Resiliencia: Cómo ayudar a nuestros hijos a gestionar la frustración

Cómo ayudar a tus hijos a adaptarse, convivir y/o superar aquellos hechos o circunstancias que a otras personas les impide progresar

La resiliencia es la capacidad de superar obstáculos y adversidades adaptándonos a las circunstancias con un enfoque positivo.

Es una habilidad de gran valor para la vida que se puede inculcar desde la infancia trabajando la capacidad de frustración, la autoestima y los recursos emocionales de niños y niñas.

¿Qué es la resiliencia?

Resiliencia. RAE: “Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”.

La resiliencia es la capacidad que tiene una persona de adaptarse a las circunstancias, por muy adversas que estas sean. Es una virtud que permite a quien la tiene recuperarse rápidamente frente a la adversidad y seguir proyectando el futuro.

En ocasiones, las circunstancias difíciles o los traumas nos hacen desarrollar recursos que nos permiten combatir la frustración o el sufrimiento ya que, aunque a veces es imposible no sentir cierto grado de desaliento, temor o incluso dolor ante de terminadas circunstancias (un despido laboral o el fallecimiento de un ser querido, por ejemplo); la depresión, la ansiedad o el sufrimiento son siempre combatibles.

 

 

Para ello es necesario adoptar el enfoque adecuado, tener una actitud positiva y desarrollar los recursos emocionales imprescindibles para mantener serenidad de ánimo ante las dificultades.

¿En qué se diferencia una persona con mayor resiliencia que las demás?

La resiliencia hace que las personas sean más maduras y fuertes emocionalmente, que gestionen mejor las emociones y que se muestren más propuestas a superar conflictos, y más capacitadas para resolver problemas y circunstancias negativas.

Y además, las superan con mayor facilidad y más rápidamente que el resto. En otras palabras: es un recurso de vida que nos hace más felices, por cuanto reduce nuestro sufrimiento emocional.

Las personas que son capaces de resolver o superar los problemas son aquellas que los consideran desafíos. Los adultos con mayor resiliencia se caracterizan por una mayor madurez e inteligencia emocional y una autoestima sana.

 

 

Aunque a menudo haya circunstancias en la vida que no dependan de nosotros ni haya nada que nosotros podamos hacer para cambiarlas, la resiliencia nos dota de capacidad para efectuar todo aquel cambio en nosotros mismos que sea necesario para reajustarnos y actuar de la mejor manera posible frente a la realidad.

Viene a ser una especie de cambio de enfoque frente a la adversidad, que nos permite sortear o superar los obstáculos y sacar un aprendizaje positivo de cada experiencia.

Es una buena herramienta de vida, por lo que es importante practicarla nosotros mismos cuanto podamos y trabajar con nuestros hijos e hijas, desde el principio, para que puedan desarrollar esta capacidad.

¿Cómo inculcar la resiliencia?

El contexto social y la educación influyen mucho en que las niñas desarrollen la resiliencia como capacidad o habilidad personal. Enseñarles desde pequeñas que el error es una buena oportunidad de aprendizaje, en lugar de sinónimo de fracaso; es un factor clave.

Trabajar con los niños desde pequeños sus recursos emocionales, para generar en ellos cierto grado de tolerancia a la frustración cuando las cosas no salen como las planeamos, es una buena manera de irles inculcando resiliencia. En este sentido, es importante que se sientan comprendidos en sus emociones, aun cuando no hagamos o no les demos aquello que nos están pidiendo.

 

 

También es conveniente enseñarles a enfocar las cosas de manera positiva, entrenándoles en la capacidad de asumir la derrota mediante juegos de mesa, por ejemplo, para que aprendan a aceptar la pérdida sin altibajos emocionales.

Perder y ganar son dos caras de la misma monedas, al fin y al cabo; y es útil que aprendan a sentirse identificados con ambos estados emocionales.

Enseñarles que no siempre podemos tener lo que queremos (un juguete, un caramelo, etc.) es otro método eficaz para ir desarrollando la resiliencia. Es bueno que niños y niñas sepan que las cosas se consiguen a veces sí, a veces no, a veces a medias… E incluso a veces conseguimos algo y después lo perdemos. ¡Y son cosas que pasan!

 

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Por último, ayudarles a tener un buen concepto de sí mismos, a aceptarse y quererse tal y como son (con sus virtudes y sus defectos) y apoyarles para tener un buen nivel de autoestima, les hará a crecer de forma sana y feliz y convertirse en adultos llenos, seguros de sí mismos y con capacidad para sortear inconvenientes y superar equivocaciones o fiascos.

 

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