La asertividad es la capacidad de expresar las propias opiniones, deseos y necesidades de forma adecuada. Se trata de una habilidad para solventar problemas y vencer dificultades muy útil para la vida y que merece…
El Ministerio de Educación ha publicado en su web, en el apartado de “Servicios al ciudadano”, unos formularios de consulta pública previa para recabar la opinión de la ciudadanía antes de la elaboración de los Proyectos de Real Decreto por los que se van a establecer aspectos básicos del currículo que constituyen las enseñanzas mínimas de las diferentes etapas educativas: Infantil, Primaria, ESO y Bachillerato, entre otras.
Falta responsabilidad para invertir en la reforma profunda que necesita el sistema educativo
Reconozco que, como maestra de Educación Primaria, estoy cansada de la falta de responsabilidad de todos los gobiernos estatales y autonómicos que no apuestan por una inversión realmente importante en Educación que permita la reforma profunda que nuestro sistema educativo necesita.
Mientras la sociedad evoluciona, nuestro sistema educativo ha quedado obsoleto. El qué y el cómo se enseña, los contenidos y la metodología, se han quedado atrapados en el tiempo, como si de un bucle se tratase. Y más allá de las placas que anuncian en las puertas de los colegios que el centro es bilingüe y de la evolución social que, lógicamente, se refleja en la escuela; seguimos sin llevar a la práctica lo que las pedagogías llevan más de un siglo señalando. Nuestras programaciones se llenan de palabras vacías de significado.
Aprendizaje significativo, constructivismo, metodología activa, programación contextualizada… Para luego llegar a las aulas y seguir trabajando con libros de textos llenos de contenidos estándar e impartir la lección desde la pizarra (eso sí, a veces, pizarra digital) a un grupo de alumnas y alumnos (que la segregación, por suerte, conseguimos dejarla atrás) que se aburren desde sus aburridos pupitres.
Hay que cambiar la educación para cambiar el mundo
Hace más de un siglo que María Montessori (1870-1952) hablaba de la necesidad de “seguir al niño”. Decía, la doctora y pedagoga Montessori: “El niño desarrolla sus funciones por medio de la actividad espontánea, y no de otra forma. Por lo tanto, el hecho de negarle la posibilidad de actuar por sí mismo es cortar las raíces mismas de su ser”.
Pero no solo ella, son múltiples las voces expertas que llevan décadas alzándose en pro del cambio educativo. Loris Malaguzzi (1920-1994), pedagogo y fundador de las escuelas Reggio Emilia, ya hablaba de que “Los niños necesitan mucha libertad para indagar, probar, equivocarse y corregir, para apreciar los infinitos recursos de las manos, de la vista, del oído, de las formas, de los sonidos y los colores”.
Ponía ya el foco en la libertad de movimiento y de decisión y en la importancia del aprendizaje manipulativo. Emmi Pikler (1902-1984), pediatra, decía que “intentar enseñar a un niño algo que puede aprender por sí mismo, no es tan sólo inútil sino también perjudicial”.
Rebeca Wild (1939-2015), pedagoga, nos hablaba de que “el niño necesita un ambiente abierto, rico en elementos estructurados y no-estructurados y que favorece actividades espontáneas, imprevistas, no dirigidas y no controladas, dentro de los límites del respeto mutuo”.
Más allá de la necesidad de actualizar los planes de estudio en las Universidades de Ciencias de la Educación, que es otro tema importante; yo recuerdo haber estudiado el constructivismo, corriente pedagógica ligada al desarrollo cognitivo, que tiene sus raíces en la teoría de Piaget. Piaget decía: “Todo lo que se le enseñe a un niño se le impide inventarlo”.
Y, sin embargo, todo el profesorado de mi universidad, casi en su totalidad, se dedicó a dar clases magistrales en las que transmitían conocimientos que debíamos memorizar. Solo una docente, de una asignatura cuatrimestral, Ana Rivero García, que impartía lo que entonces se llamaba Conocimiento del Medio, nos preguntó cómo considerábamos que aprendían mejor los niños y las niñas, nos permitió formular hipótesis, trabajar en equipo, argumentar, poner a prueba, cuestionar… y, finalmente, extraer conclusiones.
