal general de Missouri presumían de que sus estados se convertirían en los primeros en prohibir el aborto. Es más, Eric Schmitt declaró en Twitter que «Missouri acaba de convertirse en el primero en el país en poner fin de manera efectiva al aborto», convirtiéndose así en «el estado más provida de Estados Unidos», en lo que calificó «un día monumental para la santidad de la vida».
🚨 BREAKING 🚨 Following the SCOTUS ruling overturning Roe v. Wade, Missouri has just become the first in the country to effectively end abortion with our AG opinion signed moments ago. This is a monumental day for the sanctity of life. pic.twitter.com/Jphy72R4rq
— Attorney General Eric Schmitt (@AGEricSchmitt) June 24, 2022
Los estados que se han apresurado a prohibir el aborto en su territorio ya limitaban mucho este derecho anteriormente, tanto por los plazos de espera como por los procedimientos y por la escasez de centros de interrupción del embarazo.
Por ejemplo, en Dakota del Sur solo había una clínica que practicaba abortos, situada en Sioux Falls, una gigantesca ciudad de 800.000 habitantes situada en el extremo opuesto a la mayor parte de las reservas indias del estado, regiones de pobreza extrema en las que se producen la mayor parte de los embarazos no deseados.
En Oklahoma, donde el mes pasado se aprobó la legislación de aborto más restrictiva de EEUU: una prohibición total desde el momento de la concepción, con pocas excepciones, su representante estatal, Wendi Stearman, manifestó que fue su honor y privilegio haber escrito ese proyecto de ley, ya que, según ella, ayudaría a 4.000 niños a nacer cada año y «a tener una oportunidad en la vida». Stearman argumentaba entonces que en todos los casos, excepto en una pequeña minoría, las mujeres podían optar por no quedar embarazadas antes de la concepción y que «la mayoría de las mujeres simplemente usan el aborto como una forma de anticoncepción».
Un argumento refutado con vehemencia por Andrea Gallego, directora de una clínica de abortos en Tulsa, quien sostiene que la decisión de abortar es a menudo la decisión más difícil que cualquier mujer tomará en su vida. Hace unas semanas, su clínica atendía a alrededor de 40 pacientes embarazadas todos los días. Ahora, las salas de espera y las instalaciones de tratamiento están completamente vacías. «Los pacientes han estado pidiendo ayuda», manifestó para la BBC. «Es devastador. Estas leyes no previenen el aborto. Simplemente agregan cargas adicionales a las pacientes».
En los estados que defienden el derecho al aborto la situación es mucho más confusa
En los estados que defienden la interrupción voluntaria del embarazo como derecho universal, hay recursos ante los Tribunales Supremos contra la prohibición. En otros, las autoridades se niegan a poner en práctica la legislación estatal que lo prohíbe, lo que está creando complejos problemas institucionales y legales.
Asimismo, hay estados como Texas donde la jurisprudencia no aclara hasta qué punto la derogación del aborto decidida por el estado supone la prohibición de esa práctica o el retorno a la situación anterior a 1973, en la que el aborto era legal, pero con una regulación diferente.
Así pues, la batalla por el aborto, continúa.
«Bofetada a las mujeres»
La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, ha calificado la sentencia de «bofetada a las mujeres», en línea con la opinión prácticamente mayoritaria de su partido, ya que de los 220 demócratas de la Cámara de Representantes, 219 apoyan el aborto.
Amenazas contra las mujeres que viajen a otros estados para abortar y empresas comprometidas con los derechos de sus trabajadoras
Ante esta laguna legal, y previendo el posible éxodo de muchas mujeres a estados donde la prohibición podría no llegar a aplicarse tajantemente, algunos estados ya han amenazado con emprender acciones legales contra las mujeres que viajen a otros estados para llevar a cabo abortos, una medida cuya legalidad es muy incierta.
Numerosas grandes empresas, como Tesla, Apple, Amazon, Citigroup, Microsoft, Match, Yelp, Netflix o Salesforce, pagarán los gastos de sus empleadas que tengan que viajar a otros estados a que les realicen un aborto.
En concreto, Amazon ha declarado que reembolsará hasta USD $4.000 en concepto de costes de viaje y alojamiento a sus empleadas como parte de su cobertura del plan de salud de la empresa.
De esta forma, las empresas americanas se unen para moverse a favor de los derechos de las mujeres en EEUU, en respuesta a las maniobras legales de algunos estados para impedir que las mujeres tengan acceso a la interrupción del embarazo.
