Trastorno adaptativo infantil: ¿Qué es y cómo tratarlo?

Problemas para adaptarse a un cambio o asimilar una situación

Muchas veces pensamos que porque nuestros hijos e hijas son pequeños no se enteran del todo de las situaciones, de lo que está pasando a su alrededor… y tendemos a camuflarlas, a restarles importancia delante de ellos, a simular que todo va bien…

En otras ocasiones, nos desbordamos y gritamos, nos peleamos o lloramos… y tampoco explicamos realmente, de manera adaptada a lo que el peque puede entender, lo que está ocurriendo.

Así, situaciones como el fallecimiento de alguien cercano, una mudanza con el consiguiente cambio de colegio y de personas familiares alrededor, una separación… pueden llegar a ser vividos como una auténtica crisis por nuestro pequeño, y, en ocasiones, dar lugar a la aparición de lo que se conoce como trastorno de adaptación o adaptativo.

¿Qué es el trastorno de desarrollo adaptativo en niños?

El trastorno adaptativo en niños se manifiesta con la presencia de un comportamiento o reacción emocional intensa que aparece después de que el niño haya vivido una situación de crisis o cambio que le haya resultado estresante.

Para pensar en un trastorno adaptativo, según el DSM V (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales publicado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría), esta reacción tiene que ser mucho más fuerte de lo esperable ante ese evento estresante, e interferir de manera considerable en el funcionamiento cotidiano del niño, tanto en su casa como en el colegio o a nivel social. Debe aparecer dentro de los tres meses siguientes a esta situación vivida y no extenderse más allá de seis meses, empezando a mejorar una vez que desaparece o se estabiliza la situación que lo ha provocado. Si se prolongara por más de seis meses, estaríamos hablando de un trastorno crónico.

¿Qué provoca el trastorno de adaptación?

¿Qué situaciones pueden provocar este trastorno? Como hemos comentado, desde una mudanza, a una separación, el fallecimiento de un ser querido o de una mascota, incluso el nacimiento de un hermano o la aparición de una enfermedad que obligue al peque a cambiar su ritmo de vida cotidiano, como iniciar el colegio, que sufra bullying o algún otro fenómeno como vivir un incendio o terremoto.

Además de pasar por esta situación de crisis o cambio, entran en juego otras variables como las habilidades para gestionar las situaciones, aprendizajes pasados, la etapa de desarrollo en que se encuentre el peque, y el apoyo que podamos facilitarle los adultos que le rodeamos.

El trastorno de adaptación puede sufrirse de igual forma sin importar el sexo y a cualquier edad. Podemos verlo en peques, adolescentes o en nosotros mismos. Las influencias culturales sí que pueden pesar a la hora de manifestar y enfrentarse tanto a los eventos estresantes que pueden desencadenar el trastorno, como a la forma de manifestar los diferentes signos y síntomas.

También parece haber diferencias entre cómo lo manifiestan los niños o adolescentes y los adultos (los niños y adolescentes suelen exteriorizar más los síntomas que los adultos).

Síntomas del trastorno adaptativo en niños

Algunos de estos síntomas que podemos percibir oscilan entre:

• La tristeza, el llanto o la apatía y la desmotivación.
• Insomnio.
• Ansiedad, preocupación o miedos excesivos.
• Ira o agresividad.
• Conductas regresivas como volver a tener dificultad en el control de esfínteres, volver a chuparse el dedo, lenguaje más infantil de lo que le corresponde, etc.
• Puede aparecer rechazo a querer ir al colegio, salir a la calle…
• Temor a perder de vista a alguna de sus figuras de referencia.

Tipos de trastornos adaptativos en niños

El DSM-5, atendiendo a los síntomas mencionados, establece seis tipos de trastornos de adaptación:

• Con estado de ánimo depresivo: síntomas como el llanto y sensaciones de tristeza.
• Con ansiedad: nerviosismo, preocupación, los niños pueden tener mucho miedo de que los separen de sus padres.
• Con una mezcla de ansiedad y estado de ánimo depresivo: mezcla de los síntomas anteriores.
• Con alteración de la conducta: en peques podemos observar rabietas intensas, ira, peleas. Los más mayores pueden faltar a la escuela, dañar propiedades, etc.
• Con una mezcla de alteración de las emociones y de la conducta: mezcla de depresión y ansiedad, así como problemas conductuales.
• Sin especificar: los síntomas no corresponden a los demás tipos, pero comprenden problemas físicos, problemas con la familia o amigos, o problemas en el trabajo o la escuela.

¿Cómo ayudar a un niño con problemas de adaptación?

Aún no se conoce cómo prevenir este trastorno en nuestros peques, pero, como hemos visto, la forma de acompañarles en su desarrollo puede ayudar:

• Hablar con nuestro hijo o hija sobre todas las situaciones que puedan suponerle un cambio importante o estrés en lugar de restarles importancia o evitarlas.
• Darle espacio y tiempo para que pueda compartir con nosotros cómo se siente, qué le inquieta…
• Preguntarle qué podemos hacer para acompañarle y que se sienta mejor.
• Favorecer hábitos de vida saludable como la participación en actividades deportivas, establecer ritmos diarios idóneos que permitan adecuados patrones de alimentación y sueño, así como fomentar las experiencias sociales donde puedan establecerse redes de apoyo, son otras ideas muy interesantes.
• Hacerle ver que tiene nuestro amor y apoyo incondicional, es siempre una gran estrategia.

No obstante, la detección e intervención tempranas pueden facilitar mucho el día a día del niño, reduciendo la ansiedad y gravedad de los síntomas desde el principio, de forma que el impacto en su día a día, tanto en el colegio, como en casa o con sus iguales, sea el menor posible. Si necesitáis información y asesoramiento en este sentido, podéis consultarnos online a los miembros del equipo de Criar con Sentido Común en la Tribu CSC.

¿Cómo se cura el Trastorno Adaptativo?

Una vez se presenta el trastorno, el tratamiento dependerá de factores como el tipo de trastorno de adaptación que presente nuestro hijo o su edad y, posiblemente, sea una combinación de terapia (individual, familiar y con grupos de iguales) y medicación.

Desde el punto de vista terapéutico se va a buscar proporcionar al pequeño apoyo emocional, herramientas para volver a adaptarse a sus hábitos de vida cotidianos, estrategias de resolución de conflictos, potenciar sus habilidades comunicativas, mejorar su control de impulsos, estrategias para controlar la rabia o manejo del estrés.

En cuanto a la medicación, aunque parece saberse que no tiene demasiado valor en este tipo de trastornos, si aparece alguna sintomatología muy concreta que genera un alto malestar al niño, se valorará su uso durante un corto plazo de tiempo.