Esas clases fueron las únicas horas provechosas que extraje de mi paso por la Universidad de Ciencias de la Educación. Hablar de constructivismo y dar clases magistrales para transmitir conocimientos sigue siendo la mayor incoherencia del sistema educativo actual.
El cambio de paradigma exige mejorar el entorno y permitir un aprendizaje libre
Seguimos teniendo una escuela en la que trazamos una programación única para toda la clase y, después, hacemos adaptaciones para quienes no pueden seguirla. Seguimos sin entender que necesitamos un cambio de paradigma profundo. Que en una metodología constructivista (de verdad, no solo en los papeles) la función de la maestra o maestro es la de guiar al alumnado y preparar un entorno rico en experiencias y materiales que les permita explorar, cuestionar, buscar soluciones… y alcanzar, por sí mismos, los aprendizajes necesarios para la vida.
Que “respetar los ritmos de cada niño/a” en los papeles y pretender que lleguen a Primaria sabiendo leer y escribir, no solo es incoherente; es perjudicial y contraproducente. Que exponer a una niña que aún no tiene la madurez suficiente a una situación de enseñanza-aprendizaje en la que está irremediablemente condenada a fracasar antes de empezar, es sembrar el terreno de minas destructoras de autoestima que harán volar por los aires cualquier posibilidad de que disfrute de ese aprendizaje cuando sea su momento. Que la motivación de la que hablamos en nuestras programaciones es extrínseca, que nos esforzamos por presentar de manera atractiva el contenido, cuando las pedagogías modernas (que ya tienen más de un siglo) nos hablan de estructurar el entorno y permitir el aprendizaje libre y guiado.
Y hace un siglo, las familias daban por sentado que el cura, el médico y el maestro, como el cliente, siempre tenían razón. Pero hoy en día, además de haber perdido ese estatus de autoridad, trabajamos con familias formadas, con acceso a multitud de información a golpe de click, que se cuestionan qué tipo de educación quieren para sus hijas e hijos.
El respeto al niño, la premisa del cambio necesario en la Educación
Muchas de esas familias apuestan por una educación respetuosa, incluso acuden a formaciones para desaprender el rol autoritario parental que vivieron en su infancia y aprender nuevas formas de ser y hacer. Les preocupa la disonancia que pueden vivir las niñas y niños que crecen en un ambiente respetuoso en casa y una escuela que sigue estructurada en un sistema jerárquico.
Rudolf Dreikurs decía que: “La manera apropiada de educar a un niño es idéntica a la manera apropiada de tratar a cualquier ser humano”. Nos falta mucho camino aún, también, por recorrer en este sentido. Necesitamos que la Disciplina Positiva llegue a las escuelas y dejemos de mirar a la infancia desde arriba. Pero no solo en el terreno de la educación respetuosa. Muchas de esas familias han leído más sobre pedagogías activas que quienes atienden a sus hijos/as en la escuela. Dar respuesta a esta necesidad de cambio es nuestra responsabilidad como docentes.
Los ritmos de la infancia han de ser respetados:
“Solo si los niños pueden vivir hoy plenamente como tales, mañana serán personas adultas en la plenitud de su potencial. El renacuajo no se hace un mejor sapo si se lo fuerza a vivir fuera del agua prematuramente. Así también, el niño no desarrolla mejores cualidades humanas si se reprime sus impulsos naturales, si se le obliga a portarse como un pequeño adulto que debe pasar durante muchas horas inmóvil, callado, asimilando conocimientos en proporciones reguladas científicamente por medio de lecciones verbales, siguiendo ejercicios predeterminados de acuerdo a un horario organizado por especialistas en pedagogía”, decía Ortega y Gasset.
Mi capacidad de confianza en la respuesta política a esta necesidad de reforma del sistema educativo está bastante mermada, he de reconocerlo. Pero tenemos la oportunidad de expresarnos. Y, además de algunas preguntas cerradas, de opción múltiple, sobre la genial idea de volver a agrupar las áreas en ámbitos para hacernos reescribir, una vez más, documentos inútiles en la práctica; se nos da la oportunidad de realizar observaciones sobre cualquier otra información que consideremos relevante. Nos preguntan. Contestemos.
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