El 15 de noviembre se celebra el Día Mundial sin Alcohol y aprovechamos para recordar que no existe una cantidad mínima segura de alcohol durante el embarazo. Ni una copa de vino eventual, ni una…

Este post se publicó originalmente el 09/09/2022 y ha sido actualizado en fecha 18/09/2024
¿Qué es el Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal?
¿Qué causa el Síndrome de alcoholismo fetal? Síndrome alcohólico fetal: Causas
Los trastornos del espectro alcohólico fetal se deben a una sola causa: el consumo de alcohol de la madre durante el embarazo. Y es que, según los especialistas, no hay una cantidad mínima de alcohol que se sepa que es segura y se pueda consumir durante el embarazo o cuando se está buscando el mismo. Tampoco hay ningún momento en el embarazo en el que se pueda beber sin correr riesgo, ya que el alcohol en la sangre de la madre pasa al bebé a través del cordón umbilical.
Es más, el alcohol puede causar problemas para el feto en la gestación durante toda etapa del embarazo según los especialistas, incluso antes de que la mujer sepa que está embarazada. En este sentido, todos los tipos de alcohol son igualmente dañinos, también todos los tipos de vino y cerveza.
Por tanto, los TEAF son totalmente prevenibles si la mujer no bebe alcohol durante el embarazo. Por otra parte, si una mujer bebe alcohol durante el embarazo, nunca es tarde para que deje de hacerlo. El cerebro del bebé se está desarrollando durante todo el embarazo, por lo que cuanto antes se deje de consumir alcohol, más seguro será para ella y su bebé.

Síndrome alcohólico fetal: Consecuencias
¿Qué síntomas presenta un bebé con SAF?
Los trastornos del espectro alcohólico fetal abarcan una amplia variedad de efectos que además pueden perjudicar a cada menor de diferente manera y pueden ser desde leves hasta graves. Un niño con un TEAF puede tener:
- Bajo peso corporal.
- Estatura más baja del promedio.
- Cabeza de pequeño tamaño.
- Características faciales anormales en los casos más graves (por ejemplo, surco menos marcado entre la nariz y el labio superior, denominado filtro o surco subnasal).
- Irritabilidad (que puede manifestarse con llanto excesivo e inconsolable).
- Problemas de succión y dificultades para dormir.
- Problemas de audición y de visión.
- Problemas del corazón, los riñones o los huesos.
Posteriormente, se pueden advertir otros signos a medida que los menores van creciendo, como:
- Mala coordinación.
- Conducta hiperactiva.
- Dificultad para prestar atención.
- Mala memoria.
- Dificultades en la escuela (especialmente en matemáticas).
- Discapacidades del aprendizaje.
- Retrasos en el habla y el lenguaje.
- Discapacidad intelectual o coeficiente intelectual bajo.
- Capacidad de razonamiento y juicio deficientes.
Además, los CDC publican una gran variedad de tipos de TEAF atendiendo a su gravedad, síntomas y consecuencias en el desarrollo, la salud física y mental o el aprendizaje de los menores afectados.
Los trastornos del espectro alcohólico fetal duran toda la vida
No existe una cura para los trastornos del espectro alcohólico fetal. El cerebro de las personas con TEAF está lesionado de forma permanente y, aunque existen intervenciones beneficiosas, es necesario ajustar las expectativas hacia el resultado. Pero, aunque actualmente no hay ninguna intervención terapéutica que permita revertir los efectos de la exposición prenatal al alcohol, según los CDC los estudios indican que los servicios de tratamiento de intervención temprana pueden mejorar el desarrollo del niño o la niña.
Vivir con Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal: Síndrome alcohólico fetal en niños y adolescentes
Es frecuente que los menores y adolescentes con Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF) tengan que enfrentarse a una serie de incapacidades que afectan a su vida en sociedad y que no se deben a conductas voluntarias, sino a una conectividad cerebral deficiente provocada por la exposición prenatal al alcohol. Algunas de ellas son:
- Dificultades en el cumplimiento de normas sociales.
