Una de las cosas que más nos preocupan a las madres y padres es "¿qué hago si mi hijo no come?". Recuerdo que, antes de que naciera mi primera hija, soñaba que me olvidaba darle…
Llega ese momento en el que tu hijo suelta una palabrota que es casi más grande que él o ella. Y tú te quedas con los ojos como platos, atónito/a, e intentas pensar rápidamente dónde la puede haber aprendido.
Cuando los peques comienzan a utilizar el lenguaje para expresarse, hacen uso de palabras que escuchan a su alrededor y analizan el impacto que estas causan. No obstante, ellos no entienden qué significan realmente las palabrotas y las utilizan como una forma de imitar y expresarse.
¿Por qué dicen palabrotas los niños?
Llega un momento en el que los peques comienzan a explorar su alrededor y a interactuar con él. Cada día prueban diferentes actuaciones relacionadas con campos de su desarrollo, el lenguaje incluido. Las palabrotas son para ellos palabras nuevas. Como todas las que escuchan por primera vez, las repiten. No debemos alarmarnos, su intención no es dañar nuestros sentimientos.
Las razones por las que los niños dicen palabrotas, pueden ser:
- Provocar una reacción en los adultos. Cuando pronuncian una palabrota y nosotros reaccionamos, ellos aprenden que esa palabra provoca en nosotros una respuesta, normalmente, de atención. Esto refuerza su conducta.
- Explorar límites. A medida que los niños van ganando independencia, también ponen a prueba los límites para ver qué ocurre cuando los traspasan. Las palabrotas forman parte de esa investigación y su uso puede ser simplemente una forma de comprobar las consecuencias.
- Expresar emociones. Los niños no siempre saben cómo expresar sus emociones. Puede ocurrir que, aunque conozcan la connotación negativa de las palabrotas, las utilicen como vehículo de expresión.
- Practicar el lenguaje. Otra razón es que repitan las palabrotas como una forma de practicar el lenguaje.
- Imitar a los adultos. O a los hermanos, los amigos o a otros niños mayores que ellos. No podemos evitar que los peques oigan y vean fuera de casa todo tipo de conductas, pero debemos tener especial cuidado con el ejemplo que les damos en el hogar, porque somos sus referentes.
- Para llamar la atención. Todos los niños pasan por esa etapa en la que les encanta provocar reacciones a su alrededor y, por lo general, cuando dicen un «taco», lo normal es que haya una reacción de risa, asombro o irritación. Experimentar ese poder de ser el centro de atención suele gustarles.
Es probable que los niños y niñas utilicen las palabrotas en algún momento de su desarrollo (normalmente, en torno a los cuatro, cinco o seis años) y que esto se limite a un breve período de tiempo. No necesariamente tiene que implicar una «mala educación». Pueden estar probando cosas nuevas y lo natural es que al tiempo pierdan el interés por su uso. Sin embargo, si en casa escuchan habitualmente este tipo de palabras lo más probable es que las integren en su vocabulario habitual. Ya sabemos lo poderoso que es el ejemplo.
Más adelante, sin embargo, durante la preadolescencia, puede que nuestros hijos e hijas las utilicen como medio para encajar en un grupo, ganarse su simpatía o imitar a otros compañeros de clase. En tal caso, trabajar la autoestima es también básico.
¿Qué hacer para que un niño deje de decir palabrotas?
Teniendo claro que los niños no dicen las palabrotas con el objetivo de hacernos daño porque en la mayoría de las ocasiones ni siquiera entienden realmente lo que significan, hay una serie de consejos que podemos seguir para evitar que hagan uso de ellas.
- Ser ejemplo. En la crianza, el ejemplo es la mejor manera de conseguir que nuestro hijo actúe de una forma positiva. Nosotros somos el reflejo donde ellos se miran y donde aprenden cómo relacionarse con el mundo que les rodea. Si nosotros no las utilizamos, aunque las oigan fuera del hogar, pronto dejarán de hacer uso de ellas.
- Explicar a los niños de una forma clara qué son las palabrotas. Y también cómo pueden hacer daño a los demás.
- Dar alternativas. Sobre todo cuando las utilicen para expresar sentimientos. Proponerles que siempre que se sientan tristes, frustrados o enfadados, nos expliquen qué les ocurre para poder acompañarles. En ocasiones puede que utilicen las palabrotas como «muletilla». Por ello, debemos enseñarles otras palabras para que utilicen esas alternativas. La lectura, por ejemplo, es siempre es un gran aliado para ampliar vocabulario y también nos permite estrechar vínculos y pasar más tiempo de calidad junto a nuestros hijos.
- Pedir perdón cuando nosotros las utilicemos. No recurrir a «yo puedo decirlas porque soy adulto», sino decir «la he utilizado por error y voy a tratar de no volver a hacerlo». Pedir perdón a los hijos también es enseñarles importantes valores para la vida, como humildad para reconocer que nos equivocamos, valentía para expresarlo y ganas de aprender para mejorar.
- No darle importancia, sino corregir con naturalidad. Si nos reímos, las repetimos e incluso les reñimos, el niño ve que el uso de palabrotas tiene un efecto sobre nosotros y, por lo tanto, las utilizará siempre que quiera una atención por nuestra parte o la de otros niños. Tampoco podemos ignorar esta conducta, porque es inadecuada. Lo ideal es corregirles con serenidad y naturalidad, sin darle excesiva importancia pero tampoco pasándolo por alto.
También es interesante, si nosotros no decimos palabrotas en casa, realizar preguntas de curiosidad para ver dónde las han aprendido. No podemos controlar todo lo que sucede fuera de casa, pero quizás sí podamos evitar determinados ambientes o compañías si fuese un caso extremo y necesario. También es interesante interesarnos por el comportamiento de otros niños en clase y alertar a los/as profesores/as si fuese necesario.
Cuando «portarse mal» esconde un malestar
Si incluso siguiendo estas pautas, los peques continúan haciendo uso de ellas, quizá sea el momento de pararse a reflexionar qué puede estar detrás de esta llamada de atención. Muchas veces, cuando tienen comportamientos inadecuados de forma repetitiva, hay una motivación detrás que los niños no saben cómo expresarnos.
En esos casos, los peques suelen utilizar acciones con las que saben que, de un modo u otro, captan nuestra atención. Es su forma de acercarse a nosotros e intentar girar nuestra mirada hacia ellos. Esto puede ocurrir de una forma inconsciente por lo que es importante demostrarle que pueden confiar en nosotros.
Por último, si intuimos que existe un problema mayor detrás de un lenguaje que es negativo o agresivo, se debe comentar con un especialista que pueda ayudarnos a entender el porqué de ese comportamiento y los problemas que puedan estar detrás.
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Añadiría que si el peque( 4 años con palabras aprendidas en el cole de un compañero más grandes que él…) tiene unos primos algo más mayores a los que idolatra que sean ellos quién se lo expliquen y le digan que son palabras feas. Mano de santo …