Nunca es agradable para un profesional de la salud tener que dirigirse a sus compañeros/as de profesión pidiendo comprensión, pero a veces hay que hacerlo, incluso a nivel público, porque así la difusión es mayor, y porque así, de rebote, se avisa a la población. Y uno de esos temas es el famoso «Déjalo llorar para que duerma».
Sé que no sucede en todos los centros de salud, pero los hay en que, cuando unos padres consideran que tienen un problema con el sueño, reciben como respuesta unas hojas con indicaciones estándar (y no personalizadas para ese bebé), y qué queréis que os diga, como profesional sanitario y, sobre todo, como padre, se me cae el alma al suelo y solo puedo decir esto: Queridos profesionales sanitarios, nos estamos cargando los vínculos con lo del «Déjalo llorar para que duerma».
Las hojas del Sueño Infantil: «Déjalo llorar para que duerma»
Estas tres hojas son solo un ejemplo. Forman parte de una información sobre el sueño infantil que se da en charlas para madres y padres, y en algunos centros sanitarios. Y son similares a otras guías y hojas que he visto en muchos centros de salud de España.
Soy consciente de que no se ve muy bien, así que voy a copiar las partes más relevantes de la información que algunos profesionales de la salud estamos ofreciendo, en teoría, velando por la salud física y emocional de los pequeños.
El texto empieza diciendo que el sueño es importante para el bienestar infantil porque está asociado con la atención, la memoria y los aprendizajes, y que promueve un mejor comportamiento. Luego dice que cada niño es único y tiene sus propias necesidades de sueño.
Hasta aquí creo que todos estamos de acuerdo, porque habla de la necesidad de individualizar los consejos, y de cuán importante es que los bebés y niños duerman y descansen.
Sin embargo, de repente, el texto se empieza a torcer al comparar el dormir con el comer, diciendo que ambos son un hábito y que, en consecuencia, se pueden aprender. Y digo «torcer» porque todos los bebés duermen, cada uno a su manera y según sus necesidades, y si entonces hablamos de enseñarles, para que aprendan, estaremos seguramente entrando en un terreno peligroso.
No conozco a nadie que considere adecuado enseñar a mamar a un bebé, ni enseñarle cuánto tiene que comer, ni siquiera enseñarle a masticar, ni a tragar, ni a escoger cuándo ni cuánto debe comer, ni por supuesto enseñar a hacer caca o pipí. Si acaso, lo que hacemos es ofrecer comida saludable, y con nuestro ejemplo, enseñarles hábitos e higiene sobre algo que van aprendiendo con el paso de los meses y los años.
De igual modo, no veo cómo puedes enseñar a un niño a dormir bien, porque para empezar, si cada niño es único y tiene sus propias necesidades, se entiende que a su manera ya duerme bien. Y por lo tanto, los padres y profesionales no somos nadie para decir cuándo, cómo ni cuánto debe dormir un bebé (considerando que hablamos de bebés sanos).
Los despertares son normales
Dice luego el texto que es normal que los bebés y niños se despierten, y que los despertares van disminuyendo a medida que crecen (20-40% de los menores de tres años se despiertan por la noche, el 15% a los tres años y el 7% a los cinco años). Esto que tanto tranquilizará a muchos padres y madres, y que viene a decir que en realidad no hay que hacer mucho por los niños, porque el sueño va cambiando y evolucionando a medida que crecen, vuelve a torcerse cuando añaden un montón de consejos «muy raros».
Las recomendaciones generales para el Sueño Infantil
Todo empieza muy bien, cuando dicen que se recomienda establecer una rutina de sueño que se repita cada día, según los ritmos del pequeño, para que poco a poco aprenda que después de cada acción viene la siguiente, y que todo ello acabe con el/la peque cerrando los ojos para descansar. Es un gran consejo que no siempre funciona, pero que es en realidad el mejor camino para que, con el tiempo, todo vaya más acorde con los ritmos de los progenitores.
Entonces aparecen las recomendaciones generales:
«Los padres no deben imponerse a sí mismos ninguna hora límite para que el niño duerma bien. Hay que limitarse a seguir las rutinas».
No puedo decir mucho sobre este consejo, porque ni siquiera lo entiendo muy bien… ¿Hora límite? No sé, no hay horas. Todos intentamos que a una hora más o menos lógica (a partir de las 20-21h) los peques se duerman. Si un día tardan más, pues es lo que hay, pero sí, si puede ser, que se haya hecho la rutina previamente.