- Baja capacidad de concentración.
- Trastornos mentales.
- Incapacidad para recordar cómo realizar una tarea simple (suele ser debido a una lesión cerebral que afecta, en este caso, a la memoria a corto plazo).
- Mala integración sensorial. Es frecuente que sean personas muy sensibles al tacto, el movimiento, la iluminación y/o el sonido. Cuando tienen hipersensibilidad a los estímulos pueden necesitar desconectar o bien manifestar conductas inadecuadas por el estrés que padecen en ese momento. Es importante recordar que no lo hacen a posta y que sus sentidos no están bien regulados. A otros, en cambio, puede costarles «sentir» dolor o saber cuándo tienen frío o calor. El apoyo de un terapeuta ocupacional es muy necesario en casos de menores con dificultades sensoriales.
- Inmadurez de acuerdo con su edad cronológica, que puede afectar a algunas áreas concretas, como a la interacción social.
- Incompetencia social que puede derivar en aislamiento, soledad y frustración. Las relaciones sociales pueden resultar muy difíciles para los menores y adolescentes con TEAF, que puede que no sepan respetar el turno de palabra o tengan dificultades para respetar el espacio físico de los demás. Además, esto les puede llevar a no participar en actividades, deportes o extraescolares por suponerles una importante fuente de estrés. Al mismo tiempo, sus escasas habilidades sociales les coloca en una posición de desventaja ante los demás y una mayor probabilidad de padecer situaciones de acoso.
- Falta de control de impulsos. A los menores y adolescentes con TEAF les puede resultar muy difícil controlar su conducta en determinadas situaciones debido a los déficits en el funcionamiento cerebral. No actúan así para desafiar, ni de forma intencionada. Su cerebro tiene la conectividad alterada y, por lo tanto, todo se hace más complicado en situaciones concretas o estresantes para ellos, como reuniones sociales o visitas médicas.

- Les cuesta diferenciar entre fantasía y realidad. Los menores con TEAF pueden mentir constantemente, pero no lo hacen de forma intencionada. Debido a su mal funcionamiento de la memoria a corto plazo, pueden no recordar bien las cosas o mentir para intentar satisfacer a su entorno, tratando de rellenar los huecos de su memoria con lo que ellos creen que ha debido pasar. Además, pueden tener problemas para pensar de forma lógica y, debido a la forma de funcionar de su cerebro, pueden llegar a creerse sus propias fantasías.
- El sentido de propiedad y/o pertenencia. Los menores y adolescentes con TEAF pueden no entender que no pueden coger algo que necesitan o quieren. Si está disponible, lo cogen. Después pueden no recordar que lo han cogido y puede que mientan, bien porque realmente no recuerdan que lo hayan cogido, bien por temor a las represalias.
- Estrés ante los cambios en las rutinas. La vida está llena de cambios. Cambiar de casa, empezar el colegio, cambiar de clase y profesor o cambios en la familia son situaciones que las personas tenemos que afrontar a menudo. No obstante, para los niños y adolescentes con TEAF, hasta los más pequeños cambios pueden resultar muy difíciles de aceptar, como por ejemplo un simple cambio de horarios en una extraescolar, retrasar la hora de la comida o variar el camino de casa al colegio o instituto debido a una calle en obras. Para ellos son muy importantes la estructura y las rutinas, y pueden sufrir mucho estrés si estas se rompen. Las rutinas hacen que su día a día tenga sentido y les ayudan a organizarse y ser autónomos. Además, como tienen mala memoria, la repetición de hábitos actúa para ellos a modo de recordatorio. También se pueden utilizar horarios visuales, cronómetros y agendas. Las rutinas en formato visual (imágenes, viñetas) les resultan especialmente útiles.
- Dificultad en la toma de decisiones. Debido a que su cerebro está lesionado, este procesa la información de forma diferente, por lo que estos menores pueden tener dificultades para entender las consecuencias de sus actos y, en la mayoría de los casos, necesitan apoyo externo para mejorar en este aspecto, ya que este es un problema que interfiere con su vida cotidiana.
