¿Sabe tu peque qué hacer si se pierde? ¿Y tú?

Llevar marcada la ropa, no moverse del sitio o saber a quién pedir ayuda son algunas de las pautas para resolver la situación en minutos

Aunque extrememos las precauciones, es complicado controlar absolutamente todas las situaciones y en grandes espacios abiertos o aglomeraciones se eleva el riesgo de que un niño pequeño se extravíe. Por eso es recomendable entrenar a los peques desde chiquitines: ¿Qué tiene que hacer un niño cuando se pierde?

Entre los peores miedos de los progenitores, este es uno de los peores. En una gran superficie comercial, un parque o la playa… Unos minutos de despiste pueden ser suficientes para dejar de tener a un peque localizado, y aunque solo sean unos minutos, la angustia y el terror son indescriptibles.

Aunque expliquemos a los más pequeños que nunca han de separarse de nosotros ni soltar nuestra mano, siempre existe el riesgo de que un peque se despiste con cualquier cosa llamativa, se aleje, se desoriente y acabe perdido. Especialmente en fines de semana, vacaciones, navidades y verano los planes en familia en espacios exteriores se multiplican, y con ellos la posibilidad de que un/a niño/a pequeño/a se pierda. Por este motivo, es cuando más debemos extremar las precauciones.

 

¿Qué tiene que hacer un niño cuando se pierde?

 

Es importante instruir a los más pequeños sin meterles miedo, ya que si se extravían será importante que sepan mantener la calma. Tampoco es recomendable insistir en la idea de que NUNCA pueden hablar con extraños. Cada día ellos observan cómo nosotros mismos dependemos de personas que no conocemos cuando montamos en un autobús o un taxi, por ejemplo. Y si se pierden, ellos mismos pueden llegar a depender de la ayuda y amabilidad de personas desconocidas para volver a encontraros.

Por eso es mejor no lanzarles mensajes contradictorios, pero sí hemos de indicarles qué comportamientos adultos no son correctos con los niños (para que no confíen en quien les pide ayuda siendo adulto, les invita a montar en un coche o les intenta alejar del escenario ofreciéndoles dulces o juguetes, por ejemplo). A menudo educamos a nuestros hijos en la amabilidad y la obediencia porque queremos que estén «bien educados»; pero a veces lo hacemos en detrimento del sentido común, la toma de decisiones autónoma y la conciencia crítica. Como resultado, podemos obtener niños y niñas que no saben decir «no» porque temen que se pongan en duda sus buenos modales.

Por otra parte, es muy útil enseñarles a reconocer ciertas figuras de «seguridad» (policía, guardia de seguridad, cajera, dependienta, madre con hijos…), para que sepan a qué tipo de persona es mejor acercarse si se han perdido.

Sucede con bastante frecuencia, sobre todo con peques de 3 a 5 años

¿Cuántos niños se pierden al año en España? Solo en las playas, la Cruz Roja registra cada temporada 2.500 desapariciones, pero el dato global podría ascender hasta más de 10.000 al año ya que, en muchos casos, se encuentra al niño sin llegar a solicitar ayuda.

Según datos del Ministerio de Interior, durante el año 2021 se han interpuesto un total de 22.285 denuncias por desaparición, de las cuales un 66% corresponden a menores de edad (14.500).

Y ¿dónde desaparecen más niños en España? Según el último informe del Centro Nacional de Desaparecidos, dependiente del Ministerio del Interior, Las Palmas (3.446), Madrid (2.179), Barcelona (2.179) y Valencia (1.085) son las que presentan un mayor número de casos en 2021.
¿Qué tiene que hacer un niño cuando se pierde?

El riesgo de pérdida es mayor si tienen entre 3 y 5 años de edad o si estamos en un sitio con grandes aglomeraciones de gente.

Eso sí, la gran mayoría de las veces se resuelve positivamente. En concreto, en casi un 95% de los casos se encuentra al menor desaparecido. De hecho, según la policía, este tipo de incidentes en la mayoría de los casos suelen resolverse en la primera media hora.

Sí, es un dato positivo, pero… imaginaros media hora con un/a hijo/a perdido/a. No deja de ser muchísimo tiempo de angustia, tanto para el peque como para sus padres. Así que lo mejor es centrarnos en cómo prevenir estas situaciones y en qué debemos enseñar a nuestros peques para gestionarlas adecuadamente.

