Aprovecha las vacaciones: cuando tus hijos crezcan pasarás menos tiempo con ellos

El tiempo pasa demasiado rápido y es probable que termines echando de menos llevar a tu peque en brazos o dormir con él. Por ello, las vacaciones son una magnífica oportunidad para pasar tiempo de calidad con los hijos. 

La crianza de los hijos puede llegar a ser agotadora. Por ello, es probable que muchas veces desees que crezcan rápido para que sean algo más independientes. Ese momento en el que, por fin, duermen solos, comen de todo y controlan los esfínteres sin necesidad de que estemos cambiando pañales cada poco tiempo. Y si, además, dejan de pedir ir en brazos, por fin conseguiremos dar una tregua a la espalda.

Pero, de repente, cuando llega ese momento, es muy probable que te plantees lo rápido que pasa el tiempo. E incluso llegues a echar de menos las noches sin dormir o tener a tu peque en brazos durante horas. Porque sabes que todo eso no volverá nunca más. Por ello, las vacaciones son una oportunidad única para pasar tiempo en familia y disfrutar de planes lejos de los horarios y las obligaciones del resto del año.

Las vacaciones: una oportunidad única para pasar tiempo con los hijos

Pero, ¿hasta cuándo querrán los hijos e hijas pasar tiempo en vacaciones con sus padres y madres? Según la Encuesta de Empleo de Tiempo del Instituto Nacional de Estadística (INE), entre los 30 y 40 años pasamos gran parte de nuestro tiempo con los hijos e hijas. Pero a partir de ese momento y sobre todo a partir de los 50, ese tiempo compartido comienza a disminuir cada vez más. ¿El motivo? Los niños dejan de serlo, entran en la adolescencia y comienzan a pasar más tiempo con sus amigos y amigas.

Así, a los 35 años dedicamos un 20% de nuestro tiempo a estar con nuestros hijos e hijas menores de 10 años. Sin embargo, a partir de los 50 pasamos a compartir el 15% del tiempo con ellos (cuando tienen aproximadamente unos 15 años). Cuando cumplen 20 años, el tiempo compartido baja al 10%.

También hay diferencias significativas relacionadas con el sexo. Así, las mujeres pasan más tiempo con sus hijos e hijas que los hombres. De forma general, las madres pasan cerca del 30% de su tiempo con sus peques menores de 10 años y  un 18% con los adolescentes; frente al 24% y el 13% respectivamente de los padres.

El tiempo en pareja

Las exigencias de la crianza conlleva que muchas veces nos olvidemos de cuidar a la pareja (si la hay). Y es que la llegada de los hijos conlleva dedicarles un tiempo que antes estaba destinado únicamente a la pareja. Así, este tiempo decae entre los 30 y los 45 años para volver a repuntar sobre los 50, cuando los hijos e hijas entran en la adolescencia. De hecho, el tiempo que más dedicamos a la pareja se sitúa entre los 50 y los 70 años, para pasar a la soledad a partir de los 80.

Cuidar la pareja requiere tiempo, esfuerzo y dedicación. Y es más que probable que al llegar al final del día estemos tan agotados de atender a los peques que lo único que nos apetezca sea dormir. Sin embargo, gestos tan sencillos como apagar el móvil puede ayudar a favorecer el vínculo, la comunicación y el contacto. De hecho, según un estudio de la Universidad de Baylor basado en encuestas a 453 personas adultas, utilizar el móvil ignorando a la pareja puede llegar a arruinar una relación.

Y es que ese momento, cuando la pareja está junta y a solas, es clave para alimentar la relación. Por ello, es fundamental dejar a un lado los teléfonos y hablar de cosas más allá de las notas, el pediatra o la logística de la casa. Anécdotas, planes a medio o largo plazo para hacer solos o con los hijos, pedirle opinión, hablar de inquietudes o algo tan simple e importante como preguntarle cómo está o cómo ha ido su día. Seguir construyendo la relación de pareja como antes de que llegaran los hijos.

Porque, al fin y al cabo, el tiempo pasa demasiado rápido. Y terminaremos echando de menos cogerlos en brazos o dormir junto a ellos, por mucho que mientras transitamos esa etapa, estemos deseando superarla. Y los peques que nos roban gran parte de nuestro día, se convertirán en adolescentes con ganas de explorar su propia vida. Y será entonces cuando volvamos a redescubrir la vida, ya sea en pareja o en soledad.

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