El experimento que retrasó media hora la entrada en el instituto mejoró las notas de los estudiantes

En la pubertad se produce un retraso fisiológico del reloj biológico, y tener que madrugar para ir al instituto supone una privación crónica de horas de sueño a los adolescentes

Algo tan sencillo como retrasar media hora la entrada en el instituto mejora los resultados académicos de los adolescentes. Con los horarios actuales los adolescentes padecen un letargo permanente y bajan su rendimiento.

El punto de partida para realizar el experimento de retrasar media hora la entrada al instituto fue el estudio realizado en la Comunidad Valenciana y dado a conocer por la Asociación Española de Pediatría (AEP) hace un año. La investigación analizó la actividad de más de 600 escolares. Al ser preguntados, el 40% de alumnos aseguraba tener dificultades para despertarse por las mañanas y el 29% para mantenerse despierto durante las clases

30 minutos más tarde, mejores notas y menos conflictividad

Son los resultados obtenidos después de retrasar media hora la entrada al instituto de los adolescentes valencianos. La experiencia en otros países como Alemania o Israel apoyan los resultados de esta investigación española. O el proyecto Shastu, de la Unión Europea, en el que también ha participado España.

 

Retrasar media hora la entrada al instituto mejora las notas

 

“Hay experiencias, no solo en Estados Unidos, sino también en Alemania y en Israel, en donde se ha demostrado que retrasar media hora el inicio de las clases aumenta el tiempo en el que los adolescentes están durmiendo y, por tanto, incrementa el rendimiento escolar y baja la conflictividad dentro del aula, asegura Gonzalo Pin, coordinador del Grupo de Sueño y Cronobiología de la AEP.

En definitiva, distintas experiencias han certificado que retrasar el inicio de las clases aumenta el tiempo en el que los adolescentes están durmiendo y, por tanto, incrementa el rendimiento escolar y baja la conflictividad dentro el aula.

La mayoría de institutos de secundaria comienza en España las clases entre las 8.00 y las 8.30 de la mañana. A esa hora, los adolescentes están somnolientos. A primera hora no son capaces de atender en clase porque les cuesta concentrarse. Muchos expertos en el tema del sueño coinciden en que los horarios escolares no siguen el patrón del reloj biológico de los adolescentes. Y las consecuencias son apreciables: acaban padeciendo un letargo permanente y bajan su rendimiento.

Los horarios escolares están hechos justo en contra del reloj biológico. Los preadolescentes están más espabilados a primera hora de la mañana y entran más tarde, y, sin embargo, a los adolescentes, que necesitarían entrar más tarde, les hacemos entrar antes”, manifiesta Pin.

 

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50 minutos más tarde, notas un 4,5% más altas

No es el único equipo que ha investigado el impacto del sueño y la alteración de los ritmos biológicos. En la ciudad de Seattle, en Washington, Estados Unidos, se tomó una decisión drástica en el curso 2016-2017: que los alumnos de 11 a 17 años comenzasen las clases 50 minutos más tarde. Con esta medida, según un estudio publicado en la revista científica Science, los alumnos consiguieron dormir una media de 34 minutos más.

Además de obtener importantes beneficios para su salud y bienestar, la iniciativa tuvo un efecto directo sobre las calificaciones académicas: los alumnos mejoraron sus notas un 4,5% de media. Asimismo, las faltas de puntualidad y absentismo se redujeron.

Cuando un adolescente padece déficit crónico de sueño, no se entera de lo que le explican. Al retrasar media hora la entrada en el centro, el adolescente lo utiliza para dormir, no porque se acueste más pronto, sino porque, siguiendo su ritmo biológico, se levanta un poco más tarde y su organismo está más preparado para el aprendizaje, señala Pin.

 

Retrasar media hora la entrada al instituto mejora las notas

 

En los días lectivos, el 87% de los alumnos de secundaria duermen menos de 9 horas diarias, el mínimo de horas de sueño recomendado para adolescentes, según la investigación llevada a cabo en Seattle.

Replantear horarios escolares para tener en cuenta el retraso fisiológico del reloj biológico en los adolescentes

Pin defiende que exista un replanteamiento de los horarios en los centros escolares, ya que en la pubertad se produce un retraso fisiológico del reloj biológico. Es decir, los adolescentes tienen tendencia biológica a acostarse más tarde y a levantarse más tarde. Además, en esta etapa se produce un incremento de las necesidades de sueño. Es decir, si un preadolescente con 8 horas de sueño tiene suficiente, un adolescente necesita alrededor de 9 horas de sueño diarias.

“Con este retraso de fase, unido al retraso de horarios que tenemos, en el que los adolescentes acaban de entrenar deportes competitivos bastante tarde, más el uso de las tecnologías, que todavía retrasa más el reloj biológico, cuando se levantan a las 7.00 de la mañana para empezar a las 8.00 en el instituto, su cuerpo está despierto, pero su cerebro sigue durmiendo hasta aproximadamente las 9.30 o las 10.00, que es cuando empieza el rendimiento escolar, señala Pin.
El sueño, sus fases y necesidades, cambia a lo largo de nuestra vida, y la adolescencia no es una excepción. Los adolescentes se activan a medida que llega la noche y en torno a las 6.00 o 7.00 de la mañana están en plena fase de sueño profundo, por eso les cuesta tanto levantarse a esas horas.
Retrasar media hora la entrada al instituto mejora las notas

Por norma general, los adolescentes comienzan a tener sueño dos horas más tarde de lo que solían tener en la niñez, según la Academia Americana de Pediatría. Como consecuencia, tener que madrugar para ir al instituto les supone una privación crónica de horas de sueño.

Además, la falta de sueño no solo afecta a su rendimiento cognitivo y a su bienestar emocional, sino que también incrementa el riesgo de obesidad, depresión y accidentes de tráfico.

“El problema aún se agrava más con la jornada continua. Muchos adolescentes llegan a comer a casa a las 15.30 e incluso a las 16.00 y eso coincide con el ritmo circadiano de la glucosa y la insulina, de tal manera que favorece mayor sobrepeso y obesidad y mayor tendencia a la diabetes tipo 2. Y, además, retrasa la hora de la cena y el inicio del sueño”, asegura Pin.

Si quieres más información o necesitas asesoramiento profesional sobre la salud del sueño de tu hijo/a adolescente, en la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de expertos/as en salud materno-infantil. Entre ellos/as se encuentra la psicóloga especialista en sueño infantil Rafi López.

 

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