¿Qué tiene que hacer un niño cuando se pierde?

Lo primero es establecer un plan que conozca toda la familia (también abuelitos u otros cuidadores) para que todos sepamos cómo actuar si llega a suceder. Pero cuidado, porque no se trata de sobreproteger a tus hijos, ni de volverse aprensivos y transmitirles angustia y pánico.

Simplemente, vamos a enseñarles –explicar y ensayar–, desde la tranquilidad, cómo proceder para estar seguros de que saben cómo actuar y cuidar de sí mismos si se pierden:

Datos importantes e identificadores

Desde pequeños, podemos empezar a ayudarles a memorizar los datos importantes: su nombre y apellido y el de sus progenitores, la dirección donde viven, la localidad de la que proceden… Cuando los niños son muy pequeños, es muy útil marcarles la ropa con su nombre y un teléfono móvil para que un adulto pueda llamarnos en caso de emergencia. También pueden llevar un número de teléfono en una pulsera de goma (muy útil en playas y piscinas). De esta manera, aunque no lo recuerde, podrá facilitárselo a otras personas.

Vía de contacto y localización

Si los niños ya tienen edad para tener smartphone, hemos de procurar que aprenda a comprobar que el teléfono móvil tiene batería cada vez que sale de casa y enseñarle a no gastarla por completo cuando esté fuera de casa. Asimismo, también nosotros debemos comprobar que nuestros móviles tienen batería.

 

¿Qué tiene que hacer un niño cuando se pierde?

 

Muchos progenitores optan por un recurso intermedio antes de regalarles su primer móvil: un reloj con GPS y llamadas limitadas que les permite localizar a sus hijos/as desde una aplicación de su propio teléfono. Muchos modelos alertan a los padres cuando el menor sale del área de seguridad marcada por ellos y permiten a los/as niños/as comunicarse de forma segura e incluso realizar y recibir llamadas y videollamadas solo con aquellos números móviles que sus padres admiten previamente en la aplicación, por ejemplo, los suyos o los de sus abuelos.

Ante todo, tranquilidad

Estar tranquilos es fundamental. Tanto para los papás y las mamás como para los peques. Debemos enseñarles a mantener la calma para no empeorar la situación. Desesperarse siempre complica las cosas y puede hacer que los nervios y la ansiedad les hagan olvidar qué deben hacer a continuación.

Lo mejor es indicarles respirar profundo y recordar nuestros consejos, confiando en que al seguirlos se resolverá la situación en breve y os volveréis a encontrar en unos pocos minutos. Explícale que papá y mamá siempre le buscarán y le encontrarán… y confiad en ello vosotros también.

El punto de encuentro: ¡No te muevas!

¡Pies quietos! Dile a tu peque que, si se pierde y se pone a dar vueltas os hará mucho más difícil localizarle. Explícale que lo mejor es que se quede quieto justo donde está, sin cruzar nunca calles, en la acera y en un sitio seguro. ¡Mamá y papá te encontrarán! Indícale que se quede de pie y derechito. Si hay un banco cerca y el peque tiene edad para subirse solo sin peligro, puedes animarle a subirte de pie encima para que le podáis ver mejor.

 

¿Qué tiene que hacer un niño cuando se pierde?

 

Si salimos a la calle con un/a chico/a un poco mayor, podemos mostrarle desde el principio un punto de encuentro fácilmente reconocible al que acudir para reencontrarnos si en algún momento se separan de nosotros y se pierden.

Observa… y llama en voz alta

Antes de que cunda el pánico… enseña a tu peque a mirar despacito todo a su alrededor sin moverse del sitio. Puede que papá y mamá estén cerca y no se había dado cuenta. Pero si no nos ve, dale permiso para gritar muy fuerte: ¡Papááááááá! ¡Mamááááááá! Da igual donde esté, explícale que si se ha perdido puede gritar donde sea: en el súper, en la calle, en una tienda, el cine, un restaurante ¡y hasta en la biblioteca! Que no deje de llamarnos muy en alto hasta que le encontremos.

