El 2 de mayo se celebra el Día Internacional contra el Acoso Escolar o Bullying. Se trata de un problema grave, difícil de detectar en muchos casos y que provoca mucho sufrimiento al menor que…
Uno de los mayores miedos que acechan a las familias hoy en día es la posibilidad de que su hijo/a pueda sufrir acoso escolar. Son demasiado frecuentes las noticias de casos de bullying, sobre todo si tenemos en cuenta que a los medios de comunicación solo suelen llegar los casos más graves o aquellos que, por alguna cuestión, adquieren un matiz más mediático que permita hacer sensacionalismo.
Cuando vemos alguna de estas noticias se nos disparan todas las alarmas. ¿Qué pasa si nuestro hijo o nuestra hija llega a sufrir acoso escolar en algún momento de su vida escolar? ¿Sabríamos cómo actuar? A veces, incluso, podemos proyectar nuestras propias experiencias personales y vivir con ansiedad cualquier conflicto que surja en la escuela. Es importante tener claro qué es el acoso escolar y cómo debemos actuar en caso de sospecha.
Este es un tema que hay que tomarse muy en serio, por eso en la web de Criar con Sentido Común contamos con un curso sobre este tema, al cual tienen acceso sin ningún coste adicional todas las familias que forman parte de la Tribu CSC, las que también pueden consultar online a nuestro equipo de expertos, un equipo de profesionales que acompañan y asesoran a las familias en cuestiones relacionadas con todos los aspectos de la crianza y la educación.
También hemos escrito en otras ocasiones sobre cómo actuar en caso de sospecha de bullying e incluso qué cuentos leer a los más peques para prevenir estas situaciones en el futuro. Pero hoy queremos hacer hincapié en aquellas conductas que debemos evitar si sospechamos que nuestra hija o nuestro hijo puede estar sufriendo acoso en la escuela.
Cómo no actuar frente al bullying
Es muy frecuente que, ante cualquier situación que nos inquiete, nos preguntemos cómo actuar. Pero tan importante como saber qué hacer, es saber qué no hacer. Qué conductas debemos evitar adoptar para no agravar aún más el problema o el malestar de nuestro hijo o hija. Por eso, del mismo modo que nos hemos preguntado en otras ocasiones qué hacer si mi hijo sufre acoso escolar, queremos invitaros a reflexionar sobre qué no hacer si sufre bullying.
Algunas de las conductas que debemos evitar son:
No dar importancia al asunto
No debemos restar importancia al malestar de nuestros hijos. El acoso no son “cosas de niños”, no es una pelea entre amigos y no es un tema que deban resolver entre ellos. Cuando una niña o un niño le cuenta a alguien de su confianza que está viviendo una situación de acoso, lo último que necesita es que se le reste importancia a su problema.
Es imprescindible que nos hagamos cargo de la situación e incluso que busquemos si es necesario ayuda psicológica para que puedan contar con ese apoyo profesional cuando están viviendo una situación que es grave sin tener las herramientas necesarias para poder abordarla o gestionarla.
No mantener la calma
Las personas adultas somos las responsables de su bienestar. Es normal que nos preocupemos y nos enfademos o entristezcamos ante una situación así, sin embargo, debemos tener en cuenta que cuando buscan nuestro apoyo es porque están asustados y están sufriendo. Acuden en busca de ayuda y necesitan sentir seguridad en nosotros. No podemos perder los nervios ante la situación.
No creer su testimonio
Estamos de acuerdo en que, en algunas situaciones, es posible que algunos detalles de la historia que nos cuenta un niño o una niña puedan estar distorsionados bajo el cristal de su propia experiencia personal. Por eso no vamos a dudar de su palabra y vamos a exigir al centro que realice las averiguaciones necesarias y active el protocolo de acoso en caso de confirmarse la sospecha.
Si, finalmente, consideramos que no se trata de acoso, tendremos que estudiar de qué manera abordar la situación, pero lo último que necesita una niña o un niño que está sufriendo acoso es que desconfíen de su palabra.
Culpabilizar a la niña o niño que está sufriendo acoso
No debemos dejar que la responsabilidad de la situación recaiga sobre la víctima. Debemos evitar insinuar esta posibilidad ni siquiera con frases hechas que puedan dar a entender que debería poder gestionar la situación por sí mismo como “¿Por qué no te defiendes?”, “Pero, ¿todo el mundo se ríe de ti? ¿Por qué no se ríen de otro? ¿Tú qué haces?”. No debe haber nada en nuestro discurso que indique que la culpa es del niño o la niña que está siendo víctima de bullying.
Aconsejarle que se defienda
El acoso escolar, como cualquier tipo de acoso, implica que la violencia, el sometimiento o la burla se está ejerciendo desde una posición de poder. No es imprescindible que quienes lo cometen sean mayores o más fuertes. Ni siquiera que se trate de un grupo numeroso frente a una sola niña o niño. Pero, por el motivo o la circunstancia que sea, quien lo sufre se siente por debajo de quienes acosan. Y ante esta sensación de indefensión, exigirles que se defiendan solo va a empeorar la situación haciéndoles sentir responsables de un problema que no se sienten capaces de enfrentar.
No actuar de inmediato
Dejar pasar el tiempo agrava el problema y el malestar de nuestro hijo o nuestra hija. Si bien es cierto que no cualquier conflicto entre iguales es bullying, los casos de acoso suelen pasar desapercibidos a los ojos adultos ya que es frecuente que quienes hacen bullying lo hagan en aquellas ocasiones en que no hay vigilancia por parte de las personas adultas responsables.
Cuando el problema se hace visible suele llevar tiempo ocurriendo. Por lo tanto es fundamental que de manera inmediata pongamos en conocimiento del centro educativo todos los datos que conocemos y que, por nuestra parte, como familia, activemos todas las medidas a nuestro alcance para dar soporte a nuestro hijo o hija en una situación tan difícil.
No permitirle continuar en el centro si es su deseo
Cambiar al niño o niña que sufre bullying de clase o, incluso, de colegio, no debería ser nuestra primera opción en ningún caso. Los problemas no se arreglan huyendo de ellos. Además, si nos limitamos a cambiar de colegio existe la posibilidad de que el problema vuelva a reproducirse en ese nuevo entorno; si tenemos en cuenta que es probable que existan perfiles o rasgos de personalidad que nos predispongan a uno u otro rol y que ya han vivido una experiencia que les sitúa en esa posición.
Si el colegio o el instituto no responde de manera adecuada y la situación persiste, cambiar de centro educativo puede ser una medida de protección indispensable de urgencia que debería ir acompañada de la correspondiente denuncia de la gestión de la situación que se ha llevado a cabo por parte de la administración educativa. Pero, como primera opción, no deberíamos salir corriendo ni solicitar el cambio de clase.
El acoso escolar o el bullying es un problema grave que debemos tomarnos en serio. Por eso es fundamental que, si no sabemos cómo actuar, busquemos el apoyo y la ayuda de profesionales y personas con experiencia para abordar la situación.
Una de las preocupaciones de los padres debe ser conocer el ambiente en que su hijo se relaciona y conocer a sus amigos y compañeros.