«Evitar acostarlo con hambre pero el exceso de líquido o de comida favorece el despertar nocturno».
Me parece bien por aquello de evitar «la cena de Navidad» cada noche, alias «biberón de cereales bien cargado», que en realidad es un muy mal consejo nutricional. Quitando esto, sentido común: que el niño cene si tiene hambre, coma si le apetece, mame… y si no quiere, pues que duerma. No sé cuándo un bebé duerme con hambre o con exceso, porque si está comiendo a demanda (como debería), pues comerá cuando le apetezca y no lo hará si tiene más sueño que hambre.
«Si tiene rabietas, no hacer caso, salir de la habitación y, si se levanta, hay que acostarlo rápidamente evitando hablar con él. Actitud firme, hacer siempre lo mismo y con la seguridad de que eso es lo que hay que hacer».
¿Quién lo dice? ¿Por qué es eso lo que hay que hacer? ¿No habíamos quedado en que no hay hora límite, los despertares son normales y cada niño tiene sus propias necesidades? Si un niño llora en su cuna o su cama, una de dos: o no tiene sueño, o no quiere estar solo porque siente miedo. Si se supone que «el sueño promueve un mejor comportamiento» como decían al principio, no tiene ningún sentido tratar de conseguirlo con un mal comportamiento por parte de los padres.
¿Qué es eso de evitar hablar con él? ¿Cómo podemos decirle a una madre, a un padre, semejante frase? Si las relaciones saludables se basan en la confianza, el respeto, la sinceridad y el cariño, ¿qué sentido tiene que hagamos algo así? Y la pregunta más importante: ¿Qué evidencia hay detrás de este consejo?
Si no tiene sueño, habrá que revisar si la hora es la más adecuada para tratar de acostarlo. Si ya es muy tarde, habrá que revisar la hora igualmente, por si resulta que ya se ha «pasado de rosca», o ver si es consecuencia de despertarse muy tarde por las mañanas. En cualquier caso, obligarlo a dormir no parece una buena solución, como sí lo puede ser tratar de modificar horarios por el día, para que repercutan en la noche. Y por supuesto, comunicarnos siempre con cariño y afecto… forzar a dormir y callarnos como si no existiera no son buenos consejos educativos.
«Transmitir el mensaje de que se le está enseñando a dormir solo y no es ningún castigo».
No, castigo no, porque no es la consecuencia a ninguno de sus actos, pero eso no lo hace positivo. Es como encerrar a tu hijo cada tarde en su habitación para que aprenda a vivir solo, aunque lo pase fatal, y luego decirle que no es un castigo. Sabemos que los humanos somos una especie altricial, muy, pero que muy dependiente. Sabemos que la mayoría de culturas acompaña el sueño de sus bebés y niños hasta que crecen y son capaces de dormir solos.
Pero los occidentales queremos pasarnos de modernos y forzar situaciones que son contranatura: igual que los niños quieren estar con nosotros por el día, quieren estar también con nosotros por la noche, con más razón todavía, porque van a cerrar los ojos y van a desconectar del mundo. ¿Qué sitio hay más seguro que cerca de nosotros?
Que sí, que en su habitación están seguros… pero eso lo sabemos nosotros, y no ellos. Ellos lo descubrirán más adelante, y será entonces cuando sí serán capaces de dormir sin nosotros, y curiosamente, sin que nadie les haya tenido que enseñar a «dormir solos». Porque los niños hacen un montón de cosas, ellos solos, que nadie les ha enseñado: no todo lo que se aprende te lo tiene que enseñar alguien, y sentirse seguro es una de esas cosas.
«Evitar actividad física intensa 1-2 horas antes de acostarse«.
Muy de acuerdo.
«Evitar ciertos alimentos como chocolate, refrescos con cafeína o teína».
Por supuesto.
«Evitar las siestas frecuentes o prolongadas o tardías durante el día, grandes variaciones en la hora de acostarse-levantarse, (por ej. fines de semana)».
Depende… hay bebés y niños que empiezan a dormir peor en el momento en que les controlas las siestas, y que si no han descansado bien por el día, duermen peor de noche. Este consejo (en realidad, todos), debería individualizarse según las características y los patrones de cada peque.
«Evitar el uso del ordenador, videojuegos o móviles«.
Sobre todo en las horas previas al sueño.