Pide ayuda (pero no te vayas con nadie)

El siguiente paso es explicarle que si sigue sin vernos pida ayuda. Cuando metemos miedo a los niños para que nunca hablen con extraños después, cuando un niño se encuentra perdido, esta enseñanza juega en contra.

En cambio, podemos ayudarles a identificar ciertas «figuras de seguridad». Los mejores ayudantes son los polis, las mamás y papás con niños, los profes y los bomberos. Si estamos dentro de una tienda o supermercado, también podemos acudir a dependientas, cajeras y/o guardias de seguridad.

Si tu peque es tímido, insiste en la idea de que cuando nos perdemos todos tenemos que olvidar el miedo y la vergüenza para que nos ayuden. Refuerza la enseñanza de que quien le ayude se tiene que quedar con él/ella justo donde está. Es importante no subir a coches, ni irse con nadie ni a la casa de nadie a esperarnos.

 

El incesto emocional, un tipo de maltrato psicológico infantil

 

Es decir, «no te muevas ni aunque te digan que te van a llevar a tu casa, nosotros iremos a buscarte». Le podemos decir algo así como «no permitas que te lleven a ningún sitio, eso no es una buena idea y no va ayudarnos a encontrarte». Asimismo, podemos indicarles gritar fuerte «¡ayuda!» si se les quieren llevar a la fuerza.

Explica a tu hijo que en caso de perderse, debe mirar a su alrededor, sin moverse del lugar y pedir ayuda a una madre con niños (con el tiempo podemos ampliar la lista de «ayudantes seguros» -si estamos en una tienda una dependienta o cajera, por ejemplo, pero mamás con niños es más probable que siempre haya cerca). Los/as niños/as más mayores ya pueden distinguir uniformes y solicitar ayuda a un policía, personal de tienda o guardia de seguridad. En cualquier caso, puede pedir ayuda, dar su nombre y tus datos pero nunca moverse del sitio ni acompañar a esa persona a otro lugar.

Dile que ha de pedirles a sus «ayudantes» que llamen a papá y a mamá. Para ello puede darles el número de teléfono memorizado o enseñarles su etiqueta de la ropa o su pulsera con tus datos. «Papá y mamá van a encontrarte, nunca olvides lo ensayado».

¿Cómo vamos a enseñárselo?

Dependiendo de la edad que tenga el peque, es necesario darle las explicaciones en un lenguaje que pueda entender con facilidad. Por lo tanto, las directrices deben ser claras y sencillas.

También es conveniente ensayar la situación haciendo «simulacros» a modo de juego, y repetirlos de vez en cuando. Esto les ayudará a recordarlo y actuar si se pierden, porque sentirán que conocen y dominan la situación, y estarán menos bloqueados por el miedo.

Asimismo, hemos de hacer que practiquen el llamar a papá o a mamá de vez en cuando desde otro teléfono para que sepan cómo hacerlo y no se le olviden nuestros números. Podemos decirle «vamos a llamar a mamá para ver cuánto le falta para llegar a casa» o «llama a papá para que se acuerde de traer el pan». Si vives solo/a en casa con un peque, no está de más que enseñarle también a hacer llamadas de emergencia.

 

 

Asimismo, es importante que se aprenda sus datos y no le de vergüenza decirlos en alto. Podemos ayudarle a memorizarlos mejor mediante canciones o juegos.

También podemos practicar haciéndoles de vez en cuando preguntas como «¿A quién pedirías ayuda si no ves una persona con niños?», «¿Qué harías si un alguien te dice que vayas con él/ella para encontrar a tus padres?».

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Más vale prevenir que curar: ¿Sabes cómo tienes que actuar tú para evitar riesgos?

Los peques no quieren perderse, es solo que a veces… ¡no pueden evitarlo! Cuando empiezan a andar con un poco de habilidad, también comienzan a desplazarse con mayor libertad y a querer explorarlo todo por sus medios. Ello les produce una sensación de autonomía y satisfacción muy características de esta etapa –y básicas para su desarrollo–, en la que hacerlo todo «yo solo» les encanta.

Ellos no perciben el peligro ¡y andar solos es toda una auténtica aventura! Además, así van comprobando los límites: me alejo un poco y me vuelvo a acercar a mis papás, voy y vuelvo cuando lo deseo, voy a ver algo que me llama la atención… Todas esas experiencias forman parte de su desarrollo y no deben prohibirse por miedo. Hay que permitirlas (marcando unos límites claros) pero en espacios seguros y vigilándolos.