- Mala gestión del dinero. El concepto monetario y de valor es muy difícil de comprender sin las habilidades necesarias. Además, los adolescentes con TEAF suelen actuar de forma impulsiva. Hay que ser pacientes con ellos y explicarles de forma repetida el método correcto de administrar el dinero.
- Falta de autonomía y baja autoestima. Debido a sus problemas de memoria, razonamiento y discernimiento, estos menores necesitan asistencia constante. Esto, en una época en la que el adolescente lucha por emanciparse de la influencia de sus progenitores, puede hacer que su autonomía y autoestima se vean afectados. Las rutinas desglosadas en secuencias con los pasos que tiene que seguir para completarlas pueden facilitar su autonomía.
Todas estas conductas suponen un riesgo a largo plazo que se traduce en fracaso escolar y problemas de adaptación laboral y social en la vida adulta. Además, pueden tener dificultades para conseguir ser autónomos en su vida diaria y desarrollar dificultades secundarias graves como trastornos mentales (depresión, ansiedad, etc.)
¿Quién diagnostica el síndrome de alcohólico fetal?
Por lo general, el diagnóstico es clínico. Pero diagnosticar los trastornos del espectro alcohólico fetal puede ser difícil debido a que no existe una prueba médica, como un análisis de sangre, para detectarlos e identificarlos. Además, otros trastornos, como el TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) y el síndrome de Williams tienen síntomas comunes al del síndrome alcohólico fetal (SAF), por lo que se puede confundir su diagnóstico.
Para diagnosticarlos, los médicos prestan atención a los siguientes signos de TEAF:
- Exposición prenatal al alcohol (aunque puede que la madre no lo admita. De cualquier forma, no es imprescindible confirmar esto para hacer un diagnóstico).
- Problemas del sistema nervioso central (cabeza pequeña, problemas de atención e hiperactividad, mala coordinación, etc.).
- Peso y estatura (más bajos que el promedio).
- Características faciales anormales (como por ejemplo, un surco liso entre la nariz y el labio superior).
Tratamiento del Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal
Los TEAF pueden incluir discapacidades tanto físicas como intelectuales, así como problemas de conducta y aprendizaje. Además, estos síntomas pueden variar de leves a graves. Por lo tanto, y como no hay dos personas con trastornos del espectro alcohólico fetal que sean exactamente iguales, no existe un único tratamiento que sea adecuado para todos los niños y niñas afectados. Los tratamientos para las personas con TEAF son diferentes para cada caso, según los síntomas y el grado de afectación.
Hay muchas opciones de intervención, que incluyen medicamentos para aliviar algunos de los síntomas, terapias de conducta y aprendizaje, formación para los padres, etc. No obstante, un buen plan de tratamiento debe incluir una vigilancia atenta, seguimiento y cambios a medida que sea necesario.
Existen “factores de protección” que pueden ayudar a reducir los efectos de los TEAF y contribuir a que los menores afectados alcancen su máximo potencial:
- El diagnóstico antes de los 6 años de edad.
- Un hogar estable, lleno de cariño, paciencia, empatía y enriquecedor durante los años escolares.
- Un ambiente sin violencia.
- Acceso a educación especial y servicios sociales.
No existe una cura para los trastornos del espectro alcohólico fetal
No existe una cura para los trastornos del espectro alcohólico fetal, pero los estudios indican que los servicios de tratamiento de intervención temprana pueden mejorar el desarrollo del niño o la niña afectados. Los servicios de intervención temprana les ayudan desde el nacimiento hasta los 3 años de edad (36 meses) a adquirir las destrezas importantes. Los servicios incluyen terapia para ayudar al niño a hablar, caminar e interactuar con los demás. Por lo tanto, lo más importante es consultar el médico ante la más mínima duda de TEAF o cualquier otro problema del desarrollo.
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