«Evitar que se duerma viendo la TV, la rutina debe finalizar en el dormitorio del niño».
O finalizar allí donde el niño vaya a dormir, que no tiene por qué ser en el dormitorio del niño, sino más bien allí donde descanse más y mejor. Es muy difícil explicar a un niño pequeño, con sus inseguridades y miedos, su inmadurez y su falta de raciocinio, que él tiene que dormir solo y que nosotros los adultos, maduros y capaces de dormir solos, dormimos acompañados.
«Evitar condiciones inadecuadas de luz o ruido«.
Lógico.
«Establecer límites claros (número de cuentos, canciones,…) si el niño se queja o anda con rodeos a la hora de quedarse solo».
Normal que el niño quiera más cuentos, más canciones, más caricias, más agua, más pipi, más «tengo miedo», más lo que se le ocurra, si lo que siente que necesita es un poco de compañía. Saben que somos sus padres, nos consideran su «lugar seguro», su apoyo emocional, y cuando nos necesitan, ¿se lo negamos?
No tiene sentido que durante los primeros meses digamos a los padres y madres lo importante que es que creen un vínculo fuerte y sólido con su bebé, para que se sienta seguro y tranquilo, y crezca mejor y más feliz, y luego de repente les digamos que por las noches lo del vínculo da como igual… que lo pueden dejar solo aunque se sienta abandonado.
«No potenciar la angustia o los miedos aludiendo al coco, el hombre del saco…»
Por supuesto que no, ni potenciar la angustia o los miedos con frases como «tienes que estar solo», «no puedes salir de la habitación» o con silencios cuando lo que están pidiendo es un poco de cariño, comprensión y contención.
«La pareja debe turnarse. Si uno se enfada debe salir de la habitación y si no puede ser sustituido reiniciar la tarea cuando se esté más tranquilo».
¿Pero qué tarea? ¿Por qué iba a enfadarme? Si mi hijo llora lo atenderé, como me acercaré a consolar o acompañar a cualquier persona que sufre. ¿De verdad estamos diciendo a los padres que es normal que el niño se queje y llore por nuestra culpa, y encima se enfaden y busquen un sustituto? ¿Qué escuela de psicología recomienda algo así? ¿Cómo puede considerarse educativo semejante despropósito?
Los trastornos del sueño
Entonces las hojas nos hablan de los trastornos del sueño, que son «Insomnio», «Síndrome de piernas inquietas» y «Síndrome de retraso de fase». Se comenta que se considera trastorno de sueño cuando las alteraciones de humor, dificultad para concentrarse, somnolencia por el día, cansancio físico o mental, estado general de tensión y ansiedad afectan de forma significativa su vida diaria y cuando el problema de sueño afecta la relación entre padres e hijo, la relación familiar o sus relaciones sociales y escolares.
O sea, que en caso de que los días sean terribles porque el niño duerme muy mal, se podría decir que tiene un trastorno del sueño, y entonces hay que actuar. ¿Cómo? Pues digo yo que no siguiendo unas hojas estandarizadas, ni una pauta de un libro, sino yendo a un especialista que haga un diagnóstico, estudie el caso y ofrezca posibles soluciones.
Para el resto de casos, que son la mayoría, porque la gran mayoría de bebés y niños no tienen trastornos del sueño, basta con acompañar a los niños en su maduración… algo que sucederá hagamos algo o no. Es decir, los niños acaban durmiendo solos, y toda la noche, tanto si les enseñamos a dormir solos con estos métodos tan irrespetuosos, como si no lo hacemos. Podríamos decir entonces que todos los niños acaban durmiendo como los adultos, a pesar de que a algunos se les intenta enseñar a hacerlo antes de tiempo.
Insomnio conductual
Nos dicen que un trastorno del sueño es el insomnio, y de repente explican que existe algo llamado insomnio conductual, que es la «incapacidad del niño para conciliar el sueño si está solo, presentando resistencia y ansiedad a la hora de acostarse provocando que el inicio del sueño se retrase o tenga múltiples despertares».
Pues queridos profesionales de la salud, ya podemos empezar a diagnosticar a todos los niños y niñas del mundo de insomnio conductual, porque no conozco a ningún bebé ni niño pequeño que no tenga problemas para conciliar el sueño si está solo, y en consecuencia, no oponga resistencia y alargue el día para evitar un momento en el que lo pasa mal.