División política y opinión pública a favor del aborto
La división política en EEUU es total. El 26% de los votantes demócratas se autodenominan «provida», mientras que el 22% de los republicanos se declaran «proelección». La misma dualidad ha quedado reflejada en la sentencia del Supremo: cinco jueces nombrados por los presidentes republicanos Ronald Reagan, George W. Bush, y Donald Trump votaron a favor de derogar el derecho al aborto. Tres elegidos por presidentes demócratas – Bill Clinton y Barack Obama – votaron en contra.
El único que no ha seguida la «disciplina de partido» ha sido el presidente del Supremo, John Roberts, que fue puesto en el cargo por George W. Bush y votó en contra.
Paradójicamente, cuando el Supremo legalizó el aborto en todo el país en 1973, fue con el apoyo mayoritario de los magistrados republicanos. Curiosamente, las iglesias evangélicas también estaban a favor del aborto hace 50 años. Ahora todo ha girado radicalmente. Aunque el factor religioso sigue teniendo su peso: cuatro de los cinco jueces que han votado a favor de derogar la universalidad del aborto son católicos.
En lo que respecta a la opinión pública, los activistas contra el aborto celebran un logro que parecía prácticamente imposible hace apenas unos años. Creen que ahora se salvarán las vidas de miles de bebés. Por su parte, los defensores del derecho están completamente consternados porque piensan que los derechos de las mujeres acaban de retroceder 50 años. Afirman que es una vuelta a una época en la que las mujeres morían como resultado de abortos clandestinos ilegales.
Según un sondeo del Centro de Estudios Pew, organización independiente de estudios de la opinión pública, el 61% de la población americana está a favor del aborto, y el 37% en contra. El número de ciudadanos a favor de la legalidad del aborto crece de manera ininterrumpida desde 2009, pero los «provida» se movilizan mucho más y también son más activos votando en las elecciones.
El presidente de los EEUU declara que defenderá el derecho al aborto y llama al pueblo a las urnas
El presidente de los EEUU, Joe Biden, ha señalado a los jueces conservadores nominados durante la presidencia de Donald Trump como los responsables de que el aborto deje de ser un derecho constitucional. Biden ha calificado la decisión del Supremo de «error trágico» consecuencia de «llevar a la práctica una ideología extrema».
Además, el presidente ha afirmado que su Gobierno defenderá el derecho al aborto y ha animado a los estadounidenses a acudir a votar en los comicios de noviembre para garantizar una mayoría en el Congreso para sacar adelante leyes que lo amparen, ya que no es erróneo suponer que si quienes defienden la erradicación del derecho al aborto han ganado esta batalla siendo minoría, es la falta de movilización de los votantes lo que les ha dado la victoria.
La consternación del presidente está fundamentada, ya que aunque en el centro del ojo del huracán esté el derecho al aborto universal, el fallo de la Corte Suprema pone en peligro muchos otros derechos, también fundamentados en la libertad de la vida privada.
Otros derechos también amenazados: el de usar métodos anticonceptivos, casarse e incluso tomar decisiones sobre el sexo
El derecho al aborto no es el único derecho fundamental en riesgo. Los argumentos presentados por Mississippi pueden sentar un precedente peligroso y desestabilizar una parte central de la jurisprudencia de la Corte que protege los derechos constitucionales fundamentales.
Muchos consideran que la interpretación del Supremo puede poner en peligro otros derechos que tampoco están escritos explícitamente en la Constitución y que se basan también en la libertad de la vida privada, como los diferentes derechos de las parejas homosexuales y el uso de anticonceptivos, entre otros, ya que en el momento de su aprobación no estaban “arraigados” en la historia del país.
Sin embargo, la sentencia lo niega: “Esta decisión afecta al derecho constitucional al aborto y a nada más. Nada en esta opinión debe entenderse como una forma de poner en duda precedentes que no se refieren al aborto”. “[La sentencia] Roe estaba claramente mal desde su inicio. Su razonamiento era excepcionalmente débil y la decisión ha tenido consecuencias dañinas”, añade la sentencia.
Según la BBC News, «la Corte Suprema acaba de lanzar una granada de mano constitucional en medio de las guerras culturales que se libran en Estados Unidos». Para ilustrarlo, basta una anécdota: «antes de que saliera este fallo, un hombre con una pistola y un cuchillo fue arrestado frente a la casa de uno de los jueces más conservadores del alto tribunal. Ahora los jueces de la Corte Suprema deben tener protección. Así de incendiario es el tema», sostiene Sarah Smith, periodista de BBC News en Washington,
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