El desarrollo cognitivo es lo que permite al bebé conocer su propia existencia y el mundo que le rodea. Es lo que comúnmente llamamos "tener conocimiento". Este proceso implica tanto el desarrollo del pensamiento, como…
¡Qué importante es cuando nuestro bebé consigue mantenerse sentado! Esta acción supone un gran salto en madurez a nivel motor y también en su autonomía.
Tan importante es, que esta etapa (cuando logra mantenerse sentado, alrededor de los seis meses) coincide con el inicio de la alimentación complementaria. Y, como todo cambio de etapa sustancial en el desarrollo de nuestro bebé, la llegada de este momento siempre suscita inquietud y preguntas.
¿Cuándo se sienta un bebé sin apoyo?
Según las escalas de desarrollo que suelen administrarse en los diferentes servicios sanitarios, la sedestación debe ocurrir alrededor de los seis meses de edad, puede ser un poquito antes o un poquito después. ¿Pero realmente esto es así? Pues sí y no.
¡Me explico! Alrededor de los seis meses nuestro bebé va a tener suficiente control para mantenerse sentado… Eso sí, si somos nosotros quienes lo colocamos. Por lo general, alrededor de los seis meses o seis meses y pico, el lactante está preparado para controlar bien su cabeza, espalda y abdominales, aunque quizá necesite de algo de apoyo de sus brazos y manos sobre sus piernas o el suelo para mantenerse en la posición de sentado.
Es fácil que se incline hacia los lados y caiga hacia delante o hacia atrás cuando levanta sus manitas del suelo para coger algo que le ofrecemos. También observaremos que se mantiene sentado con su espalda redondeada y que no será capaz de salir de la posición si no es cayéndose. Todavía no tiene control suficiente.
No será hasta los ocho o nueve meses, en la mayoría de las ocasiones, cuando nuestro pequeño esté preparado para sentarse él solo.
Alcanzar la sedestación, un gran hito
Para poder llegar a la posición de sentado, el bebé tiene que haber aprendido a desplazarse en el suelo reptando, a levantarse para apoyarse a cuatro patas y, finalmente, echando su peso hacia atrás, quedar en posición sentada. Otros bebés se sientan desde la posición de tumbados boca arriba, incorporándose por un lateral, ¡menudos abdominales!
Cuando el bebé logra alcanzar la sedestación por sí mismo, observaremos diferencias importantes en su postura. Ahora su espalda está erguida, bien derechita, porque tiene suficiente fuerza en sus abdominales y en la musculatura de su espalda (la ha estado entrenando bastante mientras se desplazaba reptando o gateando). Tampoco necesita apoyar sus manos para mantenerse en la postura sin caerse, las puede tener libres para manipular aquello que le interesa.
También aparece la posibilidad de girarse para entrar y salir de la postura, pudiendo ir a por un juguete que está lejos y volviendo a sentarse después, ahora con mucho más control de su cuerpo. Otra cosa que observamos diferente es la posición de sus piernas. Al principio, cuando le sentamos nosotros, las piernas siempre van a aparecer en forma de anillo, es decir, abiertas y semiflexionadas hacia los lados. Ahora, en cambio, podemos ver cómo las puede juntar más y mantenerlas estiradas hacia delante, puede sentarse con una pierna flexionada hacia delante y la otra hacia atrás, o puede sentarse sobre sus talones, también en W. A propósito de la sedestación en W…
¿Por qué hay bebés que se sientan en W y otros no? ¿Supone un problema?
Por lo general, los bebés que se sientan con esta postura es porque tienen el tono muscular algo bajo y por ello poca estabilidad en su tronco. Esta posición, al ofrecerles una mayor base sobre la que estar sentados, les aporta esa estabilidad que les falta.
En principio, si nuestro bebé es capaz de entrar y salir de la postura y no pasa mucho tiempo seguido en ella, siendo capaz de reptar, gatear, ponerse de rodillas o de pie a voluntad, no habría por qué preocuparse.
En cambio, si suele mantenerse en ella largos periodos de tiempo o siempre que está sentado, y no sabe salir para cambiar de posición, sería conveniente corregirle indicándole que ponga sus piernas hacia delante, porque a la larga podría acarrearle problemas en los ligamentos y articulaciones de las caderas, rodillas y tobillos.
¿Entonces qué hacemos? ¿Sentamos a nuestro bebé? ¿Lo dejamos hasta que lo haga él solo?
Si observamos lo que hemos comentado anteriormente, parece que la mejor opción sería dejarle hacer, ¿no? Parece que llega más preparado a este momento, más estable, más seguro. De hecho, metodologías como la Pikler, que promueven la actividad autónoma y el movimiento libre, así lo postulan: no colocaremos a nuestro bebé en ninguna posición a la que él solo no sea capaz de llegar.
No solo por no interferir en su desarrollo motor, si no porque también influye, en alguna medida, a nivel de autonomía e incluso emocionalmente. Si somos nosotros quienes colocamos a nuestro peque sentado, él no habrá descubierto como llegar a la postura y no sabrá salir de ella, lo que posiblemente le genere frustración y quizá incluso poca seguridad a la hora de lanzarse a investigar con su cuerpo.
Además, algunos bebés a los que se les ha sentado pronto, se saltan la etapa de exploración en el suelo, tendiendo a desplazarse culeando o teniendo dificultades para realizar algunos cambios de posición, como el pasar de sentado a rodillas y de ahí a ponerse de pie; a veces, pueden mostrarse más torpes y tener más caídas, porque no han experimentado en el suelo lo suficiente.
Pero entonces, si no le coloco sentado, ¿no empiezo a darle de comer hasta que logre hacerlo por sí mismo?
En cuanto a la alimentación, podemos iniciar la alimentación complementaria en el momento en que controle bien su cabeza y parte alta de la espalda, se interese por los alimentos, haya perdido el reflejo de extrusión y pueda coger los alimentos y llevárselos a la boca para explorarlos. Y sí, para el momento de la alimentación, podemos sentarlo en la trona o en nuestro regazo, eso no interfiere para nada en el desarrollo motor de nuestro bebé.
Vale, ahora sé que me diréis que es muy bonito esto de la actividad autónoma y el movimiento libre y tal, pero que vuestro bebé de cuatro meses es un cotilla y solo quiere ir incorporado viendo mundo, y que tumbado, ¡tururú! Aquí tenemos que inventar y ofrecer opciones, el porteo es una magnífica forma de que nuestro bebé se mantenga incorporado pero podamos cuidar su espaldita, sin forzar. También en nuestros brazos y, a ratitos, sobre nuestro regazo, sin incorporarlo del todo.
En la sedestación, como en todo, yo creo que en el equilibrio y la flexibilidad para adaptarnos a nuestro ritmo diario y al de nuestro bebé, está la clave del éxito. Si tenéis dudas sobre el desarrollo de vuestro bebé, estaré encantada de atenderos online en la Tribu CSC. ¡Os esperamos!
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