Y entonces tendremos que convenir que el diagnóstico es erróneo, como lo sería decir que un bebé de nueve meses tiene mutismo selectivo, o que un bebé de seis meses tiene anorexia porque rechaza casi todos los alimentos que le ofrecemos. Seamos sensatos, por favor, y consecuentes con nuestros consejos y diagnósticos… que esto es muy serio y podemos hacer mucho daño a los niños y a sus padres.
¿Qué les decimos que hagan?
Pero es que la cosa no acaba aquí. En la última hoja se sugiere como un buen método para el insomnio conductual llevar a cabo lo que llaman extinción gradual (traducido al castellano: vamos a extinguir la petición de compañía por las noches, esa que los niños reclaman para poder dormir tranquilos, felices y seguros).
«Después de la rutina presueño que habrá terminado en la habitación del niño, le dejaremos en la cama aún despierto, apagamos la luz y salimos con una despedida breve (ahora a dormir, buenas noches…). Si es necesario, se deja luz tenue de compañía de la que prescindirá voluntariamente más adelante.
Si comienza a llorar, antes de entrar a tranquilizarlo esperaremos un tiempo (1a espera de 1r día un minuto, 2a 2, 3a y siguientes 3; 2o día 1a espera 2 minutos, 2o 3, 3a y siguientes 5; 3r día y siguientes 1a espera 3 minutos, 2a 5, 3a y siguientes 5-7 minutos)».
¿Cómo demonios han dormido los bebés desde el principio de los tiempos, si los relojes se inventaron anteayer? Es que me imagino a los padres intentando cumplir estas instrucciones, reloj en mano, tras la puerta, oyendo llorar a su bebé o niño, pensando que hacen lo mejor por su hijo, y se me cae la cara de vergüenza.
¿Qué les estamos haciendo? ¿Por qué? ¿Quiénes somos nosotros, como profesionales, para convencer a dos progenitores amorosos de que lo mejor para ellos y su hijo es sufrir varias noches, cuando no es verdad que su hijo vaya a aprender a dormir mejor?
Quizás a la larga su sueño varíe. Con el tiempo, un niño puede acabar durmiendo más tiempo sin despertares tras extinguir sus reclamos, pero no sabemos si eso es en realidad mejor, primero porque no hay evidencia que lo demuestra, y segundo porque cada niño tiene sus propias necesidades y los despertares tienen su porqué (alimentarse, saberse seguro, aprender…).
Y a medio-corto plazo, ¿qué conseguimos? Lo único que logramos así es que deje de llamarnos. La necesidad de sentirse acompañado, querido, comprendido y pleno de cariño sigue existiendo, sigue estando, pero los niños no son tontos, y cuando se dan cuenta de que sus reclamos no tienen respuesta, dejan de avisarte: «Te sigo necesitando, mamá, y a ti también, papá… porque yo no comprendo este mundo, y pasará mucho tiempo hasta que pueda sentirme seguro yo solo. Pero como no venís, pues me callo. Me callo, porque parece que es eso lo que queréis, que yo no os moleste».
Indefensión aprendida
«Entrar en el cuarto tranquilos sin acercarse a la cama ni sacarle. Hacerle saber que no pasa nada, que estamos allí y salir».
¿Y? Estás pero no estás. Es como la pareja que te dice que sí a todo porque no te está escuchando. Y cuando le llamas la atención te pregunta qué quieres, que te está escuchando, que vale, que ya lo pilla. No… para estar así, ni te molestes. Pero los bebés tardan más en decirnos esto… siguen intentándolo varias veces, varios días, porque su instinto les dice que eso es lo mejor para ellos, y no pueden comprender que no los calmemos.
Así hasta el día en que dicen eso: «ya no te molestes, te sigo necesitando, pero ya no te voy a llamar más, porque haga lo que haga no vendrás». A esto se le conoce como indefensión aprendida, y puede ser muy peligroso para un bebé con una personalidad y una autoestima aún en formación darse cuenta de que el afecto de quien más debería quererle le puede ser negado, y que no hay nada que pueda hacer por cambiarlo.
«Solo entrar si llora durante todo el tiempo de espera o nos llama sin parar».
«Repetir el proceso si se despertase una vez dormido».
«El segundo día suele ser más duro porque el niño ya sabe lo que va a pasar».
«Paciencia, firmeza y refuerzo positivo».