A veces nos encontramos en lugares con aglomeraciones, grandes espacios difíciles de controlar, situaciones con muchos niños que pueden parecerse al nuestro y confundirnos o grandes superficies comerciales donde hay multitud de objetos atractivos para ellos que pueden querer acercarse a mirar o tocar. En estos sitios debemos extremar la vigilancia e insistir en que vayan de la mano y no se separen.

 

¿Qué tiene que hacer un niño cuando se pierde?

 

Aunque los niños vayan creciendo y los veamos ya mayores, siguen en riesgo. A veces al crecer se vuelven más confiados y se alejan más o nosotros no estamos tan pendientes de ellos porque sobreestimamos más su orientación y nos permitimos distraernos con más facilidad porque creemos que eso ya no nos va a pasar con la edad de nuestros hijos. La orientación espacial es deficiente hasta los 7-10 años, por lo que no debemos bajar la guardia.

Lo ideal es conseguir evitar que esta situación angustiosa para todos se produzca, para ello:

  • Antes de salir de casa, explica a los peques que deben permanecer siempre a tu lado y no soltarse de la mano. Asimismo, recuérdales las normas y el plan de actuación.
  • Si el niño ya es lo suficientemente mayor, al llegar a vuestro destino podéis pactar un punto de encuentro seguro en caso de pérdida. Pregúntale varias veces a lo largo de vuestro recorrido si recuerda cómo volver al punto seguro en caso de perderse para ayudarle a orientarse (podéis pactar otro sobre la marcha, por ejemplo: si te pierdes en el exterior, ve al puesto con el rótulo gigante de helados que se ve bien desde cualquier parte, pero si te pierdes dentro de la tienda, no salgas fuera: ve a las cajas de pago y yo iré a buscarte). Si es aún pequeño para moverse por sí mismo y recordar cómo desandar sus pasos, insiste en la idea de que no debe moverse nunca del sitio, ni solo ni acompañado.
  • En aglomeraciones y espacios abiertos viste a tus hijos con prendas de colores llamativos. Así podrás divisarlos con más facilidad entre la multitud, en días de lluvia o en espacios urbanos o naturales. Puedes utilizar abrigos y gorritos de lana de colores chillones en invierno y camisetas o viseras de alegres colores en verano. Cualquier elemento que sobresalga –como un sombrero o un globo atado a la muñeca, por ejemplo– te ayudará a reconocer a tu hijo donde hay mucha gente.
  • Si tu hijo es muy pequeño y os vais de compras (tiendas, centros comerciales, supermercados) o sitios donde haya aglomeraciones, utiliza el porteo o su sillita de paseo para evitar que pueda perderse con facilidad. La multitud puede hacer que se suelte de tu mano y de tiendas nosotros tampoco vamos a poder prestarles toda nuestra atención. Así estarán controlados.
  • Hazle una foto antes de salir de casa. Llevar una foto con la misma ropa que lleva ese día puede ser clave para localizar rápidamente al niño. Así, si algo ocurre y necesitas pedir ayuda, podrás mostrar su imagen actual.
  • Marca su ropa. Es recomendable marcar con etiquetas o sellos de tinta indeleble la ropa de los niños con datos como su nombre y vuestro número de teléfono móvil. En caso de que no sea posible, grábalos en una pulsera o escríbelos en un trozo de papel y enséñale a tu hijo/a dónde está (en un bolsillo del pantalón, por ejemplo) para que pueda indicarle a un adulto cómo localizaros si se pierde. Los más mayores ya pueden llevar ellos mismos consigo su carnet para identificarse en caso de pérdida.
  • Lleva siempre el teléfono móvil cargado. Si el niño se pierde y sigue el plan ensayado, avisará a a alguien para que os llame, pero de nada servirá si no recuerda vuestro número o vosotros no lleváis el teléfono a mano y con batería. Procurad llevar siempre el teléfono pegado al cuerpo, con el tono de llamada muy alto y la vibración activada (un colgador para el cuello es una opción perfecta).

 

¿A qué edad le compro su primer móvil?