No tenemos corazón. No puedo resumirlo de otra manera. Si como pediatras, enfermeros, psicólogos… pon el título que quieras, somos capaces de dar hojas como estas, con consejos como estos, solo puedo resumirlo de una manera: no tenemos corazón.
No tenemos corazón, ni conocimientos
Y lo peor: no tenemos conocimientos. Porque estos métodos no tienen estudios detrás que hayan demostrado que son seguros y que no dejan secuelas. Y el sentido común me inclina a pensar que lo más lógico es que sí, que alguna secuela, por mínima que sea, puede llegar a provocar: en la autoestima, en la relación entre padres e hijos, en el vínculo, y ojo… en los padres, que por primera vez, desoyen a su bebé, a la personita que más quieren, y se desconectan de sus necesidades y su llanto.
Si lo hacen una vez, podrán hacerlo más veces, y su hijo crecerá, quizás, como gran parte de los adultos de ahora, sin haber creado un vínculo adecuado con sus padres, que eran los que tenían que acompañarles en la vida hasta que fuera maduro y capaz. Si aquí toman un atajo, ¿quién nos dice que no harán lo mismo con otras cuestiones?
De verdad… si no sabemos, como profesionales, es mejor que nos callemos. Para decirles algo así, es mejor no decirles nada.
Y si de verdad el niño tiene un problema y sus días son horribles, porque está agotado, porque no descansa, entonces lo derivamos a un experto en sueño infantil que pueda poner pautas progresivas y sensatas para ayudar a ese niño y a esa familia.
Y si ya tiene 8 años y sigue teniendo miedo a dormir sola? Es normal? Gracias
Puede pasar Silvia, pero con 8 años es mejor que lo comentes con el pediatra, que probablemente os derive a un/a psicólogo/a. Si no es así, puede ser buena idea que sea visitada por alguno, para que estudie las razones de esos miedos y le ayuden a sentirse más segura.
Te lo comento porque esos miedos pueden afectar no solo al sueño, sino también en otras circunstancias de la vida, y pueden estar haciendo que sea más introvertida de lo que sería sin ellos.
Hola,
Mi hijo tiene 18 meses y aunque antes dormia en su cuna, ahora quiere dormir en la cama conmigo. No me molesta y de hecho me oarece beneficioso, el priblema es que tarda una hora aproximadamente en caer dormido, y tengo que estar con él. Si no es así, se levanta y me busca por la casa. Qué podría hacer para que se duerma solo? Ya tenemos una rutina que sefuimos cada dia.
Gracias
No es fácil, porque tienes que cogerlo en brazos, llevarlo a su cama, acompañarle a dormir otra vez y explicarle que estáis en casa y que no pasa nada, que puede estar solo en la cama. Muy pocos niños acaban entendiéndolo rápido porque es un instinto de supervivencia el que les hace querer estar acompañados, y para anularlo tiene que sentirse verdaderamente seguro.
Gracias Armando!
Muchas gracias!!
Buenos dias! Mi hija con 17 meses no consiente dormirse en la cuna. Nunca lo ha querido, y lo hemos intentado. En un principio la dormiamos en brazos, pero ya es imposible por su peso. Asi que la duermo conmigo en la cama, y se duerme mucho mas tranquila y relajada. Una vez dormida la paso a la cuna, y duerme genial. Pero estoy un poco harta de oir que no quiere cuna porque es a lo que le hemos acostumbrado… No entiendo que tiene de malo dormirla asi? Estamos haciendolo mal? Es mejor dejarla llorando sin parar en la cuna? Gracias por tus consejos!
No, no estáis haciendo nada malo, y menos si estáis en casa todos bien con esa manera de hacer. Seguro que con 17 años no hace falta dormirla así 😉
Otra cosa es que os suponga un problema y no estéis cómodos con la situación. Entonces tendríais que valorar como proceder. Pero si lo estáis disfrutando, a seguir así 😉
Hola Armando! Mi hija tiene casi dos años y aún se despierta muchísimo por la noche. Además le cuesta una hora dormirse. Duerme conmigo u con la teta. Algún consejo? Imagino que paciencia y todo pasará cuando crezca.
Hola Noelia,
hay muchos consejos que podría date, pero para ello hay muchas preguntas que debería hacerte 😉
Quizás lo más directo es que veas el curso del sueño infantil, donde están todas las estrategias posibles: https://www.criarconsentidocomun.com/curso/curso-el-sueno-infantil/
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Un saludo!