 

Para evitar sustos extrema la vigilancia en exteriores, días de lluvia y aglomeraciones. Especialmente en este último caso, intenta que vayan siempre en su sillita o cogidos de la mano y solo soltarlos en espacios donde tengas amplitud para no perderlos de vista.

Lo que NO debemos hacer ni decir

Los accidentes pueden ocurrir en cualquier momento y siempre suceden cuando no los esperamos, así que no debemos bajar la guardia nunca. En los sitios evidentemente peligrosos solemos tener súper controlados a los peques, pero prestamos mucha menos atención en sitios aparentemente más seguros –como el parque infantil– y ahí es donde suele llegar el susto.

Ni asustar ni sobreproteger sino velar por su seguridad

Tampoco es buena idea sobreproteger a los niños. Los menores no son responsables de su propia seguridad, lo somos nosotros. Debemos permitirles explorar, practicar, aprender y desarrollarse. Somos nosotros quienes no debemos dejar nunca de vigilar, pero sin que ellos lo noten demasiado. De esta forma estarán seguros al tiempo que aprenderán a responsabilizarse gradualmente de ellos mismos y de su propia seguridad.

Tampoco debemos asustar a nuestros/as hijos/as metiéndoles miedo con cosas como: «Si te alejas te van a llevar», «un hombre malo te puede raptar», «si te alejas vas a tener un accidente»… Aún peor es amenazarles con frases como: «Si te separas te dejamos aquí» o » si te vas ya no nos volverás a ver nunca más». Hay que diferenciar entre advertir («ten cuidado porque si te alejas puedes perderte») y amenazar («como te alejes te dejamos solo»). Este tipo de frases los vuelven inseguros y desconfiados y, si se pierden, pueden hacer que se escondan o huyan por temor a las represalias, en vez de pedir ayuda y esperar. La educación basada en el miedo o la amenaza nunca da buenos resultados.

 

Consecuencias de la crianza basada en el miedo

 

No es bueno inculcar el miedo a las personas ya que, si se pierde, dependerá de la ayuda de los extraños. Pero sí hemos de enseñarles a qué tipo de persona es mejor acercarse si nos hemos perdido y qué comportamientos adultos no son correctos con los niños (pedirles que se alejen del lugar; solicitar su ayuda para algo; tentarles con dulces, animales o juguetes; invitarles a subir a un coche; decirles que les llevarán a casa en lugar de esperar con ellos a que sus padres le encuentren; tratar de llevárselos cogiéndolos de la mano o en brazos…).

Mantener la calma y actuar con coherencia

La angustia y el pánico puede bloquearnos. Lo mejor en estas situaciones es intentar mantener la calma y mirar bien alrededor del último sitio donde estaba. No debemos echar a correr en todas direcciones sin sentido. También es aconsejable pedir ayuda cuanto antes.

Si somos dos adultos, lo mejor es que uno espere donde se perdió y el otro vaya buscando. Si estáis dentro de un local o un comercio (un restaurante o una tienda, por ejemplo, uno de los adultos puede salir a la puerta exterior para controlar las salidas a la calle.

Nunca reaccionar mal al encontrarlos

También es importante saber cómo actuar cuando el niño o la niña aparece. Es totalmente injusto volcar nuestra tensión gritándoles y culpándoles de lo sucedido. Los niños no se pierden porque quieran hacerlo y ellos también pasan miedo.

 

¿Qué hacer cuando un niño tiene miedo al agua?

 

Piensa que si reciben una reprimenda por algo que no han hecho adrede, se volverán inseguro y asustadizos, y si vuelve a repetirse la situación en el futuro, pueden no actuar adecuadamente por temor a las represalias.

Así que nada de gritos, broncas o regañinas. El encuentro tiene que ser alegría y alivio para todos. En el momento del reencuentro debemos demostrarles lo mucho que los queremos y lo felices que estamos de haberles encontrado.

Pero una vez resuelta la situación y con todos ya más tranquilos, sí es importante hablar las cosas con calma y en frío. Analizar juntos cómo y por qué se perdió, para evitar que vuelva a suceder en el futuro. Todos cometemos errores. No pasa nada, las equivocaciones son una genial oportunidad de aprendizaje.

 

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